Martes, 23 de Abril 2024
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Naica: un tesoro perdido para siempre

Una maravilla de la naturaleza cuya efímera visión quedó reservada a una contada cantidad de personas

Por: EL INFORMADOR

Extraordinaria foto de los cristales de selenita, sacada por  los profesionales  perfectamente bien equipados. EL INFORMADOR / P. Fernández Somellera

Extraordinaria foto de los cristales de selenita, sacada por los profesionales perfectamente bien equipados. EL INFORMADOR / P. Fernández Somellera

GUADALAJARA, JALISCO (15/NOV/2015).- Hace más de 150 años Julio Verne ya nos platicaba en su fabuloso “Viaje al Centro de la Tierra”, que entre sus peripecias había encontrado una enorme caverna de diamantes en donde la luz de las linternas se reflejaba con impresionantes brillos y destellos iluminando la cueva entera.
 
Posiblemente, Verne ya presentía la excepcional belleza de los enormes cristales escondidos a profundidades insólitas del seno de las montañas de Naica en Chihuahua.

El mismo Plinio el Viejo (quien murió  mientras tomaba notas sobre la erupción del  Vesubio en el año 79) en su invaluable libro de “Historia natural”, ya describía impresionado los formidables cristales de “Lapis specularis” —Selenita— que había visto en Segóbriga (Cuenca España), que eran exportados a Roma para cubrir las ventanas de algunos palacios. Quizás Plinio nunca hubiera imaginado que bajo las montañas de una tierra ignota allá en el poniente, pudieran existir esos mismos cristales… ¡Pero de catorce metros de largo y hasta dos metros de ancho! Si se hubiera esperado dos mil años, estoy seguro que le hubiera dado un patatús al contemplar estos enormes, magníficos y únicos cristales.

En los primeros meses del recién nacido año del 2000, los hermanos Delgado, calificados trabajadores de la mina de Naica, situada al pié de las montañas del sur de Chihuahua y no muy lejos de Ciudad Delicias, mientras hacían sus exploraciones a los 290 metros de profundidad en las paredes de roca, notaron que al ceder un trozo de ellas quedaba expuesto un hueco por donde se vislumbraban las maravillas que había en el interior de la enorme caverna.

Cuando dieron parte del suceso al Ingeniero Palacios, director de la mina, fue que se iniciaron las  cuidadosas investigaciones sobre el descubrimiento. Al abrir un poco más el hueco, notaron que eran unos insólitos y formidables cristales sulfato de calcio con dos moléculas de agua (CaSo4+2H2O) a los que se les llama Selenita por su brillo y claridad, en honor a Selene, la Luna.

La temperatura en el interior ascendía hasta casi los 50º Celsius; con una humedad del 99º, haciendo imposible permanecer en ella por más de 10 minutos.

El cuerpo humano, al no poder transpirar, la temperatura comienza a subir hasta más de 41º, causando entonces daños al corazón y al cerebro. Además, al quererlo ventilar por medio de la respiración, el aire húmedo que se inhala a casi 50º hace el efecto contrario “cocinando” literalmente por dentro al organismo; o sea que la cueva encontrada resultó ser una belleza aterradoramente mortal.

En la Mina de Naica suceden cosas muy extrañas: El año pasado (2014), los 350 trabajadores que se afanan en sus entrañas, extrajeron nada menos que 20 mil toneladas de Plomo (Pb); 16 mil de Zinc (Zn); y casi 2 millones de onzas de Plata (Ag).

En el fondo (frente de mina) hasta donde han llegado a perforar a más de 800 metros de profundidad, el agua rezuma caliente a 45º por las paredes.

El nivel freático de las aguas, está a los 110 metros; o sea 200 metros sobre la Cueva de los Cristales, y 700 arriba del frente de mina. 

Desde hace ya más de 20 años, han tenido que ser extraídos 22 mil galones de agua por minuto, con unas poderosas bombas que trabajan las 24 horas del día.

Esta agua es aprovechada para regar los campos de cultivo aledaños, volviendo tiempo más tarde a recargar los acuíferos nuevamente.

La grandiosa e impresionante Cueva de los Cristales, mide aproximadamente 200 metros de ancho por 300 de fondo y 100 de altura.

Se formó de una falla de la roca que hace muchos millones de años se llenó de un agua con altos contenidos sulfurosos que, al mezclarse con las nuevas filtraciones cargadas de carbonatos de calcio, fueron formando, en silencio y lentamente estos enormes cristales que llegan a medir hasta 14 metros de largo, dos de ancho y hasta 55 toneladas de peso.

La altísima temperatura que hay en estos lugares, se debe a un extraño manto de magma que, surgiendo incandescente desde el centro de la Tierra, se colocó a tan solo 2 mil 500 metros de la superficie; o sea a tan solo mil 700 metros del frente de mina.

Sabiendo que esta maravilla geológica aparecería ante nosotros tan solo por un brevísimo instante en su larguísima vida; y que llegaría un momento en que sería imposible seguir bombeando tales caudales de agua, gracias a un súper técnico equipo de espeleólogos y científicos que idearon trajes congelados, respiradores, equipos de refrigeración, cámaras adecuadas, iluminación sofisticada y toda la parafernalia para la ocasión, es que logramos tener las fotografías que aquí podemos admirar.

Hace tan solo un par de meses, al ser ya imposible extraer constantemente esas enormes cantidades de agua, se tomó la decisión de cerrar la mina, perdiéndose así (para nosotros) los cristales más grandes del mundo; maravilla geológica que seguirán durmiendo nuevamente por muchos millones de años más, en su lento, silencioso, y reposado sueño. Seguramente aumentarán su belleza y tamaño lentamente, sin poder volver a ser vistos por humano alguno.

Pedro Fernández Somellera
pfs@telmexmail.com

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