Martes, 23 de Abril 2024
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Un río tan extraño como caprichoso

El Casiquiare es uno de los cuerpos de agua más curiosos no nada más de América del Sur, sino de todo el mundo

Por: EL INFORMADOR

Río negro. Uno de los afluentes del Casiquiare. EL INFORMADOR / P. Fernández Somellera

Río negro. Uno de los afluentes del Casiquiare. EL INFORMADOR / P. Fernández Somellera

GUADALAJARA, JALISCO (31/ENE/2016).- Uno de los rincones más escondidos que aún existen en el planeta es esta extraña región por donde corre el pequeño, sinuoso y voluble río Casiquiare que, además de estar metido entre las recónditas selvas tropicales donde las fronteras de Venezuela, Colombia y Brasil se juntan, tiene la extraña particularidad —única en el planeta— de estar conectando a dos de los ríos más caudalosos del mundo: El Orinoco, que nace entre los extraños y milenarios Tepuys (altísimas mesetas  milenarias, recortadas por escarpadas paredes verticales) de Venezuela; con el Amazonas, a través del Río Negro, su poderoso tributario de impresionante color negro, proveniente del “ácido húmico” que produce la vegetación por donde corre.

 Deberemos recordar que el Amazonas es el río más largo (siete mil 062 kilómetros)  y caudaloso (más que el Nilo, el Mississippi y el Yangtse juntos) del mundo. Nace en las faldas del volcán Mismi en las tierras altas del Perú, y cruzando todo el continente sudamericano, desemboca  en el Océano Atlántico, al igual que el Orinoco.

El pequeño Casiquiare de tan solo 326 km, parece querer unirlos; y sin embargo cada cual sigue corriendo por su propia cuenca. No muy lejos de la población de Esmeralda (de ingratos recuerdos para Von Humboldt) es donde el pequeño Casiquiare (debido al pequeño desnivel de tres milímetros por kilómetro lineal del fondo rocoso por donde corre) logra un lenta “captura fluvial”  del naciente Orinoco para, entre decenas de curvas y médanos, y con la ayuda del “Efecto Criolis” (debido a la rotación de la Tierra) llevarlas hasta el Río Guaininía o Negro que las entrega al Amazonas.

Cuando el Río Negro rebasa sus límites, y sobrepasa los 30 metros de diferencia que tiene con el cauce donde corre el Orinoco… el Casiquiare curiosamente fluye en sentido inverso, tirando sus aguas al Orinoco. Fenómeno único y por demás extraño (?).

Al escuchar las historias y leyendas sobre esas remotas regiones, y siendo poseedor de una mente brillante e inquieta —además de una buena fortuna heredada de su madre— un jovenzuelo de menos de treinta años llamado Alexander Von Humboldt, allá por los años del 1800, fraguó un plan para, junto con su amigo Aimé Bonpland de tan solo 25 años, emprender una excursión para desvelar las leyendas de la extraña unión entre esos grandes ríos.

—“Los diez días de navegación por el Casiquiare fueron lo peor de todo el viaje— afirmaba posteriormente en su libro “Del Orinoco al Amazonas”.Ya podrán imaginar las penurias que sufrieron. Decían que las alimañas con quien se encontraban pasaban a segundo término ante los jejenes y mosquitos, capaces de perforar la ropa, y aún la lona de la hamaca con su poderosa trompa.

Finalmente, al llegar remando a contracorriente por el Orinoco hasta el poblado de Esmeralda “una localidad terrible y remota que provoca la sensación de estar en el fin del mundo” decía,  consiguieron entre los nativos yanomamis, a alguien que los guiara por el intrigante Casiquiare.  La intención era estudiar, analizar y ¡recopilar! plantas y animales —algunos de ellos hasta entonces desconocidos— así como registrar los fenómenos geológicos que sucedían en aquel ignoto lugar al fin conquistado. Increíblemente lograron recoger y llevar a su tierra, ¡más de 60 mil muestras diversas! para ser estudiadas y catalogadas. Increíble hazaña.

NB: Actualmente es posible llegar a este sitio, volando desde Caracas a Puerto Ayacucho ya en el Orinoco; luego a Puerto San Carlos Río Negro; una pequeña pista situada en la desembocadura del Casiquiare al Río Negro. Habrá que arreglar de antemano el viaje con agencias especializadas que puedan proveer cabañas adecuadas, excursiones en Curiaras (canoas) etc. para explorar estos rincones tan apartados llenos de maravillas de la naturaleza.

Por Pedro Fernández Somellera

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