El palacio de Cortés, tesoro virreinal

GUADALAJARA, JALISCO (14/DIC/2014).- En el Centro de la tranquila ciudad de Cuernavaca se encuentra un histórico el Museo Regional de Cuauhnáhuac, albergado en un palacio que data de los comienzos de la época virreinal de la Nueva España. Se trata del Palacio de Cortés, un sitio plagado de historia no sólo en sus exposiciones permanentes y temporales, sino también en sus arquitectura misma.

El Palacio de Cortés fue construido en los años veinte del siglo XVI, sobre los restos de un templo tlahuica; la práctica común era destruir los antiguos inmuebles prehispánicos para utilizar las piedras en los nuevos proyectos. La construcción fue un mandato del conquistador Hernán Cortés, tras la caída de Tenochtitlan.

 La arquitectura todavía conserva un toque medieval, y se asemeja al Alcázar de Colón de Santo Domingo, en República Dominicana, que fue hecho veinte años antes. La fachada es un diseño en piedra, y colinda con una explanada que hace lucir aún más al palacio.

El inmueble se convirtió en la sede oficial del Marquesado del Valle de Oaxaca, título nobiliario que otorgó Carlos I al conquistador. El palacio funcionaría como fortaleza para evitar ataques, siendo también el lugar de resguardo de los botines que atesoró Cortés.

Su ubicación fue contigua a la capilla que ya existía, obra del padre Melgarejo. Varios años más tarde ambas construcciones se unieron por la edificación de un gran anexo que las conectó, quedando concluidas las obras en 1535. Su historia lo coloca como una de las construcciones civiles más antiguas del país.

La gala arquitectónica del palacio no ha dejado de alimentarse, pues en el siglo XX el pintor Diego Rivera plasmó en las paredes de la terraza oriente un mural titulado Historia de Morelos, conquista y revolución, que retrata esos periodos históricos con el estilo del muralismo mexicano.

El muralista empleó los recursos del edificio para enmarcar sus trazos: cada pasaje coincide con los arcos del lugar, seccionando la historia. Para su narrativa visual recurrió al testimonio de misioneros como Bernardino de Sahagún, además de códices, como la Matrícula de Tributos o el Lienzo de Tlaxcala. Esta obra de Rivera se realizó con el patrocinio del embajador estadounidense Dwight D. Morrow alrededor del año 1930.

Sus diferentes usos

En un principio sirvió como casa habitación de Hernán Cortés y su esposa Juana Zúñiga, pero una residencia con tanta historia tendría diversos giros en sus usos. Uno de sus periodos más largos con un sólo objetivo fue de 1747 hasta el final de la Nueva España: El palacio tuvo el ignominioso destino de ser cárcel.

Uno de sus presos célebres fue José María Morelos y Pavón, motivo por el cual se encuentra una inscripción en mármol que reza “en este lugar estuvo preso los días 7, 8 y 9 de noviembre de 1815 (...) cuya sangre derramada en un patíbulo fecundó la santa causa de la libertad mexicana (...)”.

Otros empleos del palacio son más engalanados, como su breve lapso como sede del gobierno provisional de la República, presidido por Juan N. Álvarez. Para el decenio siguiente volvió a ser el lugar oficial del mandatario, entonces Maximiliano 1, quien lo utilizó de 1864 a 1866 en calidad de archiduque. Tras la reinstalación de la república fue la casa del gobernador del estado, en 1872. El palacio mantuvo este giro hasta los años sesenta del siglo pasado, cuando se decretó su futuro uso como museo, abriendo sus puertas en 1974. Pero antes, en 1910 y para los festejos del primer centenario del comienzo de la guerra de independencia se colocó en la torre norte un gran reloj.

Actualmente, y como muchos edificios de la época del virreinato, el Palacio de Cortés es un museo de historia.

En su planta baja el perfil se acerca más hacia la antropología, al referir a los primeros pobladores de la región de lo que muchos años después sería el estado de Morelos. Estos habitantes eran practicantes de la caza y recolección. Posteriormente se dedicaron a la agricultura. El área de exposición termina con la época prehispánica y la migración de otros pueblos que llegaron del norte. La segunda sección del museo, en el piso superior, da cuenta de la conquista, las etapas de evangelización y el sincretismo cultural que se generó, además de abundar sobre el florecimiento comercial gracias a las industrias, en el siglo XIX.
En total suman 19 salas que albergan colecciones de objetos históricos y didácticos para acercarse a la historia de la región, desde la época de Mesoamérica.

Cuernavaca

Esta tranquila población está a menos de una hora de la Ciudad de México, al estar a menos de 100 kilómetros de distancia. Cuernavaca no sólo ofrece a los turistas el majestuoso Palacio de Cortés. Otra construcción de la época es su Catedral, del año 1537. Este recinto sacro fue la quinta construcción religiosa edificada en el continente. Otro atractivo turístico-religoso es el binomio de Chapitel del Calvario, que consta de una capilla de 1538 dedicada ahora a la virgen de Guadalupe, junto con un templo de estilo romántico decimonónico, fechado en 1900.

La ciudad aún conserva vestigios de su época prehispánica, como el Teopanzolco, que incluye un par de estructuras concéntricas dedicadas a Tláloc y a Huitzilopochtli. Su Parque Ecológico Chapultepec está destinado a los más jóvenes. El parque posee árboles con cientos de años de antigüedad, además de un planetario y una casa del terror, entre otras atracciones.

TOMA NOTA

¿Cómo llegar?

Al Palacio de Cortés se llega por la autopista México-Acapulco, o por las carreteras federales México-Cuernavaca o Acapulco-Cuernavaca.

Los horarios de visita son de martes a domingo, de 9:00 am a 18:00 horas.