Jueves, 25 de Abril 2024
Suplementos | Un extenso territorio donde el Génesis parece que aún no termina

Chile es todavía un paraíso

En este extenso territorio que recorre una gran parte de Sudamérica al lado de las aguas del Océano Pacífico, el Génesis parece que todavía no termina.

Por: EL INFORMADOR

El desierto de Atacama, entre Marte y la Luna. EL INFORMADOR / P. Fernández Somellera

El desierto de Atacama, entre Marte y la Luna. EL INFORMADOR / P. Fernández Somellera

GUADALAJARA, JALISCO (09/JUL/2017).- Este enorme y larguirucho país suramericano, es un verdadero laboratorio geológico en donde, por la vastedad de sus territorios y sus grandes planicies, montañas, islas y desiertos, se han podido -hasta cierto punto- mantener aún prístinas algunas de sus maravillosas zonas escondidas.   

-Pareciera que aquí el Génesis está todavía en proceso- decía el famoso capitán FitzRoy al mando del Beagle quien, junto con el joven Darwin compartía sus experiencias observando las montañas en su continuo proceso de evolución para lograr las sorprendentes alturas que a la fecha nos siguen impresionando; de hecho, uno de los imponentes picos rocosos de Torres del Paine, fue bautizado con su nombre.

En este extenso territorio que recorre una gran parte de Sudamérica al lado de las aguas del Océano Pacífico, el Génesis parece que todavía no termina. La actividad telúrica causada por el empuje de la Placa del Pacífico sobre sus costas, es más intensa que en casi cualquier otro punto del globo terrestre. El asombroso cuerpo celeste llamado Tierra -aún en etapa adolescente- en estos lugares sigue vivo y generando energía. Chile está situado en el cordón volcánico que recorre de arriba abajo nuestro continente; es por eso que los volcanes y las  montañas siguen en plena actividad, originando algunos de los paisajes más extraordinarios del planeta.

En esta ocasión, tuvimos la suerte de visitar la parte más al norte del país, en donde hace frontera con Perú, con Bolivia y con Argentina, en donde  comparten las zonas más secas y salinas del mundo. En el Desierto de Atacama, como ya decíamos,  no hay nada; solo planicies enormes, tierra, cerros, volcanes, sal, mucha sal y formaciones estrafalarias de rojos intensos parecidas al planeta Marte. Blancuras saladas con cráteres que recuerdan la superficie de la Luna. Valles enormes rodeados de cerros color esmeralda, tratando de ocultar a los azules que están tras ellos, quienes se lucen abrazados por las altas montañas cobrizas decoradas con la blancura de las vetas de sal que resuman entre sus costillas, bajo un cielo intensamente azul. Pero… fuera de eso  no hay nada: solo el desierto más desierto del planeta.

Se le considera, junto con sus 25 millones de años, como la superficie más antigua y más seca que existe en el planeta; más seca que los ‘Valles Secos de Mc Murdo’ en la Antártida; y casi de la misma edad que las estrafalarias montañas planas de los Tepuys en Venezuela.

Hace millones de años todo este desierto era un gran mar del que su sal (Cloruro de Sodio), ya sin el agua, continuó aflorando y llenando lagunas valles y laderas secas, debido a la evaporación y a los extraños fenómenos de filtración de las montañas que le rodean.

Se sabe que estos territorios han sido habitados desde hace milenios; y sus austeras poblaciones han sobrevivido, tanto con el comercio de la preciada sal, ya sea como condimento, o como aditivo para los materiales empleados en las construcciones y en las carreteras. Dichos primigenios habitantes, igualmente y con gran satisfacción y fortaleza, se  han servido en el curso de los tiempos, de la utilización de pieles, lana y carne de las llamas y de los guanacos; así como de la obtención y venta del preciadísimo pelo de las hermosas y montaraces vicuñas.

Últimamente, algunas gentes que han tenido la astucia de investigar “en donde no había nada”, han descubierto que todas estas tierras salinas ¡son riquísimas en Litio! el preciado material que ahora es indispensable para los artilugios de alta tecnología: baterías, celulares, computadoras y demás aparatos modernos; convirtiéndose este lejano lugar en una “mina de oro” para quienes fabrican y comercian con este tipo de aparatos.

Pero en Atacama no hay nada. Sol achicharrador, con temperaturas -en ocasiones- sobre los 40° durante el día y 10° bajo cero por las noches; cielos tan limpios y claros que fueron la causa de que ahí, en una plana montaña de tres mil 400 metros de altura, se decidiera colocar el impresionante y magnífico telescopio “ALMA” (Atacama Large Millimeter Array).                    

Un lugar como éste, es ciertamente impresionante: calor insoportable durante el día; congelamiento nocturno; cielos estrellados con la Vía Láctea en todo su esplendor; extensas planicies salinas con la cordillera de los Andes como telón de fondo; paisajes lunáticos o marcianos; amaneceres y atardeceres ‘de calendario’; llamas rumiando los escasos mogotes de hierba, y vicuñas hurañas trepadas en los riscos.

Si esto te llama la atención y te cautiva, estar en un lugar como este es un prodigio. Fácil no es. Cercano tampoco. Considerarlo como un hito en tu vida es algo tan personal que… mejor lo dejo en puntos suspensivos.

Un paraíso muy lejano, y todavía escondido.

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