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'El Caballito', trote que deja huella

La obra de Manuel Tolsá es hoy un bello símbolo de la capital, sin embargo, su historia está llena de todo tipo de anécdotas

Por: EL INFORMADOR

Con poco más de dos siglos de edad, es uno de los monumentos que han conseguido ganar su permanencia en la memoria colectiva. EL INFORMADOR / J. Monroy

Con poco más de dos siglos de edad, es uno de los monumentos que han conseguido ganar su permanencia en la memoria colectiva. EL INFORMADOR / J. Monroy

GUADALAJARA, JALISCO (29/MAR/2015).- Desde que se integró, hace casi dos siglos, al paisaje urbano de la capital del país, la estatua ecuestre del rey español Carlos IV —que popularmente se conoce como “El Caballito”— ha pasado de ser símbolo de poder y opresión para volverse referencia y emblema de una urbe que, a pesar de crecer desmesuradamente, ha sabido asimilar y hacer suya la efigie que hoy día se ubica frente al Palacio de Minería, en el Centro Histórico.

Sin embargo, actualmente poco puede apreciarse de la escultura; tras una desafortunada intervención que pretendía remozarla, ahora se encuentra cubierta por una estructura que pretende evitar mayores daños a la obra —la pátina exterior sufrió un deterioro de casi 50%— por parte de los elementos.

Leyenda y avatares

Esta monumental figura está rodeada de leyendas mucho antes de ser esculpida; así, cuando Carlos IV asume el trono de España en 1788, se propuso homenajear al nuevo monarca y a su padre, con sendas estatuas que se colocarían en las esquinas frontales de la catedral pero, por falta de fondos, la primera pieza se realizó en madera —se dice que la talló el indígena Santiago Sandoval— y acabó destruida en poco tiempo.
En esos tiempos se nombró a un nuevo virrey que, para calmar la ira del rey por alguna triquiñuela suya de la que se enteró, le sugirió la realización del monumento ecuestre en su honor para situarlo en la Plaza Mayor; así, Manuel Tolsá —que llegó a la Nueva España en 1791— fue nombrado coordinador de la obra y a don Juan Antonio González Velázquez, de la Academia de San Carlos, se le encomendaron los planos.

Esto sucedía en 1795 y, calculado el costo de la obra en 18 mil 700 pesos de entonces (una pequeña fortuna, incluso en aquella época). Las corridas de toros y espectáculos diversos que se organizaron para recaudarlos lograron amasar casi 50 mil, por lo que se creyó que todo sería fácil; aunque nada más lejano de la realidad. Para empezar, un cargamento que traía parte del material para la fundición fue robado por piratas y, después, los 600 quintales que se requerían para la estatua no se reunieron completamente y se suspendió la obra por un tiempo.

El éxito final

Tal era el apremio de las instituciones que hubo varias inauguraciones en falso para la estatua; de hecho, se hizo una provisional, de madera y estuco, mientras Tolsá continuaba trabajando en la obra definitiva —cuyo modelo, se cuenta, fue un caballo percherón de nombre “Tambor”— y, cuando el molde estuvo listo, aún carecían del material completo. Y así pasaron tres años más.

En agosto de 1802 se concluyó exitosamente con el vaciado en bronce con éxito; ahora, el pulido tomó al artista varios meses y el traslado tampoco fue cosa sencilla —se trataba de la escultura más grande de todo el Continente, casi cinco metros de altura y seis toneladas de peso— y fue hasta el 28 de noviembre de 1803 que la pieza fue colocada (más de siete años después de proyectada) justo en el centro de la Plaza Mayor, en lo que ahora es el Zócalo capitalino. No tardó mucho tiempo en convertirse en un símbolo de la ciudad.

La presencia constante

Con todo, poco después, al triunfo de la Guerra de Independencia, cuenta la leyenda que El Caballito estuvo oculto dentro de un enorme globo de madera pintado de azul, incluso hasta después de la coronación de Iturbide. Pero no acabó ahí la cosa; considerada símbolo de la opresión española se le quiso fundir, pero al final, en 1823, se la ubicó en el claustro de la Pontificia y Nacional Universidad de México, donde permaneció quince años.

Con los años, cuando se decidió remodelar el Paseo de Bucareli, en 1852, la estatua ecuestre de Carlos IV fue a parar en la glorieta de Reforma, desde donde atestiguó los diferentes hechos históricos que marcaron desde la capital el destino de un país completo; una odisea que se prolongó más de un siglo y que convirtió a El Caballito en parte del imaginario popular. Finalmente, en mayo de 1979, la tradicional escultura fue llevada a la calle de Tacuba, frente al Palacio de Minería, y se le colocó en el centro de una pequeña plaza —a la que se llamó, con lógica, Manuel Tolsá— que sirve de antesala al Museo Nacional de Arte (Munal). Con poco más de dos siglos de edad, es uno de los monumentos que han conseguido ganar su permanencia en la memoria colectiva.

El recuento de los daños

El 19 de septiembre de 2013 iniciaron las obras de “restauración” de la célebre escultura de Manuel Tolsá que se conoce popularmente como El Caballito; en un principio, la empresa consignada para la labor se designó por concurso y con anuencia del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), pero esta dependencia autorizó para la “limpieza” de la figura ecuestre el empleo de una solución de ácido nítrico diluido en agua, método que desde 1950 dejó de utilizarse por su agresividad para con el bronce pero que, de cualquier forma, era el más barato.

Días después, el 8 de octubre, el INAH reveló que la escultura sufrió la eliminación de su pátina protectora en un 50% y calculó las pérdidas en más de 400 mil pesos.

HOTELES


Cerca de la estatua

> Downtown Beds Hostel/ Isabel la Católica 30, Centro Histórico. Precio aproximado por habitación/ una noche/ 310 pesos.
> Hotel Isabel/ Isabel La Católica 63, Centro Histórico. Precio aproximado por habitación/ una noche/ 400 pesos.
>  Hotel Roble/Uruguay 109, Centro Histórico. Precio aproximado por habitación/ una noche/ 510 pesos.
>  NH Mexico City/ Palma 42, Centro Histórico. Precio aproximado por habitación/ una noche/ mil 350 pesos.
> Gran Hotel Ciudad de México/ Av. 16 De Septiembre 82, Centro Histórico. Precio aproximado por habitación/ una noche/ 2 mil 300 pesos.

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