Una Batalla Justa

GUADALAJARA, JALISCO (30/ABR/2010).- Cada mañana me levanto pensando en lo incierto que es mi futuro y lo mucho que se ha degradado mi presente. Soy un joven de veinte años, y a mi corta edad puedo decir que me desagrada la realidad de mi país. Mi país esta en guerra. Una guerra sin cuartel, una guerra sin salida. Una guerra que no sólo toma vidas de aquellos que tienen sed de sangre, por el contrario arrasa con todos los que estén dentro de su territorio.

No luchamos contra un enemigo ajeno. Luchamos contra un enemigo que poco a poco fue ganando territorio y logro infiltrarse dentro de nuestra sociedad. Un escenario que tal vez vimos muy lejano a llegar, sin embargo, nuestra negligencia fue su mejor aliado y hoy en día es dueño de la realidad a la cual esta sujeto nuestro país. Ha sembrado odio y terror y nos ha limitado a vivir con miedo de levantarnos en su contra. Nos ha hecho creer que su presencia es necesaria y que sus acciones controlan la manera en la que se gobierna este país.

Como un joven de veinte años me es imposible cambiar el presente en el que vive nuestra sociedad. No controlo la dirección en la que se disparan las balas ni la manera en la que se maneja mi país, sin embargo, puedo alzar la voz y decir que su presencia nos ha cegado, un país opera en base a las necesidades del pueblo y al camino que debe tomar para el bienestar de su gente y no de una persona en especial.

Las personas se han olvidado que tenemos el arma mas grande y esta es la de decidir el futuro de nuestro país, porque esta tierra nos pertenece, esta tierra no es de el que la reclama sino de el que la hace crecer día con día, el que busca construir y no destruir.

Mi espíritu esta lleno de fuerza que al ver temor, terror y dolor en mi gente me invita a levantarme como nunca antes lo había hecho y tomar parte dentro de esta guerra, a participar de manera inteligente y no a base de armas y fuerza, sino de manera intelectual buscando primeramente fortalecer a la sociedad de manera ética y moral, dándole un sentido de vida a todos los mexicanos, que reciban un motivo de vida que cada día los haga querer llevarse a si mismos a lo más alto.

Ante esta fuerza el enemigo no tendrá oportunidad, esa semilla que dejó sembrada jamás volverá a florecer y sus embates serán inútiles. Como mexicanos nos debemos sentir orgullosos de pertenecer a este país y amarlo de tal manera que jamás permitiremos que ningún enemigo por mas terror que nos busque implantar o por fuerte que se diga ser nos doblegue. No permitiremos que haga de nuestra tierra un lugar de sangre y dolor. México es nuestro.

Esta guerra no es de uno ni de dos. Es de todo un país y nos concierne a todos formar parte en ella a través de nuestras actitudes y con la disposición de cambiar aquellos malos hábitos que consideramos normales alguna vez. Como joven mexicano me da orgullo decir que amo a mi país y no permitiré que nada ni nadie lo destruya. El futuro de nuestro país está en nuestras manos, hagamos de él algo de lo que todos nos podamos sentir orgullosos.

Enrique Gómez Leñero