Jueves, 25 de Abril 2024
Cultura | Reportan que el deterioro constante ocasionaron la desaparición de la flora y fauna

Cuatro siglos de destrucción alteran Valle de Teotihuacán

El INAH reporta que el deterioro constante ocasionaron la desaparición de la flora y fauna de la región

Por: SUN

El Valle de Teotihuacan ha sobrevivido después de cuatro siglos de destrucción progresiva. ARCHIVO /

El Valle de Teotihuacan ha sobrevivido después de cuatro siglos de destrucción progresiva. ARCHIVO /

CIUDAD DE MÉXICO (02/JUL/2013).- Análisis de colecciones arqueozoológicas establecen que a partir del siglo XVI, el Valle de Teotihuacán, en el Estado de México, tuvo un deterioro constante con la desaparición del conjunto de la flora y fauna de la región, por lo que hoy es un paisaje alterado que nada tiene del ecosistema que ahí hubo.

En un comunicado del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), se señala que el Valle de Teotihuacan ha sobrevivido después de cuatro siglos de destrucción progresiva, resultado de la actividad humana en ese lugar.

El biólogo Raúl Valadez Azúa, responsable del Laboratorio de Paleozoología del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, resaltó que la actividad humana traducida en la explotación maderera y agropecuaria a través de las haciendas, sobre todo en la Colonia y en el siglo XIX; el crecimiento urbano ya en el XX, fueron los factores determinantes en la alteración de ese ecosistema que alguna vez conformó el Valle de Teotihuacan, y que hoy es una zona de ambiente seco.

Precisó Valadez Azúa que alrededor del año 1500 comenzó una caída estrepitosa de las especies silvestres, dejando en su lugar a las formas más generalizadas y tolerantes a los cambios de ecosistema, por ejemplo al tlacuache.

El investigador, agregó que el hallazgo de restos de animales de bosque y de desierto apunta a que si bien existían pequeñas áreas boscosas templadas en el Valle de Teotihuacan -próximas a cursos de agua como ríos-, coexistían con manchones desérticos y pastizales, por lo que era sumamente diverso.

La transformación del ecosistema en el lugar no es resultado exclusivo de factores ambientales, de ser así se habrían registrado eventos similares en zonas próximas y no fue el caso, anotó el científico. Por ejemplo, al oriente del sitio, en la llamada Cueva de la Nopalera, se hallaron ejemplares de tuzas (especie propia del bosque de pino-encino) con un continuo de dos mil años.

La comprensión sobre los cambios culturales e impacto ambiental en el Valle de Teotihuacán fue posible gracias al análisis de restos animales, sobre todo de pequeños roedores, que suelen ser ignorados por los arqueólogos, pero que a la vista de los biólogos son indicadores de las adaptaciones ecológicas de cada especie.

De las colecciones arqueofaunísticas recuperadas en la zona arqueológica, Raúl Valadez resaltó las obtenidas de cuatro cuevas localizadas a espaldas de la Pirámide del Sol: del Camino, de la Basura, de las Varillas y del Pirul, las cuales fueron exploradas como parte del Proyecto de Estudio de Túneles y Cuevas en Teotihuacan, desarrollado en los años 90 por la arqueóloga, Linda Manzanilla Naim.

“Aunque en el primero de estas cuatro oquedades se halló poca evidencia de actividad humana, sí nos permitió encontrar una gran cantidad de información arqueozoológica acerca de toda la fauna involucrada con estos espacios, sobre todo a partir del año 1200 después de Cristo, en el periodo Posclásico Tardío, hasta inicios del siglo XX. Estas fechas se obtuvieron por carbono 14 o datación de obsidiana”.

Estos resultados del estudio fueron dados a conocer en el marco del Seminario sobre Cambio Climático y Procesos Culturales, que organiza el INAH a través de la Coordinación Nacional de Antropología y de la Dirección de Etnología y Antropología Social.

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