Miércoles, 24 de Abril 2024
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Domingo de la Santísima Trinidad

El misterio de la Trinidad es una verdad de fe que Dios ha ido revelando poco a poco, a lo largo de toda la historia de la salvación

Por: EL INFORMADOR

Dios en un designio de bondad se ha hecho presente al hombre para que tenga parte de su vida bienaventurada. ESPECIAL /

Dios en un designio de bondad se ha hecho presente al hombre para que tenga parte de su vida bienaventurada. ESPECIAL /

LA PALABRA DE DIOS

Primera lectura

Lectura del libro de los Proverbios 8, 22-3


“El Señor me estableció al principio de sus tareas, al comienzo de sus obras antiquísimas”.

Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 5, 1-5:


“Ya que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo”.

Evangelio

Lectura del evangelio según san Juan 16, 12-15


“El Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena”.

GUADALAJARA, JALISCO (22/MAY/2016).-
El Señor Jesús, rodeado de los 11 en el momento de partir, de elevarse a las alturas en su ascensión gloriosa, les dijo:  “Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra, vayan pues, enseñen a toda la gente bautizándola en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo".

De ese día hasta el día de hoy han desfilado días, semanas, meses y siglos, más de 20 siglos lleva de existir la Iglesia, pueblo en marcha, bautizados y demás seguidores de Cristo.    

Algunos quieren llamar Iglesia solamente a quienes la conducen, es decir a la jerarquía, pues jerarquía es ciertamente, mas el concepto Iglesia tiene muy amplia extensión, tanta cuanto ha tenido la gracia, y si es gracia, es regalo es Don gratuito, sin mérito personal, de haber sido regenerados por el bautismo.

Quien ha sido bautizado ya está dentro, ya es una parte del todo, ya es miembro del cuerpo cuya cabeza es Cristo y ya es peregrino hacia el Padre, guiado por el Hijo e iluminado por el Espíritu Santo. Ya el bautismo, ese hecho tan simple, con dos signos, signos sensibles —el agua sobre su cabeza y las palabras “Yo te bautizo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”— , palabras con el poder divino por si solas, no por mérito de quien las pronuncia, transforma a un ser humano de simple criatura a Hijo de Dios y heredero de la vida eterna. Así, con el bautismo se realiza buen cristiano el misterio de Dios en la vida del hombre, misterio de amor cuya razón es elevar lo que estaba caído, hacer partícipe de la naturaleza divina, por adopción a la naturaleza humana.

El hombre, pequeña parte de la creación, ha buscado siempre el auxilio, la ayuda de Dios antes de todo.

El buen cristiano, cada día, al levantarse, al abrir las hojas de la ventana para que entre la luz, empieza haciendo la señal de la cruz en la frente, en el pecho, en los hombros, mientras pronuncia esas palabras.

Son súplica, son plegaria, son confianza, son para ponerse en manos de Dios. Así también el automovilista, el maquinista, el obrero, el estudiante, antes del viaje o como inicio de una nueva tarea, imploran la presencia de Dios uno y Trino para un buen logro. El futbolista, aunque de prisa, al pisar el césped hace una rápida señal y casi en secreto —mas Dios lo escucha— dice la breve oración de su fe.

El cristiano en el culto divino, siempre con la señal de la cruz inicia los actos litúrgicos, los paralitúrgicos y los devocionales.

Dios en un designio de bondad se ha hecho presente al hombre para que el hombre tenga parte de su vida bienaventurada, es decir eterna, feliz. Por eso está Dios cercano al hombre en el tiempo y en todo lugar. Dios busca al hombre, lo llama. Espera Dios la respuesta. La fe es la respuesta del hombre a Dios.

El hombre nunca estará satisfecho con la sola posesión de las cosas de la Tierra, porque el hombre ha sido creado para vivir plenamente la verdad y el amor. Por eso siempre los hombres han expresado de muchas maneras esa búsqueda. No está en el tiempo la solución, no está en las cosas de la tierra... la respuesta está en Dios.

Por José Rosario Ramírez M.

Uno pero Trino

Los misterios no son enigmas. Estos últimos son planteamientos artificiales o situaciones más o menos naturales cuyo sentido se encuentra escondido y resulta de difícil comprensión, pero que con observación, un poco de agudeza e ingenio se pueden resolver. La vida es un misterio, y el enigma biológico de su fórmula genética no puede desplazar el sentimiento de asombro ante la vida, especialmente ante la nueva vida, por ejemplo, de un niño recién nacido. Tampoco el enigma de la estructura subatómica o el de la expansión del universo pueden, una vez resueltos, explicar por qué hay ser y no, más bien, la nada. Lo mismo cabe decir de la inteligencia y la voluntad libre. No digamos ya, del misterio del amor. ¿Por qué una persona se enamora precisamente de esta otra, y siente que, pese al cúmulo de casualidades que han cruzado sus caminos, está como predestinado a compartir con ella su vida del todo y hasta el final? Quien quiera explicar este misterio resolviendo enigmas biológicos o psicológicos, tendrá que explicar además el enigma de su propia miopía mental.

El misterio de la Santísima Trinidad no es un enigma. Mucho menos es un enigma matemático que pretende una imposible ecuación numérica (que uno es igual a tres, o algo similar). Tampoco se trata de un misterio puramente teórico, una especie de rompecabezas teológico propuesto para poner a prueba nuestra fe, o, tal vez, nuestra credulidad. Todo en el mundo tiene, desde luego, un lado teórico, y el Dios trinitario también: no en vano es objeto de la reflexión teológica. Pero no es ése su aspecto más importante.

El misterio de la Trinidad es una verdad de fe que Dios ha ido revelando poco a poco, a lo largo de toda la historia de la salvación, y que se ha ido entrelazando, ante todo, con la experiencia religiosa viva del hombre, primero en Israel, y después y de modo definitivo, con el advenimiento de Cristo. Citado al Padre Félix Rougier M.Sp.S “Si Dios fuera UNO pero no TRINO, sería un eterno solitario, porque nunca podrá dar ni recibir el amor divino en toda su capacidad. Las criaturas no redimirían su soledad, porque todo ser que no sea Dios, está infinitamente lejano de Dios”.

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