Jueves, 28 de Marzo 2024
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Viaje en tren por Ecuador

Lejos de la monotonía del mundo actual, hay puntos en el planeta donde es posible viajar en el tiempo

Por: EL INFORMADOR

En la imagen se siente el romance del vapor del tren del Ecuador.  /

En la imagen se siente el romance del vapor del tren del Ecuador. /

GUADALAJARA, JALISCO (14/SEP/2014).- olviendo el tiempo atrás… ¿O hacia delante?... o quizás románticamente dicho… a un tiempo sin tiempo… de buenas a primeras, y para nuestra sorpresa, nos encontramos viajando en un hermoso y bien cuidado tren que cruza de Norte a Sur —y literalmente de arriba abajo— el territorio de un hermoso país situado en la regordeta cintura del mundo que lo tiene todo: Altísimas montañas nevadas. Playas pacíficas y rompientes. Intrincadas y frondosas selvas que dan vida y agua a la amazonía. Valles de extraña vegetación y páramos eternos. Etnias que se aferran a sus costumbres. Vastas culturas antiguas, y usanzas derivadas del mestizaje. Asombrosa naturaleza capaz de cautivar a científicos de todas épocas (Darwin, Humboldt y Cousteau sucumbieron a sus encantos). Turistas embobados (como el que aquí teclea) cámara en mano tratan de llevarse en imágenes, un cachito de lo que ojos, corazón y paladar gozaron viajando por el pequeño país del Ecuador.

En Ecuador, el ferrocarril nació (igual que el nuestro) en los albores del Siglo XX como un sueño guajiro y conflictivo de dos presidentes sucesivos, curiosamente con ideologías enteramente opuestas. Este increíble sueño fue “comprado” por los hermanos John y Archer Harman de Virginia quienes, habiéndose enamorado del reto de construir un ferrocarril en ese lejano país, para comunicar a las dos principales ciudades en los extremos de su territorio —Guayaquil en las cálidas tierras bajas en el sur, y Quito en las montañas del norte— crearon la sociedad Guayaquil & Quito Railway Co. cuya leyenda es parte importante de la historia del país, iniciando la construcción de “el ferrocarril más difícil del mundo”.

Fácilmente podremos imaginar los esfuerzos que en aquellos tiempos se requirieron para construir las vías por donde el ferrocarril sería capaz de cruzar los valles tropicales y lodosos del sur; trepar los ingratos desniveles de los Andes hasta llegar a Urbina a los 3 mil 600 metros, y luego seguir viajando por las tierras montañosas a las que Humboldt llamó “La Avenida de los Volcanes” hasta llegar a Quito abrigado por las serranías norteñas.

Durante la difícil construcción, se dice que una vez, cuando Harman se topó con una fenomenal montaña rocosa imposible de franquear, llamó al presidente Eloy Alfaro para discutir el curso de la vía. El presidente atónito, dicen que se sentó y dijo… “vámonos tomando un buen trago para espantar al diablo”… y desde entonces la montaña, que supuestamente tiene forma de nariz quedó bautizada como “la Nariz del Diablo”.

La tenacidad por ascender aquella nariz, fue causa de la pérdida de infinidad vidas, tanto por los deslaves de sus paredes, como por los explosivos defectuosos o mal colocados; y todo esto aunado a las enfermedades propias de la región, ocasionaron la muerte a cientos de jamaiquinos, que por su supuesta resistencia habían sido contratados para la construcción.

El ingenioso Mr. Davis discurrió que el ferrocarril podría franquear la montaña (como la burrita: unos pasos pa’delante y otros tantos para atrás) si el tren hacía sus ascensos y descensos en zigzag, dando marcha adelante y hacia atrás, haciendo los cambios de vía en ciertos lugares cavados en la montaña.

Sin embargo el ferrocarril que al fin pudo llegar de Guayaquil a Quito cruzando pantanos, páramos, valles y volcanes, uniendo el país de lado a lado… las políticas y las tontas diferencias ideológicas lo dejaron en el abandono durante años, sepultando (igual que al nuestro) vías e ilusiones. Sin embargo, ahora, con el empeño del joven presidente Correa, las vías se han rehabilitado, las máquinas se han recuperado, los carros y vagones se han rehecho y el tren… sigue marchando con fines turísticos en todo su esplendor.

El impecable tren sale puntualmente en horarios fijos y predeterminados para el deleite de los turistas locales e internacionales, en quienes el visionario Correa ha puesto inteligentemente sus esperanzas para el desarrollo de las comunidades —otrora perdidas— por donde transcurre el orondo y bien puesto ferrocarril.

PD. En el Internet, en “tren crucero ecuador” se puede recabar extensa información. Vale la pena.

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