Viernes, 29 de Marzo 2024
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La Santísima Trinidad

'Creer es un acto del entendimiento, que asiente a la verdad divina por medio de la voluntad movida por Dios mediante la gracia'

Por: EL INFORMADOR

Este es el verdadero Dios en quien creemos, el Dios Uno y Trino: Padre, Hijo y Espírito Santo. ESPECIAL /

Este es el verdadero Dios en quien creemos, el Dios Uno y Trino: Padre, Hijo y Espírito Santo. ESPECIAL /

LA PALABRA DE DIOS

PRIMERA LECTURA:


Deuteronomio 4, 32-34. 39-40

“Graba en tu corazón que el Señor es el Dios del cielo y de la tierra, y que no hay otro”.

SEGUNDA LECTURA:

San Pablo a los Romanos 8, 14-17

“Hemos recibido un espíritu de hijo, en virtud del cual podemos llamar Padre a Dios”.

EVANGELIO:

San Mateo 28, 16-20

"Vayan y enseñen a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.

GUADALAJARA, JALISCO (31/MAY/2015).- “Creer es un acto del entendimiento, que asiente a la verdad divina por medio de la voluntad movida por Dios mediante la gracia”.

Clara, explícita, aparece en el Nuevo Testamento la revelación de un solo Dios en tres personas. El ángel anuncia el misterio a la doncella María a quien ha sido enviado a llevarle el mensaje divino. “El Espíritu Santo descenderá sobre ti,y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra, por eso el Santo que nacerá de Tí, será llamado Hijo de Dios.

Siguiendo la tradición apostólica, la Iglesia confesó que el Hijo es consubstancial del Padre, es decir un solo Dios con Él, “homo ousios”, palabra griega que significa “de la misma substancia”, que dejaba en claro la doctrina contra el triteismo —tres dioses— y el subordicionalismo —el Hijo subordinado al Padre—.

Quedó así el símbolo niceno-constantinopolitano, el credo que recibe el pueblo.

La fe católica consiste en adorar a un solo Dios en tres personas y a las tres personas en un solo Dios, sin confundir a las personas ni dividir la esencia.

Una es la persona del Padre, otra la del Hijo y otra la del Espíritu Santo, pero el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son una divinidad, tienen igual gloria y coeterna majestad. Cuál es el Padre, tal es el Hijo y tal el Espíritu Santo.

Inmenso el Padre, inmenso el Hijo, inmenso el Espíritu Santo, eterno el Padre, eterno el Hijo, eterno el Espíritu Santo. Y sin embargo, no son tres eternos, sino un solo eterno,como no hay tres increados,ni tres inmensos, sino un solo increado y un solo inmenso. Asimismo el Padre es Dios, el Hijo es Dios y el Espíritu Santo es Dios.

Inmutable la doctrina desde entonces hasta el presente y siempre, la Iglesia misionera ha cumplido con fidelidad el último mandato de Cristo, cuando se despidió, momentos antes de elevarse en su ascensión a los cielos.

“Vayan pues, enseñen a todas las naciones y bautícenlas en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo”.

Así al que recibe el Bautismo, desde ese momento el Padre lo adopta como Hijo, el Hijo se identifica con el bautizado, y el Espíritu Santo lo ilumina, anima, vivifica.

El pueblo de Dios, la Iglesia, es la congregación de quienes han sido bautizados en el nombre, no en los nombres, del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Cada uno y los 52 domingos del año, son para los creyentes fiesta de la Augusta Trinidad, y desde lejanos siglos, en adoración y culto los fieles cantan “Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos amén”.

José Rosario Ramírez M.

DINÁMICA PASTORAL UNIVA
DIOS


La Biblia no contiene tratado alguno sobre Dios. No se retira ni se distancia como para describir un objeto, no nos invita a hablar de Dios, sino a escucharle cuando habla y a responderle confesando su gloria y sirviéndole. A condición de permanecer en la obediencia y en la acción de gracias, es posible formular lo que de sí mismo dice Dios en la Biblia. Dios no habla de sí mismo de la misma manera en el Antiguo Testamento y en el Nuevo Testamento, cuando se dirige a nosotros por sus profetas y cuando nos habla por su Hijo. En éste más que en ningún otro asunto se impone en forma rigurosa la distinción entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, ya que nadie vio jamás a Dios; sólo lo ha dado a conocer el Hijo único que está en el seno del Padre.

Así como hay que desechar la oposición herética entre el Dios vindicativo del Antiguo y el Dios bondadoso del Nuevo Testamento, así también hay que mantener que sólo Jesús nos descubre el secreto del único Dios de los dos Testamentos.

Desde el principio existe Dios, y su existencia se impone como un hecho inicial, que no tiene necesidad de ninguna explicación. Dios no tiene origen ni devenir, en el Antiguo Testamento se ignoran los aspectos teogónicos que, en otras religiones explican la construcción del mundo por la génesis de los dioses. Dado que sólo Él es el primero y el último, el mundo entero es obra suya, es creación suya.

Este es el verdadero Dios en quien creemos, el Dios Uno y Trino: Padre, Hijo y Espírito Santo. Tres personas distintas y un solo Dios verdadero.

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