Jueves, 25 de Abril 2024
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Decimotercer domingo del Tiempo Ordinario

La liturgia nos hace un llamado como Iglesia, para analizar por dónde es que estamos llevando nuestra vida pastoral y evangélica

Por: EL INFORMADOR

Dios no está ausente, ni es insensible, ni ajeno a la vida de cada uno de los seres humanos. ESPECIAL /

Dios no está ausente, ni es insensible, ni ajeno a la vida de cada uno de los seres humanos. ESPECIAL /

LA PALABRA DE DIOS

PRIMERA LECTURA
Lectura del Primer Libro de los Reyes (19,16b.19-21)


“Luego se levantó, marchó tras Elías y se puso a su servicio”.

SEGUNDA LECTURA
Lectura de la Carta del Apóstol San Pablo a los Gálatas (5,1.13-18)


“Amarás al prójimo como a ti mismo”.

EVANGELIO
Lectura del Evangelio según San Lucas 9,51-62

“Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios”.

GUADALAJARA, JALISCO (26/JUN/2016).- El hombre fluye como fluye el tiempo. El hombre pasa como pasa el tiempo. Cada vida tiene el mismo signo del tiempo y el tiempo se fueron, se han ido los mismos que en el tiempo llegaron. Los de ahora partirán y también los venideros. Venir es empezar y luego caminar, porque ya nacer es el inicio de morir.

Dios no está ausente, ni es insensible, ni ajeno a la vida de cada uno de esos seres humanos. Está en cada uno y en todos.

Lo más alto, lo más bello de la obra creadora de Dios, es el hombre. Nada sería este globo de colores, este planeta con sus continentes, sus islas, océanos y mares si no lo habitara el hombre. El hombre es el rey, el destinado a transformar, embellecer y disfrutar de este paraíso donde ha sido plantado aunque —ya lo lamenta— a veces ha destruido lo bello por lograr lo útil —Y ese rey, ese monarca es incomprensible, es indomeñable, es misterioso porque cada uno es cada uno—. El hombre no es obra de los hombres. Ser, nacer, morir, continuar, pensar, sentir, todo entra en una sola idea. He sido sacado de la nada a la existencia y a la vida y aquí estoy por un decreto superior. A alguien le debo la vida. A Dios le debo la vida.

José Rosario Ramírez M.

Deberes sagrados

La despedida de Eliseo de los suyos, antes de responder a la sorpresiva llamada de Elías, expresa los deberes hacia la propia familia, que en la antigüedad tenían carácter sagrado. Pero en el Evangelio Jesús da la impresión de contravenir esos deberes sagrados, cuando apremia a un seguimiento que parece implicar la ruptura de los lazos familiares. ¿Es así realmente? Sí y no. La clave para entender las radicales exigencias que plantea Jesús, está en las primeras palabras del Evangelio de hoy: “Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al Cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén”. La decisión de ir a Jerusalén está directamente relacionada con el mesianismo de Cruz que Jesús acababa de revelar a sus discípulos, y del que nos habló el Evangelio la semana pasada. Si Cristo es un Mesías que no ha venido a “triunfar” sobre sus enemigos destruyéndolos o sometiéndolos, y si el destino de la cruz (y el triunfo posterior de la Resurrección, que no es un triunfo contra nadie, sino abierto y a favor de todos) ha de ser compartido por sus discípulos, significa que quien se apresta a seguir al Maestro tiene que hacer las cuentas consigo mismo, y con sus propias motivaciones. Todos los momentos del Evangelio de hoy son, precisamente, una invitación a purificar las motivaciones de nuestra vida cristiana.

La liturgia de esta semana nos hace un llamado como Iglesia, para analizar por dónde es que estamos llevando nuestra vida pastoral y evangélica, pues el Papa Francisco nos ha advertido de algo que está pasando hoy en la Iglesia: “Tenemos miedo a que Dios nos lleve por caminos nuevos, sacándonos de nuestros horizontes, con frecuencia limitados, cerrados y egoístas, para abrirnos a los suyos. Con frecuencia vivimos distraídos por costumbres y obligaciones que provienen del pasado pero no ayudan hoy a generar vida evangélica. Hay pastores que se sienten como “muertos dedicados a enterrar muertos”. Es el momento de volver a Jesús y buscar primero el Reino de Dios. Sólo así nos colocaremos en la verdadera perspectiva para entender y vivir la fe cristiana como quería él. Pero quienes miran sólo para atrás, no valen para el Reino de Dios. Cuando se ahoga la creatividad, se mata la imaginación evangélica y se controla toda novedad como peligrosa, se está promoviendo una religión estática que impide el seguimiento vivo a Jesús. Es el momento de buscar una vez más “vino nuevo en odres nuevos”. Lo pedía Jesús.

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