Viernes, 26 de Abril 2024
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Undécimo domingo del tiempo ordinario

La Palabra de hoy pone de relieve el perdón, pero no desde nuestra perspectiva, sino desde la perspectiva de Dios

Por: EL INFORMADOR

Es un año en el cual se nos invita a volcar nuestro corazón hacia la ayuda y mirada del Padre, quien todo lo perdona. ESPECIAL /

Es un año en el cual se nos invita a volcar nuestro corazón hacia la ayuda y mirada del Padre, quien todo lo perdona. ESPECIAL /

LA PALABRA DE DIOS

PRIMERA LECTURA
Lectura del segundo libro de Samuel (12,7-10.13)


“El Señor ha perdonado ya tu pecado, no morirás”.

SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 2,16.19-21


“Mientras vivo en esta carne, vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó hasta entregarse por mí. Yo no anulo la gracia de Dios”.

EVANGELIO
Lectura del evangelio según san Lucas 7, 36- 8,3


“Tu fe te ha salvado, vete en paz”.

GUADALAJARA, JALISCO (12/JUN/2016).-
Dios vive, Dios es la vida, su principio y su fin. En Dios no se conoce el ocaso, ni hay mudanza ni declinación. Dios creó éste y otros mundos, y en ellos despertó la vida con su mano creadora. Él creó la vida. Creó a los vivientes, a unos para el tiempo y a otros, a los seres humanos, para vivir en el tiempo y en la eternidad. Por el don de la vida los humanos elevan cánticos de alabanza y de acción de gracias a su creador, porque han sido creados, porque otros seres son como la hierba del campo, que hoy florece y mañana se seca, pero estas criaturas racionales llevan por dentro la imagen de Dios que vive para siempre.

En todas las acciones de Cristo existe una esperanza, la gran esperanza del cristiano está en Cristo que resucitó y vive y al que el cristiano espera. El cristiano sabe que ha de morir y espera resucitar. Espera porque Jesús dijo: Yo soy la resurrección y la vida y el que cree en mí, aunque haya muerto resucitará y todo el que vive y cree en mí no morirá para siempre.

Han corrido más de 20 siglos de cristianismo. Un pueblo peregrino, la Iglesia, ha caminado en seguimiento del primer resucitado, Cristo, el primogénito del Padre. Han ido llegando en interminable fila, con la esperanza en quien es fiel a sus promesas. Ser cristiano es vivir la esperanza de la vida.

Hay muchos jóvenes que viven, más bien no viven, gastan sus horas y sus días en lo efímero. Vegetan luego en el tedio, el aburrimiento, el cansancio, pues no han sabido elevar su mirada y carecen de ilusiones, de valores, de ideales. Por fortuna son muchos mas los que sí luchan por llevar un continuo afán de crecer, de saber, de superarse. Pero los que son causa de preocupación, son muchos jóvenes que son los que van tras el alcohol, las drogas, los desenfrenos sexuales y a veces el bandolerismo y el crimen. Esos jóvenes, si un día se cruza Cristo en su camino y los toca y les ordena levantarse, aunque estén helados, bien muertos, resucitarán.

José Rosario Ramírez M.

Perdón, un acto de amor

Solemos considerar el perdón como un deber cristiano, basado en el perdón que recibimos de Dios. Pensamos también que, mientras que al Dios todopoderoso el perdón debe resultarle fácil, a nosotros, al menos a veces, nos resulta extraordinariamente difícil, si no imposible. En este modo de pensar el perdón (fácil) de Dios se da casi por descontado, con sólo cumplir ciertas condiciones; mientras que el perdonar nosotros se nos antoja un deber cuesta arriba, de difícil cumplimiento. El hecho de que los sentimientos negativos que acompañan a la ofensa recibida no desaparezcan enseguida, sino que tengan una cierta inercia temporal, aunque exista la voluntad de perdón, hace que muchos digan: “yo quisiera perdonar, pero no puedo”.

La Palabra de hoy pone de relieve el perdón, pero no desde nuestra perspectiva (el perdón “a los que nos ofenden”, como decimos en el Padrenuestro), sino desde la perspectiva de Dios. Y es que, realmente, sin tener en cuenta ese perdón de Dios hacia nosotros, considerado detenidamente, es imposible entender el perdón a los que nos han ofendido. Y la consideración de este perdón de Dios, a la luz de la Palabra que nos ilumina hoy, nos ayuda a deshacer algún equívoco en la comprensión y en la experiencia de este don extraordinario.

Nos encontramos celebrando el año de la Misericordia que ha convocado el Papa Francisco, es un año en el cual se nos invita precisamente a volcar nuestro corazón hacia la ayuda y mirada del Padre, quien todo lo perdona, y una vez al sentir nuestro corazón con la Paz que sólo Él brinda, hagamos vida su invitación perdonando a nuestros semejantes, de manera que con nuestra vida las personas que conviven a diario sean capaces de descubrir el perdón de Dios. Como diría el P. Juan Lafarga Sj. “Sólo el que se ama a sí mismo es capaz de perdonar”.

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