Jueves, 28 de Marzo 2024
Suplementos | XXXII Domingo Ordinario

Entrega total, acto de amor

La lectura evangélica muestra el mejor ejemplo del amor a Dios: dar todo lo que se tiene. La frase de Jesús lo dice todo: 'Ha dado todo lo que tenía para vivir'

Por: EL INFORMADOR

El óbolo de la viuda indica un camino: sumar la pobreza personal a la infinita riqueza de Dios. ESPECIAL /

El óbolo de la viuda indica un camino: sumar la pobreza personal a la infinita riqueza de Dios. ESPECIAL /

LA PALABRA DE DIOS

PRIMERA LECTURA

Lectura del Primer Libro de los Reyes (17,10-16):


“Así dice el Señor, Dios de Israel: “La orza de harina no se vaciará, la alcuza de aceite no se agotará, hasta el día en que el Señor envíe la lluvia sobre la Tierra”.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la Carta a los Hebreos (9,24-28):


“Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de todos”.

EVANGELIO

Lectura del Santo Evangelio según San Marcos (12,38-44):

“Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir”.

GUADALAJARA, JALISCO (08/NOV/2015).-
Causa grande alegría encontrar cristianos —y los hay en buen número— que transparentan con su sencillez, su modestia, su humildad, ese interior limpio donde tienen origen sus actos externos. Son como aquel discípulo de Cristo, alabado, porque no tenía doblez.

Los que llegan a alcanzar esa virtud —no mera ostentación que no es virtud sino hipocresía— son en la vida felices, porque son libres.

Muchos viven atados a complejos, a traumas personales, a recuerdos dañinos y a la necia actitud de no aceptarse como son.

Un pensador francés escribió: “Aceptarnos como somos y aceptar a los demás como son, es verdadera sabiduría, es obedecer a Dios y alcanzar seguras victorias”.

Los cristianos del Siglo XXI no deben caer en la ostentación de largos rezos para ser vistos, ni presumir de virtuosos.

Tal vez muchos jóvenes de estos tiempos no aceptan vivir plenamente el seguimiento de Cristo —eso es ser cristiano— porque no ven el testimonio de quienes les predican; más que con palabras, el testimonio debe ser con un auténtico estilo cristiano de vida.

En el segundo tema del Evangelio de hoy, el Señor no alaba la cantidad, porque la aportación de la viuda y además pobre, fue de dos leptas, las monedas griegas de más bajo valor. Mas el contraste ante esta pequeñez, está en lo grande de la intención, porque ella echó en el cepo todo lo que tenía.

Vale el acto interior; vale y mucho, la intención con que se desprendió.Y así se abandonó por completo; dejó toda preocupación de su suerte, de su vida, en las manos de Dios.

El óbolo de la viuda indica un camino: sumar la pobreza personal a la infinita riqueza de Dios. Es la sabiduría de los que han aprendido a orar desde lo hondo de su ser: “Danos hoy el pan de cada día, para volverlo a pedir cuando vuelva a salir el Sol”. Esa es una virtud cristiana que muchos santos han cultivado: la confianza en Dios.

Entrega total, acto de amor

La liturgia de esta semana nos propone reflexionar el tema de la confianza en Dios, quien en su amor profundo de Padre, siempre, siempre, acompaña a su pueblo escogido. En Sarepta tienen lugar dos acciones milagrosas protagonizadas por Elías. Éstas demuestran el poder de la palabra de Dios, que comunicada por el profeta, puede restituir la vida a quienes están a las puertas de la muerte aún a los mismos muertos. Pero al igual que sucede en los relatos evangélicos de milagros, éstos son también signos que exigen la fe o la provocan.

El milagro del aceite y la harina tiene un claro tono polémico: y lo que se está jugando es la supremacía entre el Señor y Baal, el milagro en cuestión es un anticipo de la victoria del Señor que da el trigo y el aceite. Más tarde el Señor Jesús alabará la actitud de esta viuda y se referirá a este episodio como ejemplo del rechazo de Israel a sus profetas y de la gracia Universal de Dios.

Además, el relato bastante provocador al presentar a una viuda en el extremo de la supervivencia. Elías le pide que lo alimente con lo que le quedaba para ella y para su hijo. La confianza de la viuda en el profeta, en la palabra de Dios, es lo que hace posible el milagro.

La lectura evangélica muestra el mejor ejemplo del amor a Dios: dar todo lo que se tiene. La frase de Jesús lo dice todo: “Ha dado todo lo que tenía para vivir”. La fuerza del amor capacita para realizar gestos sublimes, libres de cualquier prejuicio y mezquindad. Cuando cualquier “sensato” hubiera sugerido a la viuda no tener obligación de dar lo que tenía para vivir, la lógica de su amor la lleva al desprendimiento de su sustento. En la idea de algunos, esto es incesante, ignorancia, manipulación religiosa; para ella es un acto decido de amor, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. El que ama a Dios sabe que no hace más que devolver lo que ha recibido del mismo Dios.

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