Martes, 23 de Abril 2024
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En colores y alegría... ¡Tlacotalpan es la mía!

Fue contruido en la Colonia, después de haber pasado por mil y un historias

Por: EL INFORMADOR

Bienvenida. Al llegar descubrirás la alegría de este pueblo.  / CORTESÍA

Bienvenida. Al llegar descubrirás la alegría de este pueblo. / CORTESÍA

GUADALAJARA, JALISCO (10/JUL/2016).- Axayácatl, el bravo guerrero azteca que allá por los años del mil cuatrocientos y pico sometió a los que  habitaban las “tierras calientes” en las orillas del Papaloapan, fue quien bautizó como Tlacotalpan -Tierra Partida en náhuatl- a esa bella y colorida población que se encuentra, orgullosa y colorida, en el jarochísimo Estado de Veracruz.

Tlacotalpan se halla arropada entre las calientes, vaporosas y ricas tierras por donde corre lento y abundante el enorme Papaloapan (el “Río de las Mariposas”). Si unimos los toponímicos de “La Tierra Partida” con  el “Río de las Mariposas”  la imagen resultante que será “La tierra partida por el río de las mariposas” que suena más que ideal para describir a este lugar ¿no creen? Además, ese nombre le viene  de maravilla para describir al alegre pueblo rebosante de ritmo y de color, calor y jarochisidad (la acabo de inventar) a flor de piel y a toda hora, son sus distintivos; tanto así que Agustín Lara, el “Flaco de Oro”  presumía de haber nacido aquí.

El encanto de sus casonas radiantes y dignas, de corte más bien clásico, son adornadas con rotundos colores para, expresar, sin temor, la alegría de vivir que tienen sus habitantes jacarandosos y explosivos.

Con gusto y desenfado -y con increíble arrojo- usan sin temor las estruendosas combinaciones de color en las fachadas de sus gozosas fincas, en donde la vida transcurre con calma y desenfado. Un cierto sentimiento de que las horas se alargan también embelezadas con los colorones.

El resultado ha sido tan exitoso, que en 1998 la UNESCO tuvo a bien seleccionarla como una de las ciudades del mundo “Patrimonio de la Humanidad”. (Interesante es saber que UNESCO significa “United Nations Educational Scientific and Cultural Organization”; o sea “Organización para la Educación, la Ciencia y la Cultura de las Naciones Unidas”; y fue creada en el año de 1946 (la post-guerra) con el objeto de promover la paz mundial a través de la comunicación, la educación y las ciencias naturales y sociales).

Tlacotalpan fue construido allá en tiempos de la Colonia, claro que después de haber pasado por mil y un historias de conquistas impositivas como la ingrata sustitución de los dioses propios (Chalchitlicue: diosa de las aguas) por los nuevos e importados (la Virgen de la Candelaria); las manos de los poderosos que van y vienen imponiendo criterios desiguales; las ideologías diferentes, sintetizadas con tan solo repasar los nombres con los que ha sido bautizado: una vez fue simplemente Tlacotalpan, otra vez la Isla de La Candelaria, más tarde San Cristóbal de Tlacotalpan, y alguna vez Tlacotalpan de Porfirio Díaz… (?)

Así fue que ha transcurrido una buena parte de su historia, vagando entre dioses, santos y políticos, hasta que con el correr del tiempo, con el solo nombre de Tlacotalpan fue reconocida por el gobierno mexicano cómo “Ciudad Típica”; más tarde “Monumento Histórico”, y luego “Pueblo Mágico” que todas le quedan cortas para describir la “jarochicidad” que hable del espíritu de las coloridas casonas y barrios de este bello pueblo.

Tlacotalpan está en el Estado de Veracruz, sobre una barra de arena que separa a la Laguna de Alvarado con las aguas del Golfo de México, y un poco más de 80 km. al Sur del puerto. Una pequeña desviación de 14 km que bordea el Río Papaloapan llega hasta la bella Tlacotalpan. Vale mencionar que mariscos de todas clases con el sabor casero de la cocina veracruzana se ofrecen en su orilla.

“Tlaco” es una tranquila ciudad tropical en donde los peatones caminan tranquilos por las callejuelas adoquinadas. Donde los escasos automóviles pasan casi a vuelta de rueda guardando el debido respeto para los caminantes. Las señoras van a comprar empanadas y “galletas de agua” a la impecablemente bien puesta tienda de la esquina, en  donde la elegancia clásica de las fachadas y sus colores parecen estar cantando con sangre jarocha las canciones del Flaco de Oro.  

El Río Papaloapan, enorme y caudaloso va a su lado tirando al mar impresionantes torrentes de agua que bastarían para llenar en un instante a nuestro queridísimo Lago de Chapala. No podemos decir que muchos, pero si muy buenos hoteles pueblerinos, están listos para recibir a los visitantes “cómo si se conocieran desde siempre”. Pareciera que un ángel jarocho vigila el bienestar del famoso Tlaco al son de las marimbas de los portales de la plaza.

PD: Vayan estas líneas para despedir a mi amigo y colega Don Flavio Romero de Velasco, que nos dejó sus valiosos pensamientos como valioso “Trigo sin Paja”. Gracias amigo. ¡Buen viaje!  

 vya@informador.com.mx  

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