Martes, 19 de Marzo 2024
Suplementos | Esta subcultura vive un nuevo momento

Twee, tan dulce como un 'panquecito'

Aunque esta subcultura tuvo su origen a finales de la década de los ochenta, hoy vive con intensidad un nuevo momento entre la comunidad nostálgica

Por: EL INFORMADOR

De la realidad hipster nace también, con brillo ecológico y deseos embetunados, la subcultura twee.  /

De la realidad hipster nace también, con brillo ecológico y deseos embetunados, la subcultura twee. /

GUADALAJARA, JALISCO (23/NOV/2014).- De nuestra cultura conocida, emergen manifestaciones que han puesto el acento en lo humano o en lo artístico y que se generan por la búsqueda legítima, de la juventud deseosa de una identidad que ni el “stablishment” ni la familia proporcionan. De este marco teórico surgen movimientos como los punkies, los rockers o los hipsters. Y de la realidad hipster nace también, con brillo ecológico y deseos embetunados; la subcultura twee.

Bajo la luz de esta nueva manifestación social, se perfilan la música, las figuras del cine y algunos directores, y el amor por lo verde como grandes protagonistas. La tendencia es amorosa, aniñada, a la usanza del cupcake y de los suetercitos de lana. La subcultura twee nacida de las entrañas del intelectualismo hippie-farmer-cool late con fuerza y parece que de forma híbrida.

Para explorarla, nos enfocamos en tres voces jóvenes que viven y observan la ebullición cultural y/o contemporánea en ciudades como Brooklyn, Londres y México. Las tres decantan en sus afirmaciones que nos encontramos frente a un movimiento homogéneo y definido en su teoría (en este caso el libro de Marco Spitz: La revolución twee en la música, la literatura, la moda, la television y el cine), pero híbrido aún en su evolución.

Spitz ha publicado proyectos tales como Tenemos la bomba de neutrones: la historia nunca contada del punk en Los Angeles y Jagger: rebelde, rockero, granuja y trotamundos, entre otros más. Es conocido como periodista musical, ha escrito para The New York Times, New York Post y Vanity Fair. Logra de manera vivaz, transmitir el pulso de las tendencias juveniles de la era contemporánea.

A raíz de la publicación del libro de Spitz La revolución twee en la música, la literature, la moda, la television y el cine (Twee: the gentle revolution in music, books, television, fashion and film, editorial HarperCollins 2014), se da a conocer el nacimiento y estadía de esta tribu urbana que posee como estandarte en Estados Unidos a la actriz y cantante Zooey Deschanel, en Londres a Kate Nash y en México a figuras como Diego Luna. Tiene sus detractores, tanto el autor del descubrimiento como el perfil de los supuestos “twees”, “nada más ñoño” dicen algunos como Oscar Broc en su columna PlayGround.

Sin embargo, para Denisse Flores quien como gestora teatral estudia una maestría en Londres, el movimiento “twee” es un esfuerzo —nada espontáneo— por afirmar el valor de lo “dulce” en un mundo que no tenía tiempo para ese tipo de cosas (…) La palabra hoy tiene una connotación aspiracional, positiva ligada al consumo de la cultura popular anglosajona. Veo algo peculiar: la idealización por el siglo pasado, a veces siento que muchos no ‘viven’ el presente, sintiendo una nostalgia por algo que no han vivido”.

El periodista y escritor catalán Use Lahoz, define a los “twee” como seres incapaces para la maldad e inevitablemente antihipsters. Lahoz señala: “Los hipsters se creen intelectualmente superiores, no poseen conciencia ecológica o salen sin freno por las noches, mientras que un ‘twee’ visita a menudo a su abuela, recicla, mantiene los vínculos con su infancia, no es cruel, respeta a los geeks, protege a los nerds y pasea en bicicleta”.

Una vieja subcultura que brilla

En Londres “me he sorprendido a mí misma describiendo a gente y cosas como dulces cuando en México ni siquiera usaba el adjetivo”, afirma Flores.

Realmente los “twee” surgen en Brooklyn a finales de la década de los ochenta, las caracteristicas de sus portavoces son —como fueron las de los hipsters—  en cierta medida… recicladas. Brooklyn es epicentro creativo de varias subculturas contemporáneas, tribus y contracorrientes. De ahí se exporta al mundo.

El término twee, como tal, se ha utilizado en la música para ciertos grupos de indie pop, proviene de la palabra “sweet” y musicalmente se inclina por melodías dulces y sencillas, incluso cursis.
Se señalan como representantes de la corriente, bandas como Belle & Sebastian y Camera Obscura. De la música el twee se expandió y diversificó señala Marc Spitz en su libro, es “el movimiento juvenil más poderoso desde el punk y el hip hop”, acota.

El autor señala como twees a diferentes personajes de la cultura contemporánea y esto abarca desde Walt Disney a Kurt Cobain, pasando por el director Wes Anderson, Godard, Salinger, la escritora Sylvia Plath y la aniñada Zooey Deschanel. No lo asocia propiamente como una generación, sino con algo que está revolucionando la escena cultural mundial.

El contexto sí importa

Desde Nueva York pasando por Londres y encontrando algunos atisbos en el Malasaña de Madrid. “Entender lo ‘twee’ a la luz de lo ‘hipster’ no sirve de mucho” afirma Denisse Flores.

El twee usa suéter tipo “mod”, su estética puede ser propia de Rushmore, posee un toque infantil (se puede pensar en Ximena Sariñana), es ingenuo, aniñado y tiene aversión a pretender. Es sensible, buen lector, ecológico y adora la belleza. Se inclina por las artesanias, los bigotes, la siembra orgánica, los pájaros, los pequeños mercados o bazares y el cine de culto. “Si lo que define a lo ‘twee’ es un consume artístico más genuino creo que Londres sería excelente ciudad para serlo”.

Algo “muy twee” son los “farmers markets” (incluido el de Andares). La joven creadora Ana Marva Fernández, de 24 años y habitante de Brooklyn, señala que en esta ciudad sus contemporáneos están más preocupados del futuro del cine y la música que de establecerse y hacer una familia. ¿Cuál sería uno de sus pasatiempos favoritos? “Hacer una cena donde sean bienvenidos todos. (Y decir) Únete a un ‘farm share’ y cenar excesivas cantidades de verduras”.

El periodista Lahoz acierta cuando dice que el “movimeinto emerge” de  “una sociedad educada y consciente, comprometida”. De ahí tal vez, la identificación con Ashton Kutcher y Adam Levine.

Finalmente, en Guadalajara la evolución está siendo evidente, aunque no sepamos si el vecino realmente visita a la abuela, es verdad que por lo menos en los escaparates de consumo se aprecia de manera importante la consciencia ecológica, la moda “dulce”, el amor al té, el recicle y el amor a la bici.

Un proyecto de espíritu “twee” puede ser Mi Armario, un bazar de corte vintage capitaneado por Maribel de la Vega y la bloggera Cherry Chris. “Mi Armario tiene como características twee; ser una bazar itinerante que reúne expositores con piezas de segunda mano y vintage”, señala Maribel de la Vega. “Estamos en pro de una compra-venta más conciente y responsable (…) Se intenta una  sociedad consciente, amigable, y se le da oportunidad a ropa que ya no ‘sirve’ alargando así el ciclo de  vida de las prendas”.

De la Vega es admiradora de Natalie Joos creative de Wicked Vintage y Alma Jodorowsky. Adora los mercadillos y tiendas de segunda mano, para Maribel “soñar no cuesta nada” y bajo esa premisa como cabeza de su proyecto y columnista de sociales capta seguidores en beneficio de una cultura creativa y “twee”. Bajo esta perspectiva se pueden apreciar proyectos en nuestra ciudad que van desde el famoso Trocadero, pasando por los cupcakes y Rodantefest, que promueve la cultura familiar. Y hacia allá vamos.

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