Jueves, 28 de Marzo 2024
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¿En qué te has convertido, Guadalajara?

La Perla tapatía celebra hoy su cumpleaños número 474, y aunque ya es mayor, no deja de crecer y mutar

Por: EL INFORMADOR

Mucho se dice de Guadalajara. Que si en esta ciudad es donde se manifiesta el espíritu más mexicano con el mariachi y el tequila. TWITTER / @Orttegam

Mucho se dice de Guadalajara. Que si en esta ciudad es donde se manifiesta el espíritu más mexicano con el mariachi y el tequila. TWITTER / @Orttegam

GUADALAJARA, JALISCO (14/FEB/2016).- Mucho se dice de Guadalajara. Que si en esta ciudad es donde se manifiesta el espíritu más mexicano con el mariachi y el tequila. Que la comida y sus postres son únicos en la gastronomía, con sus birotes salados que solamente aquí se pueden hacer. Que si las mujeres más hermosas del país también son de aquí con sus características cejas pobladas, mentón afilado y ojos negros.

Más allá de eso, Guadalajara también acapara reflectores ante la internacionalización de sus costumbres a través de los centros comerciales, su transformación de pueblo (en provincia) a una ciudad con mira a transformarse en referente de la era multimedia con el proyecto de Ciudad Creativa Digital.

¿Qué es Guadalajara actualmente? ¿Qué refleja esta ciudad que ahora ha “borrado” sus fronteras? ¿Hacia dónde va esta metrópoli de crecimiento desmedido? ¿El incremento de las viviendas verticales es el futuro correcto para la mancha urbana? Claro que hay avances, puntualizan expertos como el cronista e historiador Juan Toscano García de Quevedo y el arquitecto Venancio Ordoño Reynoso al considerar que si bien Guadalajara se proyecta ahora como una ciudad sedienta de modernización en todos los aspectos posibles, su modificación urbana y arquitectónica ha influido potentemente en el estilo y calidad de vida de los tapatíos, en las ambiciones políticas, económicas y sociales que impulsan a los habitantes a revivir —paradójicamente— los orígenes de un poblado que comenzó a comerse.

Ahora se celebran 474 años de su fundación, de las intenciones del reinado español por hacer de Guadalajara un punto activo de comercio, conexión entre otros poblados del México antiguo. ¿Cómo es que de tener al entonces río San Juan de Dios y a Mexicaltzingo como límite de la ciudad, ahora se habla de que Guadalajara también es Tlajomulco o incluso Juanacatlán?

“Hay que pensar qué ciudad queremos tener. No podemos volver atrás, tener visiones románticas de la Guadalajara aquella tan hermosa, ya no es una realidad, tenemos que aprender del pasado para hacer a esta ciudad más amable. Tenemos oportunidad de ser una ciudad de primer mundo”, expresa Venancio Ordoño Reynoso.

Éramos un pueblo, pero moderno

El cronista Juan Toscano puntualiza que cuando Guadalajara se fundó en el siglo XVI, se hizo pensando en un concepto moderno, apostando por una traza urbana innovadora a diferencia del estilo que se aplicaba en Europa.

La traza urbana significaba trazar la ciudad antes de construirla, pensando en el espacio que debía existir entre cada edificio, vivienda y calles de tránsito para que los caballos, principalmente, pudieran avanzar sin problema. La traza implicaba hacer la división a cordel, con cuerda de Norte a Sur y de Oriente a Poniente para crear manzanas, bloques: “Guadalajara era un tablero de ajedrez, con calles rectas y cruzadas, no con curvas, era perfectamente uniforme”, expresa el cronista y detalla que así lo deja ver el primer plano de la ciudad que data de 1740.

A diferencia de otros estados que fueron detonantes económicos, como Zacatecas y Guanajuato con sus minas, Guadalajara se visualizaba como un lugar de paso obligado hacia la Ciudad de México, el Pacífico y el Norte, pues la llamada Perla tapatía destacaba por sus campos de siembra para impulsar la producción agrícola y como punto de encuentro para los comerciantes.

Guadalajara era modesta con casas de adobe y techos de teja, lo más relevante arquitectónicamente era la Catedral que comenzaba a construirse. Pero con la llegada del obispo Fray Antonio Alcalde, en el siglo XVIII, esa Guadalajara comenzaría su verdadera transformación, o al menos el inicio de lo que ahora es la zona metropolitana.

Fray Antonio Alcalde impulsó la creación de los núcleos urbanos jalando el crecimiento de la ciudad hacia la zona Norte, mientras el Santuario y el Hospital Civil se edificaban; fue en este periodo cuando Guadalajara se aventuraba a crear colonias extra muros, explica el cronista Juan Toscano. Después llegó Cabañas para expandirse hacia el Oriente, con la Casa de la Misericordia, hoy Instituto Cultural Cabañas. Ya para 1888, el gobernador Ramón Corona logra que Porfirio Díaz decida expandir el servicio de ferrocarril hasta el Centro de Guadalajara, obligando al entonces pueblo a adentrarse a un proceso de modernización y conectarse inmediatamente con Magdalena, Manzanillo y Tepic, por ejemplo: “Con esto llega a Guadalajara una gran cantidad de influencias de vida, de costumbres, de copiar el estilo que se usaba en la Ciudad de México, que a su vez era un estilo europeo, francés sobre todo. Esto hace a Guadalajara más cosmopolita, sin dejar de ser una ciudad cerrada, un pueblito muy bien estratificado socialmente”, puntualiza el historiador.

El Centro tapatío seguía concentrando prácticamente todas las actividades, desde el comercio, el tránsito y la posibilidad de habitar en el primer cuadro de la ciudad

Donas dentro de una gran dona

¿Cómo vive ahora el tapatío, o mejor dicho, el habitante de la Zona Metropolitana? Cierto es que Guadalajara intenta preservar algunas de sus joyas —antiguas fincas y colonias—, sin embargo, el arquitecto Ordoño Reynoso hace hincapié en la segregación social que los nuevos edificios verticales, complejos de entretenimiento/servicio y los cotos habitacionales ocasionan no sólo en la convivencia social, sino las afectaciones que se producen en la tranquilidad vial, la deforestación de áreas naturales y la calidad de vida.

“En los años setenta, con la creación de los primeros centros comerciales afuera de la ciudad —en Zapopan, concretamente—, Guadalajara empieza a ser policéntrica, ocasionando que el centro fundacional comience a decaer. Es un fenómeno que no es exclusivo de Guadalajara”.

Progresivamente Guadalajara se ha transformado en una dona: su Centro Histórico vacío y sus periferias activas y en constante crecimiento. “Los norteamericanos hablan de las ciudades ‘donut’ (dona). Toda la ciudad está concentrada alrededor de un hueco”. El arquitecto puntualiza que con este efecto el Centro ha ido perdiendo sus funciones de gobierno, administrativas, religiosas, comercial, financiera, jurídica: “Esto viene acompañado de una dispersión, más allá de los límites de la zona metropolitana se están construyendo nuevos edificios y viviendas, estamos en una dispersión urbana”.

El experto en urbanismo aclara que el problema no es el afán de modernizarse y crecer en las orillas con nuevas viviendas y complejos comerciales, sino la forma en que esto modifica la calidad de vida, las actividades diarias y principalmente la afectación a los tres principales recursos paisajísticos y turísticos de la ciudad: la Barranca de Huentitán, el Bosque de la Primavera y el lago de Chapala.

“Se modifica también la gobernabilidad como municipio autónomo e independiente, esto ya no funciona. Hay una densificación urbana en cómo se construyen torres corporativas y habitacionales para no crecer a la ciudad más en la periferia, pero sólo ocurre en las zonas más privilegiadas, en Zapopan principalmente, o la periferia poniente de Guadalajara”.

¿Esto cómo impacta en la sociedad y estilo de vida? Ordoñez puntualiza que si en ese terreno donde antes vivía una familia de máximo 12 integrantes, ahora el mismo espacio sirve para albergar hasta 80 familias con cuatro integrantes en promedio, aumentando el flujo vehicular en la zona y la demanda en servicios.

“También estamos ante edificios multifuncionales con oficinas, viviendas y centros comerciales integrados; además, están los cotos en terrenos bardeados con casas-club con espacios de convivencia donde solo conviven los vecinos pero ya no hay una social como cuando la ciudad era abierta. Se habla de una Guadalajara incluyente pero la realidad es otra es una ciudad excluyente y segregada”.

Por Norma Gutiérrez

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