Jueves, 25 de Abril 2024
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El sorprendente Túnez

La nación sumergida en las arenas del desierto sorprende a los visitantes con su rico pasado

Por: EL INFORMADOR

Algunas de sus imponentes y antiguas edificaciones son muestra clara de la mezcla de culturas bereberes, fenicias y romanas. EL INFORMADOR / P. Fernández

Algunas de sus imponentes y antiguas edificaciones son muestra clara de la mezcla de culturas bereberes, fenicias y romanas. EL INFORMADOR / P. Fernández

GUADALAJARA, JALISCO (22/MAR/2015).- Muchas largas historias pudieran ser contadas sobre el misterioso país de Túnez en su rinconcito de la costa del Mediterráneo, apretujado entre los desérticos países de Algeria y Libia.

 La República Tunecina, cuyo nombre es “Al-Humhûriyya al-Tunisiyya” a la que sencillamente le llamamos Túnez, se encuentra en el Norte de África, casi al final de la cordillera de los Montes Atlas, y a orillas del desierto del Sáhara con sus “mares” de arenas y dunas cambiantes que se pierden en el  horizonte.

La famosa Tunisiyya del Mar Mediterráneo (el centro de la tierra en aquellos tiempos) con su tormentosa historia, contrasta con la bonhomía de su gente y sus playas tranquilas; con la plenitud de su clima, sus costumbres, su idioma, su religión y su hospitalidad, que se pueden respirar tanto en el más íntimo rincón, como en el más exótico y alejado oasis.

Nuestra llegada a ese país —debo de comentarlo—  tuvo que ser por el Gran Erg Oriental, que es la parte más difícil y peligrosa del desierto; ya que viajábamos en nuestro camión por la estrechísima carretera Trans-Sáhara —que en tramos se encuentra totalmente perdida bajo las arenas del desierto— desde la ciudad de Argel (capital de Algeria) tratando de llegar hasta un remoto oasis que ostenta el lúgubre nombre de “In Salah” (Ojalá) literalmente en medio de una nada rodeada por miles de kilómetros de arena.

Las recomendaciones que nos hacían los “Tuaregs” cubiertos en túnicas azules y montados en sus camellos, indicaban que los riesgos de que se quedara atascado nuestro camión entre las dunas eran grandes; por lo que optamos por regresar hasta Gardaia, para de ahí, cruzando el peligroso “Erg Oriental” intentar, bordeando el “Chot el-Gerid”, un enorme lago de sal, llegar hasta el oasis de Nefta, ya en Túnez.

Al aproximarnos a él… un bólido se apareció a toda velocidad entre las dunas, y luego otro y otro. Creímos que eran apariciones, pero no. Eran parte de una compañía japonesa que filmaba algunas de las escenas más impresionantes de la carrera del París-Dakar que acababa de finalizar.

Como éramos los únicos de tez blanquita que había en los alrededores… (siendo excelentemente atendidos ¡y pagados!) fuimos contratados como extras para una película que se llamó ¡“I see you”! que nunca hemos podido ver. (Si alguien lo puede hacer para nosotros, será muy emotivo vernos “actuando” junto a las estrellas niponas). Uno de nosotros actuaba como parte de la concurrencia durante la fogata nocturna en el desierto. Otro era actuaba como el amigo brindaba con el galán y piloto principal. Otro más era ayudante del cocinero; y Diego y yo —enfundados en estupendos uniformes deportivos— actuábamos como bandereros, indicando los peligros cerca de la meta.

Después de esta inesperada experiencia, seguimos navegando por Túnez hacia el Norte; y… al salir de una duna ya en las proximidades de El Jem… cual sería nuestra sorpresa de encontrarnos con un Coliseo Romano, tan imponente o más que el de Roma.

Nuestros pensamientos volaron hasta los años 200 a.C., en las épocas del famoso Aníbal quien, cruzando los Pirineos y luego los Alpes, con elefantes y un ejército descomunal, trató de hacer la guerra al Imperio Romano, con las terribles consecuencias de provocar la ira de Escipión quien, siguiendo la famosa “Delenda est Carthago”, de Catón, mandó destruir completamente la gran Cartago africana: Túnez actual.

El periódico entero lo podría llenar platicando de las bellezas de este sorprendente país que desgraciadamente sigue viviendo tragedias terribles —como sucedió en días pasados— a manos de criminales que piensan que solo ellos tienen la verdad, matando inocentes ¡en el nombre de Dios!

Lindezas del animal humano… (?).

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Difícil destino

De momento, no hay forma de llegar desde nuestro país a Túnez por avión, aunque es posible realizar el viaje haciendo conexión en los Estados Unidos.

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