Viernes, 19 de Abril 2024
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El Papa ofrece tres consejos para cuidar el matrimonio

Recuerden estas palabras que ayudarán mucho a su vida matrimonial: permiso, gracias, perdón

Por: EL INFORMADOR

Ante miles de jóvenes, Francisco ofreció un esperanzador mensaje para todas las familias, formadas y por formarse. NTX / M. Episkot

Ante miles de jóvenes, Francisco ofreció un esperanzador mensaje para todas las familias, formadas y por formarse. NTX / M. Episkot

¿Qué aprovecha el hombre de todos sus trabajos bajo el Sol?

GUADALAJARA, JALISCO (31/JUL/2016).-
Hay un libro en la Biblia en el Antiguo Testamento llamado Qohelet o Eclesiastés que quiere decir “el presidente de la asamblea”, o “uno de la asamblea”, o “uno que tiene algo qué decir en la asamblea” Fue escrito 250 años antes de Cristo, y en la liturgia de este domingo presenta sólo tres versículos con fuerte carga explosiva.

Así empieza: “Todas las cosas, absolutamente todas, son vana ilusión”, y sigue: “¿Qué aprovecha el hombre de todos sus trabajos bajo el Sol?”

Tal vez a alguien le parezca pesimista, o sacado de la realidad, cuando el pensamiento de casi todos los hombres lo caracteriza el afán por obtener las cosas materiales; el materialismo y el hedonismo, han sido signos característicos en el ambiente de este siglo.

Más es, ante todo, una visión distinta para ayudar a establecer una verdadera jerarquía de valores, y que no sea sólo el afán enfermizo de acumular riquezas, de ir tras ellas, de vivir para ellas y hacer de ellas medio y fin de su vida.

Por tal de tener, trabajar sin tregua, pasar noches insomnes, sobrellevar angustias y temores, perder hasta la paz, la salud, y nunca hacerse la pregunta con la profundidad con que la plantea el Qohelet: “¿Qué aprovecha?”.

El mismo autor pretende inquietar, poner interrogantes angustiosas y hacer críticas radicales, singularmente a quienes se han olvidado de Dios, de los otros bienes, de familia, de amistad, de salud y de paz, y viven ciegamente entregados a esos “trabajos bajo el Sol” que les traen riquezas.

Hace críticas radicales, por lo estrecho de la visión de quienes sólo se preocupan de las cosas materiales.

Lo que escribió hace más de 22 siglos, tiene aplicación, sentido y valor iguales para el apresurado hombre del Siglo XXI. ¿Para qué se afana tanto? ¿Para qué arriesga tanto su salud corporal y espiritual? Para tener lo que —quiera o no quiera— un día tiene que dejar.

En esto entra la expresión del Qohelet, de que todas las cosas “son vana ilusión”; y tal vez una ilusión tan limitada, que abarca solamente lo que puede durar la vida terrena de un hombre, que pasa de prisa, que se apaga, que se desvanece en el tiempo, que se disipa.

Eso que ha acumulado es algo fortuito, pasajero, una realidad como un soplo. Por eso el autor emplea el término en hebreo: “hebel”, que significa soplo.

Para quien coleccionó los más extraños automóviles, caros, vistosos; quien amontonó riquezas o colecciones de pinturas de artistas famosos, o simplemente ceros y más ceros en sus cuentas bancarias, todo será “hebel”, soplo, un día no lejano. No es pesimismo la visión de Qohelet: es advertencia, para ampliar la mirada a horizontes más allá de los terrenales.

“Eviten toda clase de avaricia”. En el capítulo duodécimo del Evangelio de San Lucas hay una escena, en la que el tema sobre el uso de los bienes materiales adquiere más amplia visión, en la voz de Jesús, el Hijo de Dios.

En medio de la multitud, un hombre le dijo: “Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia” Pero Jesús le contestó: “Amigo, ¿quién me ha puesto como juez en la distribución “de herencias?”. Y dirigiéndose a la multitud, dijo: “Eviten toda clase de avaricia”.

Cristo no condena las riquezas, sino el mal uso de ellas. Las riquezas son regalo de Dios, y quienes así lo han entendido, han sabido agradecer ese regalo como se agradecen otros regalos divinos: el talento, la inspiración y la sensibilidad del artista, el ingenio, la gracia, la salud y la misma vida.

Pero deben entender quienes han recibido riquezas, como quienes han sido enriquecidos con otros dones, que cuanto se ha recibido tiene una función social. Nada es solamente para sí mismo, ni para los límites del tiempo. Todo tiene función social y trascendental.

José Rosario Ramírez M.

Desde Cracovia, el Papa Francisco ofrece tres consejos para cuidar el matrimonio

La Iglesia Católica tiene puesta la mira esta semana en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en Cracovia, ahí el Papa Francisco sostuvo el pasado 28 de Julio, una breve pero profunda plática con los participantes, abordando el tema del matrimonio, hoy tan actual y necesario para mejorar nuestras relaciones familiares.

"Yo cuando encuentro a uno que se casa, a un joven que se casa, a una chica que se casa, les digo estos son los que tienen coraje porque no es fácil formar una familia, no es fácil comprometer la vida para siempre, hay que tener coraje y los felicito porque ustedes tienen coraje.

A veces me preguntan cómo hacer para que la familia vaya siempre adelante y supere las dificultades. Yo les sugiero que practiquen siempre tres palabras, tres palabras que expresan tres actitudes: tres palabras que los pueden ayudar a vivir la vida del matrimonio porque en la vida del matrimonio hay dificultades.

El matrimonio es algo tan lindo, tan hermoso, que tenemos que cuidarlo porque es para siempre y las tres palabras son: permiso, gracias y perdón.

1.- Permiso: Siempre preguntar al cónyuge, la mujer al marido y el marido a la mujer: ¿Qué te parece, te parece que hagamos esto? Nunca atropellar, permiso.

2- Segunda palabra. ser agradecidos: Cuántas veces el marido le tiene que decir a la mujer, gracias; y cuántas veces la esposa le tienen que decir al marido, gracias. Agradecerse mutuamente porque el sacramento del matrimonio se lo confieren los esposos, el uno al otro. Y esta relación sacramental se mantiene con este sentimiento de gratitud, gracias.

3.- La tercera palabra es perdón: Es una palabra muy difícil de pronunciar. En el matrimonio siempre, o el marido o la mujer siempre tienen alguna equivocación. Saber reconocerla y pedir disculpas, pedir perdón, hace mucho bien.

Hay jóvenes familias, recién casados, muchos están casados, otros están por casarse. Recuerden estas tres palabras que ayudarán tanto a la vida matrimonial: permiso, gracias, perdón. Repitámoslas juntos: permiso, gracias, perdón. Más fuerte, todos: permiso, gracias, perdón.

Bueno, todo esto es muy lindo, es muy lindo decirlo en la vida matrimonial, pero siempre hay en la vida matrimonial problemas o discusiones. Es habitual y sucede que el esposo y la esposa discuten, alcen la voz, se peleen.

Y que a veces vuelen los platos (risas), pero no se asusten cuando sucede esto, les doy un consejo, nunca terminen el día sin hacer la paz.

¿Y saben por qué? Porque la guerra fría al día siguiente es muy peligrosa. “¿Y cómo tengo que hacer Padre, para hacer la paz?” Puede preguntar alguno de ustedes. No hace falta un discurso, basta un gesto (El Papa se toca la cara dos veces y lo repite), y se acabó, ya está hecha la paz. Cuando hay amor un gesto arregla todo".

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