Viernes, 26 de Abril 2024
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Café de Tacuba

Referente cultural y gastronómico en pleno corazón de la Ciudad de México

Por: EL INFORMADOR

Además de los chilaquiles verdes, la carta también incluye sopes de crema y queso, chuchulucos Tacuba y quesadilla comalera. EL INFORMADOR / F. González

Además de los chilaquiles verdes, la carta también incluye sopes de crema y queso, chuchulucos Tacuba y quesadilla comalera. EL INFORMADOR / F. González

GUADALAJARA, JALISCO (21/AGO/2016).- Café Tacuba (Tacuba 28), en pleno corazón de la Ciudad de México, es un referente cultural y gastronómico que no debe faltar en tu itinerario.

Basta con poner un pie en el interior de este recinto fundado en 1912 para darse cuenta que no es un café común, ni la típica fonda o restaurante de moda.

La visita es entrañable por los sabores de su carta y olores que flotan en el ambiente, además de la chabacanería, la música y el ambiente bohemio que aquí y solamente aquí se puede disfrutar.

El menú

Antojitos: Como buen adicto a los chilaquiles, no pude resistirme a pedir unos tradicionales de la casa (como lo aprecias en la fotografía principal). Están mejor servidos de lo que pensaba, la salsa tiene verde tiene un cierto sabor cítrico y el queso es delicioso y hace perfecta comparsa con el platillo. La carta también incluye los típicos sopes de crema y queso, chuchulucos Tacuba y quesadilla comalera. Una delicia bárbara.

Imperdibles: Es temporada de chiles en nogada, y Café Tacuba no se iba a quedar atrás. El del menú “no pica” tanto, claro, por lo que te lo recomiendo. Los panuchos de la casa son también una delicia bárbara y no se diga los tacos de la casa. Todos los platillos vienen bien servidos, pero ojo, que tardan en llegar entre 20 y 30 minutos, ¿ya ves por qué te dije que tomaras el panecito que te ofrecen al llegar?

Pollo y pescado: El pollo es un elemento “casi” omnipresente en el menú de Café Tacuba, y por si no fuera suficiente, tiene un apartado propio. Ya sea frito con papas, poblano con arroz, con hongos y en mole poblano, los amantes de su sabor se darán gusto.

Si lo tuyo es la comida marina, vale la pena el pescado guachinango, al mojo de ajo o “el de casa”. En todos los casos viene bien servido y con el sazón que le saben poner en el recinto.

Las sorpresas: Es popular ir a desayunar o comer a Café Tacuba, pero para los que se aventuran por la noche, tienen un pozole buenísimo.

Las enchiladas bien merecen una nota aparte, pero por no dejar pasar, la recomendación es que pruebes las tapatías (vienen con pipián verde), las pachuqueñas o unas mixtas si no te decides hasta el último momento. ¡Ah!, y sí, hay carta de ensaldas, para los que andan a dieta.

El rico postre: Si comenzaste disfrutando un pan dulce, es probable que tu estómago quiera cerrar el ciclo con algo azucarado. Los buñuelos y el bizcocho son las opciones infaltables si deseas completar el ciclo de calorías, aunque te recomiendo los postres mexicanos de la casa o un plátano don helado (suculento). Ya si eres más tradicional, está el helado de Tres Marías por si el día es cálido y el hambre enorme.

Placer para todos los sentidos

Primero, ¿por qué es tan especial Café Tacuba? ¿Qué puedes encontrar en sus rincones como para convertir cada visita en un acto que sea tan sublime como memorable? Quizás la respuesta no se obtiene observando su nutrido menú, sino a la gente. Desde su personal de servicio hasta los comensales, pasando por los músicos que se pasean incansables entre las mesas, y terminando por los curiosos que observan la fachada del restaurante, esperando arrancar con la vista alguno de los sabores que habitan en su interior.

Si llegas a la hora del desayuno o la comida, lo más seguro es que te tengas que apuntar para obtener una mesa, una estampa que se repite en la mayor parte de los restaurantes del Centro de la capital. Pero a diferencia de los demás, aquí te puedes entretener observando el ajetreo que el restaurante ofrece a sus visitantes -y del que estás a punto de ser parte-.

Entrar al Café Tacuba a cualquier hora es como llegar a una fiesta donde ya te estaban esperando desde hace rato. Música que va de la rondalla a los boleros, grupos de amigos que conversan en altos decibeles -y se carcajean de forma todavía más estruendosa-, el choque de las copas y las tazas y los olores de platillos que van de la cocina a las mesas. El impacto visual es impresionante y eso que todavía no vemos el menú.

La carta presume una fuerte inclinación por la cocina mexicana tradicional con la que cuenta el recinto -y en esta temporada se engalana con unos supremos Chiles en nogada-, aunque para ir calentando el apetito te van a ofrecer pan dulce y un rico café. Te recomiendo que los pruebes, pues el pan sin ser una maravilla es una tradición (y sirve que entretienes el apetito en lo que llega la parte fuerte de los alimentos).

¿Qué te parece si vemos lo que hay en la carta?

EL INFORMADOR / FRANCISCO GONZÁLEZ

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