Miércoles, 24 de Abril 2024
Suplementos | La tradicional cantina Los Molachos cerró sus puertas el pasado sábado 11 de febrero

El adiós de un clásico tapatío

La tradicional cantina Los Molachos cerró sus puertas el pasado sábado 11 de febrero

Por: EL INFORMADOR

Por aquí el tiempo se detenía un rato. EL INFORMADOR / ARCHIVO

Por aquí el tiempo se detenía un rato. EL INFORMADOR / ARCHIVO

GUADALAJARA, JALISCO (19/FEB/2017).- Tuvo una barra única, un servicio de bar como pocos y acaso, la mejor música: un piano que musicalizó tristezas y alegrías de miles de tapatíos de todas las generaciones. En servicio desde 1962, fue testigo mudo de la transformación de las costumbres y modos de los tapatíos. Hasta el viernes 10 de febrero fue un referente, un espacio convertido en ritual: los tragos, la comida y la música, todo sin pausa pero sin prisa.   

Los Molachos cerró y con su adiós la ciudad pierde uno de sus clásicos. Se van con él una tradición y deja en el desamparo a centenares de habituales a sus mesas, a la vista de la avenida Alcalde y las notas de Silvino Hernández, el hombre que le puso música a este recinto.  

También conocido como Las Famosas Escaleras la cantina cumplió a cabalidad con lo que escribió el poeta Miguel Ángel Hernández Rubio:  

“Una cantina es un mingitorio a tiempo
y un buen servicio de bar;
no la mullida almohada para recordarte
ni para decir, mira pues, pero qué malo es el amor.
Pero te decía,
una cantina es uno y ya…
y qué le vamos a hacer”.  

Para el historiador Guillermo Celís, conocedor de la cultura de los bares tradicionales de la ciudad, el cierre de Los Molachos deja una ausencia por muchos motivos, acaso el más importante es que se fue un centro de recreación sin cortapisas: “Fue un lugar con la vida cantinera de Guadalajara que estuvo muy vigente durante muchas décadas y que poco a poco se está acabando. Era parte de las historias que no se cuentan pero que ahí están; esta Guadalajara que no es tan católica, tan “mocha”, a la que le gusta el trago, una Guadalajara bohemia, tanto que tenía unas réplicas de Toulouse Lautrec con la idea cabaretera; son historias latentes aunque no se les narre. Me parece que Los Molachos tenía aspectos para seguir vigente: su cercanía con el Centro y con la avenida Alcalde la hizo punto central de la vida tapatía, está a menos de 200 metros de La Catedral”.

Con el cierre de Las Famosas Escaleras, también se pierde la vida nocturna en el Centro de Guadalajara, que cada día que pasa apuesta más por enclaustrar sus bares en zonas gentrificadas y con una oferta más elitista, poco accesible a la todas las clases y estratos sociales.

“La tradición que tenía Los Molachos es porque era uno de los pocos lugares de entretenimiento nocturno tradicional que todavía quedaban en Guadalajara, y por diversión tradicional nocturna me refiero a salir a tomarte una copa de licor y estar con amigos o familia o con tu pareja, escuchando música de moda de épocas anteriores; había jazz, un poquito de ritmos tropicales en el violín o lo que estuvieran tocando en el momento, esa tradición que fue forjando el Molachos le dio características que lo hicieron diferente”, señala Celis, y ahonda: “la cantina como tal está desapareciendo y ceden su lugar a espacios como los que abren en Chapultepec o Chapalita no persiguen el entretenimiento popular o para todas las personas. Los Molachos fue uno de los lugares que por varias décadas formó parte de la oferta de entretenimiento nocturno de la ciudad, y  han pasado generaciones de tapatíos que estuvieron en sus mesas, a celebrar o ahogar sus penas o a lo que sea que va uno a la cantina, me parece que era uno de los lugares de clases populares, clase media y gente de clase alta llegó con el simple afán de pasar una noche y entretenerse”.  
 
Se despide una tradición

La música mexicana forjó su cultura en esos espacios entre las sombras, entre tragos y comidas los sonidos reverberaron y le dieron el lustre a los cancioneros y mariachis. El mismo cine mexicano en su llamada época de Oro no se entendería sin la presencia de las cantinas como lugar de encuentro, a donde los machos iban a doblarse y llorar por amor.  

En pleno siglo XXI y ante el avasallante cambio que sufre Guadalajara, parece que ya no hay espacio para las cantinas. La modernidad  les quitó el lustre y las convirtió en la otredad, el lugar curioso que permanece pero al que no se asiste. Con su cierre también se pierden los encuentros que la casualidad deparaba, las otras historias de la ciudad.

Temas

Lee También

Recibe las últimas noticias en tu e-mail

Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día

Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones