Jueves, 09 de Mayo 2024
Suplementos | Técnicas controversiales se practican a discreción de cada clínica y sus pacientes

Falta legislar sobre reproducción asistida en México

Técnicas controversiales como la selección de sexo se practican a discreción de cada clínica y sus pacientes

Por: EL INFORMADOR

En la pelíca ''Gattaca'' se propone la posiblidad de la concepción de niños con características que establecen su rol en el mundo.  /

En la pelíca ''Gattaca'' se propone la posiblidad de la concepción de niños con características que establecen su rol en el mundo. /

GUADALAJARA, JALISCO (13/ABR/2014).- Pese a que los procedimientos de reproducción asistida van al alza, en nuestro país no existe una ley federal que regule estas prácticas ni la operación de las clínicas.

La Red Latinoamericana de Reproducción Asistida, que agrupa a 167 centros y médicos en toda la región —33 de ellos en México—, reportó en un informe de 2010 que sus afiliados realizaron cuatro mil 433 procedimientos generales de reproducción asistida humana en nuestro país. Dos años después, la cifra se disparó a 82 mil, de acuerdo con un censo financiado por la empresa farmacéutica Merck Serono, a falta de un registro oficial al respecto.

Las lagunas legales mantienen en el limbo a muchos procedimientos relacionados con la genética en México, incluso aquellos altamente controversiales como la clonación, que salvo el Código Penal del Distrito Federal, no está expresamente prohibida por la ley, advierte Guillermo Ogario, investigador de las consecuencias jurídicas de las técnicas de reproducción asistida.

Ogario explica que aunque la clonación está contraindicada en muchas recomendaciones y tratados internacionales por atentar contra los derechos humanos, éstos no tienen efectos coercitivos en México.
“Desgraciadamente el avance científico en materia de medicina es superior al avance en el campo del derecho”.

Comenta que el Estado de Tabasco ha regulado más la reproducción asistida en el capítulo de la filiación: “Sin embargo, tampoco tiene un reglón específicamente dedicado a la problemática de selección de sexo u otras características genéticas”.

Aunque se han presentado varias iniciativas, no existe todavía una ley que regule la reproducción asistida en México. La Ley General de Salud hace referencia a la donación de gametos y el Código Civil rige los temas de parentesco, pero ninguno de estos instrumentos trata la complejidad de los nuevos métodos de reproducción ni protege a los pacientes y a los futuros bebés de los posibles riesgos.

“No hay nada, no tenemos nada de legislación. Lo que no está prohibido, no es penado. En 2012 se presentó ante el Senado una iniciativa de un protocolo de manejo para los pacientes, pero no se abordó el tema de si estaba permitido o no el aborto en una malformación, por ejemplo”, asegura Norma Ramos, directora general del Centro Especializado en Reproducción y Genética (Cengen).

La Comisión Nacional de Bioética, un órgano desconcentrado de la Secretaría de Salud, emitió un informe el año pasado para delimitar las líneas generales de una posible ley que regule las prácticas de reproducción asistida. Entre ellas, menciona lo siguiente: “La selección de sexo deberá prohibirse cuando se pretenda llevarla a cabo por simple preferencia; no obstante, se recomienda someter al Comité Hospitalario de Bioética aquellos casos de excepción, en los que dicha selección tuviera por objeto evitar transmisión de enfermedades graves, hereditarias e inhabilitantes a la descendencia, previo consejo genético, por medio de criterios que podrían establecerse en normas de jerarquía secundaria”.

De hecho, algunas de las clínicas recomiendan a los futuros padres seleccionar el sexo del embrión por medio del diagnóstico genético preimplantatorio (DGP) cuando son portadores de un gen que afecta a un solo género y aumenta las posibilidades de desarrollar enfermedades graves como fibrosis quística, distrofia muscular o hemofilia.

Pero el DGP y la técnica de fertilización in vitro en general implican otros dilemas bioéticos que no están contemplados en la ley mexicana, como el manejo y la criopreservación de los embriones sobrantes, que pueden durar años congelados.

“Entran muchos factores entre éticos, morales y otros médicos. Nosotros hacemos selección solamente si hay una enfermedad que se transmita a un solo sexo. Hacemos una biopsia de ese embrión y le quitamos una célula para realizar el DGP”, platica Norma Ramos.

La doctora calcula que del total de sus pacientes, sólo 10% le ha cuestionado sobre la posibilidad de escoger el sexo del bebé: “Cuando realmente tienen un problema de infertilidad de fondo, lo que quieren es tener un embarazo sano”.

Otras clínicas que operan en la ciudad no tienen restricciones al respecto, según se comprobó en un ejercicio de paciente simulado y con base en la promoción directa que hacen a través de internet.
Y uno de los riesgos que advierte la Asociación Norteamericana de Medicina Reproductiva es que esto puede propiciar que mujeres o parejas completamente fértiles y saludables se sometan a procedimientos artificiales de reproducción sólo para tener un bebé de determinado sexo.

La clínica de los “bebés a la carta”

Una de las preocupaciones de que se amplíe el menú genético para diseñar las características de los hijos deseados, es que comiencen a proliferar los llamados “bebés a la carta”.

El diagnóstico genético preimplantatorio (DGP) permite hoy en día visualizar características como color de ojos, cabello y piel. De comercializarse este servicio, podría desatarse un acercamiento a la práctica conocida como eugenesia: la filosofía que defiende la “mejora” de los rasgos hereditarios mediante manipulación genética y métodos selectivos de humanos.

En un informe emitido en 2001, los miembros de la Asociación Norteamericana de Medicina Reproductiva advierten de los riesgos que conllevan los “bebés de diseñador”: “Un problema potencial de estas prácticas es que el valor que se le da a un ser humano se base en sus características genéticas y no en el respeto inherente a su vida y dignidad”.

Y ocho años después, una clínica de Los Ángeles llamada Fertility Institutes comenzó a ofrecer el servicio de selección de las características físicas de los futuros seres humanos. El sitio es probablemente el mayor receptor en Estados Unidos del llamado “turismo de la fertilidad”, es decir, que atiende a parejas o mujeres de otros países que acuden para logar un embarazo.

Su director general, el médico Jeff Steinberg, participó en el equipo que permitió el primer nacimiento de un bebé por fertilización in vitro en 1978, Louise Brown, y ha sido entrevistado por numerosos medios de comunicación en Estados Unidos y Reino Unido.

Debido a las críticas sociales que despertó el polémico procedimiento, un año más tarde, Steinberg se retractó y la clínica suspendió su oferta de “bebés a la carta”, concentrándose mejor en promover la especialidad que les ha generado millones de dólares: la selección de sexo.

Curiosamente, Fertility Institutes tiene una sucursal en Guadalajara, México (aparentemente la única sede fuera de Estados Unidos), en donde por un precio total de 10 mil 800 dólares (alrededor de 142 mil 647 pesos) se escoge el género del feto por cualquiera de las dos técnicas disponibles: MicroSort o por medio del diagnóstico genético preimplantatorio (DGP).

La filial en Guadalajara representa la opción “barata” para los pacientes extranjeros —en su mayoría del Reino Unido y Canadá— que desean fuertemente seleccionar el sexo de su hijo o hija, pues los costos de la misma intervención en el vecino país son mucho más elevados. Esto sugiere que México podría ser ya un destino del “turismo de la fertilidad”.

A través del mismo documento en el que la Asociación Norteamericana de Medicina Reproductiva fija su postura sobre las técnicas de selección de sexo por métodos de reproducción asistida, se exploran algunas de las preocupaciones sociales. Entre ellas no se descarta que esta condicionante aumente o favorezca la discriminación de género, “ya sea porque las técnicas permiten que nazcan más varones como primogénitos o porque pueden desencadenar un desbalance en la tasa entre hombres y mujeres”.

El documento cuestiona si pagar por escoger el género del bebé implica que los padres exigirán más duramente que su hijo o hija se comporte de acuerdo con las normas sociales implícitas para su sexo, lo que podría complicarse si a la postre, el hijo o hija tiene comportamientos disímiles o incluso una identidad de género contraria a la biológica.

Entre los argumentos a favor, se considera que esta práctica no atenta necesariamente contra los derechos del futuro bebé, y recae en la libertad personal de cada quien. “Eso no significa que deba ser fomentada, pero tampoco hay argumentos para prohibirla”.

Martha Tarasco, miembro de la Academia Nacional Mexicana de Bioética y profesora investigadora de la facultad de bioética de la Universidad Anáhuac, externa varias preocupaciones con respecto a las prácticas de reproducción asistida y su falta de reglamentación.

Tarasco reconoce que debido a sus altos costos, son pocos los mexicanos que llegan a las clínicas de infertilidad, y aún menos las que piden un proceso de selección de sexo. Sin embargo, considera que “el querer sólo por un capricho un sexo determinado, porque le hace más ilusión, porque la suegra quiere o porque el marido ya tenía otros hijos y ya quiere niñas, es algo injusto: se está cosificando a la persona. Desde el punto de vista de la sociedad que se crea familiarmente hay cambios casi imperceptibles que luego tienen grandes consecuencias”.

La especialista explica que el hecho de manipular la gestación del bebé hasta el grado de elegir el género, “habla de una personalidad que también va a querer manipular así el resto de su vida. Y que no lo hacen por maldad, pero son áreas de inmadurez”.

Por ello, en su opinión las clínicas deben proporcionar apoyo psiquiátrico previo a las parejas que se someten a estos tratamientos.

“Las técnicas de reproducción asistida no son un tratamiento contra la infertilidad. Son una sustitución de la fertilidad”.

Nacen más hombres, mueren más mujeres

La selección de sexo por medio de técnicas de reproducción asistida roza algunas fibras morales en un contexto socialmente desigual para hombres y mujeres, donde tres de éstas mueren cada día a causa de la violencia doméstica y dos terceras partes de las personas más pobres del mundo son del sexo femenino (cifras de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura).

El tema se vuelve particularmente complejo en sociedades con altos índices de machismo en donde se practican abortos selectivos para no tener hijas y hasta infanticidio, como en China e India, lo que ha desbalanceado la proporción entre mujeres y hombres. Las cifras del último censo en China, aplicado en 2010, revelan que en promedio nacen 119 varones por cada 100 niñas, cuando la tasa natural se estima en 105 hombres por 100 mujeres.

En ambos países, los métodos para seleccionar el sexo del bebé en las técnicas de reproducción asistida están prohibidos. Inclusive en India hay restricciones para el uso de equipos de ultrasonido que revelen el sexo del feto y puedan desencadenar un aborto selectivo. En un lapso de 20 años, se habría impedido el nacimiento de 10 millones de niñas sólo por ser mujeres, de acuerdo con investigaciones conjuntas entre ese país y Canadá, cuyos resultados fueron publicados en la revista médica The Lancet en 2006.

En muchas naciones desarrolladas, menos laceradas por la disparidad de género, la selección de sexo está permitida. Pero entre las excepciones destacan Reino Unido, Canadá y Alemania, que año con año expulsan miles de “turistas de la fertilidad” hacia clínicas de otros países, particularmente de Estados Unidos, donde la selección de sexo no sólo está permitida, sino que es un procedimiento altamente comercializado.

México dista mucho de gozar de los niveles de equidad de género que tienen Estados Unidos, Alemania, Canadá o Reino Unido. Los indicadores del machismo están a flor de piel: según la Encuesta Nacional sobre Discriminación en México aplicada en 2010, más de la mitad de las mujeres (56%) considera que en el país no se respetan los derechos de las féminas y que la sociedad en general no ayuda a resolver el problema.

De acuerdo con cálculos de una comisión especial creada en la Cámara de Diputados en 2012, están documentados al menos cuatro mil 419 posibles feminicidios en el sexenio pasado. Y la cuenta sigue.

SABER MÁS

Los procedimientos


Médicamente, las mujeres que se embarazan de forma natural tienen muy pocas probabilidades de determinar conscientemente el sexo de su bebé. Sin embargo, existen dos tratamientos de alta efectividad en las técnicas de reproducción asistida.

MicroSort


Técnica: inseminación artificial.

> 1. Consiste en la separación de espermatozoides en dos grupos: los que tienen cromosoma “Y” y los que tienen “X”, para después realizar una inseminación solamente con los gametos del género deseado.

> 2. Los espermatozoides con el cromosoma “X”, es decir, los que producen un embrión femenino, pesan más y son más grandes, por lo que al teñir toda la muestra de semen con un colorante fluorescente, brillan con mayor intensidad y es posible separarlos de los otros.

> 3. La efectividad del tratamiento para obtener un niño es de 80% y para una niña es de 90%, aproximadamente.

Diagnóstico Genético Preimplantatorio

Técnica: fertilización in vitro.

> 1. Consiste en un estudio del ADN de los embriones humanos para escoger aquellos que estén libres de anomalías genéticas y cromosómicas. También permite conocer el sexo del embrión y aunque en teoría no se practica en México, es posible visualizar algunas características físicas del futuro ser humano como el color de ojos, piel y cabello.

> 2. Suele aplicarse en las madres de más de 41 años que ya se han hecho fertilizaciones in vitro y han fracasado, o bien, que hayan tenido abortos espontáneos en embarazos previos, para descartar que algún “defecto” en el embrión sea el que no permita consumar el embarazo de manera satisfactoria.

> 3. La efectividad de la selección de cualquier sexo por medio de esta técnica es prácticamente de 100%.

EL DATO

Ficción hecha realidad


Los ejemplos más trágicos de la filosofía eugenésica coexisten en la realidad y en la ficción: desde las políticas de “mejoramiento de raza” del régimen Nazi en Alemania, hasta la distópica sociedad basada en la discriminación genética en la novela “Un mundo feliz”, escrita en 1932 por el británico Aldous Huxley.

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