Lunes, 18 de Marzo 2024
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Cascadas de Tamasopo

La riqueza hídrica de la Huasteca Potosina se descubre en cada una de sus cascadas

Por: EL INFORMADOR

Una estampa que regala a la mirada la Huasteca Potosina. EL INFORMADOR / V. García Remus

Una estampa que regala a la mirada la Huasteca Potosina. EL INFORMADOR / V. García Remus

GUADALAJARA, JALISCO (25/ENE/2015).- Dos kilómetros al norte de Tamasopo y al sur de Agua Buena (poblados de San Luis Potosí), se encuentran las hechizantes “Cascadas de Tamasopo”. De la Cascada de Micos regresamos a Nuevo Crucitas para seguir a Tambaca y luego a Agua Buena. Jaime Ortiz Lajous puso en tinta: “A 77 km de Río Verde está Tamosopo. Ahí está la sierra de Verástegui y el maravilloso espectáculo de El Espinazo del Diablo y sus barrancas de doscientos a trescientos metros de profundidad que hacen difícil el ascenso por su terreno tan accidentado. La Feria Regional Cañera coincide con las fiestas patronales en honor a San José y se llevan a cabo del 10 al 19 de marzo”.

Zona que fue habitada por los pames al sur y al norte por los huastecos, Eduardo Noguera nos dice: “La característica propia de la arquitectura huasteca, la constituyen en términos generales, sus montículos y edificios construidos sobre plataformas o terraplenes de barro y piedra de laja. También son rasgo especial de esta arquitectura los edificios y plataformas de planta circular, semicircular o rectangular, algunos con esquinas redondeadas, lo que sugeriría que eran construcciones relacionadas con el dios Quetzalcóatl… Quizá el rasgo más peculiar de la cultura huasteca es la escultura. Por lo general, el material utilizado es la piedra caliza de color crema, con la que se hicieron figuras humanas estilizadas. Estas comúnmente llevan una falda piramidal y aparecen erguidas sobre columnas como pedestales… Los huastecos vivieron en lucha constante con las tribus vecinas y en el siglo XV fueron en parte conquistados por los aztecas, en quienes influyeron en sus artes y religión”.

En el camino nos detuvimos en una tienda, por unas bebidas y botanas, el local contaba con un portal, donde se asomaba una barra de donde atendían y, a un costado estaba un enorme escudo del Rebaño Sagrado, esas Chivas son queridas en todas partes.

Después de Agua Buena, cruzamos un puente del Río Tamasopo, enseguida entramos al sombreado estacionamiento de las Cascadas de Tamasopo, deriva de tamasotpe, palabra huasteca, que se desconoce su significado. Una palabra parecida en nahua es tamazola, de tamazolin-sapo, lugar donde abundan los sapos.

A pocos pasos fuimos encantados por hermosas caídas de agua, cinco, la primera realizaba dos saltos plateados, en el primero, una piedra saliente dividía el cauce en dos y el segundo formaba tres chorros, dominando el primero; la segunda cascada, era la más alta, de unos veinte metros, su lecho también era dividido, en dos chorros, el primero se dividía nuevamente en dos cordones y más abajo en tres; la tercera cascada bajaba en un solo chorro y luego abría con gracia un abanico de seis cordones; la cuarta cascada realizaba cinco hilos, sobresaliendo el tercero y el quinto; la quinta cascada, era la más baja, y hacía un grueso chorro en diagonal.

Los mágicos chorros caían a una gran fosa de cinco metros de profundidad, sus pequeñas olas, besaban suavemente una fabulosa playa, acompañada por diversos árboles, más árboles y plantas enmarcaban y embellecían a las Cascadas de Tamasopo, también conocidas como, “Cascadas del Pueblo”.

Río arriba, cerca a la Estación Cafetal, se localiza el famoso “Puente de Dios”, puente natural que libra el río, que forma fantásticas cascadas (la mayor de más de 25 metros de altura) y pozas, la más atractiva fue llamada, “Poza Azul”, que se interna a una caverna con insólitas estalactitas. Nos sentamos un buen rato en aquella paradisiaca playa, percibiendo el agua, la arena, la melodía y las fantásticas formas de agua.

Posteriormente fuimos a Tamasopo, donde vimos bordados, muebles de madera y unas bonitas y peculiares moradas, conformadas por troncos de palmeras, ensamblados en sus esquinas, con pequeñas ventanas y techo a dos aguas, con estructura de madera y cubierto por laminas galvanizadas. Unas viviendas rodeadas por crotos. Moradas centenarias, fincas primitivas que aún persisten y dan buen cobijo, cobijo de antaño.

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