Miércoles, 24 de Abril 2024
Suplementos | El Hijo de Dios vivo, es el único Salvador

Para tí… ¿Quién es Cristo?

El Hijo de Dios vivo, es el único Salvador

Por: EL INFORMADOR

'...tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia'  /

'...tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia' /

LA PALABRA DE DIOS

• PRIMERA LECTURA:

Isaías 22,19-23

“Lo hincaré como un clavo en sitio firme, dará un trono glorioso a la casa paterna.”

• SEGUNDA LECTURA:

San Pablo a los Romanos 11,33-36


“Él es el origen, guía y meta del universo.”

• EVANGELIO:

San Mateo 16,13-20


“Y yo te digo a ti que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”.

GUADALAJARA, JALISCO (24/AGO/2014).- ¿Quién dice la gente que soy yo? No es ignorancia, porque el Señor todo lo sabe. No cabe tampoco que la pregunta la inspire una vana curiosidad. Es una preparación: es el primer peldaño para llegar a la altura del pensamiento a donde pretende llevarlos.

Saltan luego las respuestas: “Unos dicen que eres Juan el Bautista” —poco antes degollado en  un calabozo por orden de Herodes Antipas, para complacer el capricho de una mujer malvada— otros, que Elías”, aquel profeta arrebatado al cielo en la antigüedad por un carro de fuego ”, otros, “que Jeremías o alguno de los profetas”.

Tal vez siguió un compás de silencio, para que ellos le dieran al pensamiento la oportunidad de ahondar en ese momento en que estaban, ante quien no podía permanecer sin ser objeto de atención, de inquietud, de interés, en tener idea clara de quién era y porqué hacía lo que hacía. Ya era tiempo de soltar la pregunta directa a ellos, para tener de los 12 la respuesta verdadera, trascendental: “Y ustedes ¿Quién dicen que soy Yo?”

“Ustedes, los que dejaron sus barcas, sus redes, su oficio, su tierra, sus familias para seguirme y siguen aquí conmigo ¿Por qué andan conmigo? ¿Quién soy Yo para ustedes?

Jesús pretende que ellos abran su pecho. Uno habló por todos; la respuesta llegó por boca de Pedro: “Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo”.

“Bienaventurado  eres, Simón, hijo de Juan, porque no te lo ha revelado ni la carne, ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos”.

“Y Yo te digo a ti que eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. El Reino tendrá una jerarquía, es decir, autoridad sagrada.

Y para ti, hombre del siglo XXI, ahora, cuando se han multiplicado los recursos para toda información y noticia; ahora, cuando van y tornan todas las corrientes del pensamiento; para ti, hombre del siglo de prisas, de imágenes, de ruidos; para ti… ¿Quién es Cristo?

No puede darse una respuesta como para salir del paso, sino convincente y convencida, en un  momento fuerte de encuentro personal con Jesús, como fue hecha esta pregunta, de frente, directa a los 12 discípulos: “Para ustedes, ¿Quién soy Yo?”. La respuesta del hombre del siglo XXI es la misma que salió de lo profundo, del corazón del intrépido apóstol Pedro: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Confesar con la palabra y con la vida que Jesús es el Hijo de Dios, ha sido y será invocación del creyente, del cristiano, y decir “Padre, esta es la vida eterna: que te conozcan a Ti, el único Dios verdadero y a tu enviado Jesucristo”.

Cristo, el Hijo de Dios vivo, es el único Salvador.

José Rosario Ramírez M.

UNA ROCA MUY HUMANA


Siempre me he preguntado ¿Por qué si Juan fue siempre el discípulo amado de Jesús, le deja y encomienda a Pedro su Iglesia?

Y es aquí donde Mateo nos da un contexto clave para entenderlo, el Padre es quien se lo ha revelado a Pedro y Jesús encuentra la señal ahí.

Podemos reflexionar que aunque Pedro negara tres veces a Jesús y se arrepintiera, es aquí en donde se encuentra la grandeza de Dios, ese Dios maravilloso que no castiga, que es toda misericordia y que aún antes de equivocarnos confía plenamente en que lo seguiremos y haremos lo mejor para su Iglesia.

Hemos de recordar entonces que la Iglesia está formada por humanos, personas que tratan de hacer lo mejor para evangelizar, para dar a conocer la palabra de Dios como a lo largo del tiempo lo hizo Jesús.

Es Pedro quien lo da todo, que tiene esa fe como un grano de mostaza, tan grande y profunda como para mover montañas; es fiel al llorar la fe que había negado tres veces, y encuentra el perdón y recibe una gracia aún mayor de la que había perdido.
 
Sobre Pedro se edifica la Iglesia, el mayor legado de Dios para los hombres, ese legado que perdurará por los siglos de los siglos y que no se acabará.

Tomemos la palabra como Pedro y defendamos esta fe que por él se nos transmite ante un mundo de injusticia, de muerte, de guerra y corrupción.

Qué extraordinario sería que, como Pedro, tuviéramos la certeza de saber quién es Jesús, de saber qué es y qué vino a hacer entre los hombres, de tener ese granito de fe que alimentamos día a día en oración y sacrificio. Qué bueno sería creer con fundamento para vivir y reafirmar nuestra fe.

OBEDIENCIA, LA CLAVE

Hoy por hoy, en pleno siglo XXI, la actitud contestataria a todo tipo de autoridad, particularmente a la de la jerarquía de la Iglesia, se ha visto exacerbada, y no sólo eso, sino que se promueven por la televisión programas que incitan a la rebeldía. A través de los años se ha venido perdiendo el respeto y reverencia para aquellos que, por voluntad divina, ostentan algún tipo de autoridad, llámense estos Papa, Obispos, Sacerdotes, diáconos y laicos consagrados, y es muy frecuente ver cómo se les ignora, se les critica y hasta se les ofende y humilla.

El concepto en que se tenía a estos servidores del Señor y de la Iglesia se ha depreciado, y aunque son elegidos por Dios, ungidos con su autoridad por su preparación y formación —y, por su testimonio, se constituyen también en una autoridad moral—, se les minimiza. Para prueba, ahí tenemos el aborto, el "matrimonio" entre homosexuales,  etc.

Este fenómeno al que hemos llamado "Anti-autoridad", ha causado grandes estragos en todos los ámbitos de la vida del ser humano. Muchos de los problemas que aquejan a la humanidad actualmente se deben a este trastoque de valores, en el que el de la autoridad no sólo está devaluado, sino también tergiversado.

En este sentido, se hace preciso rescatar —comenzando en la misma Iglesia, ya que ésta ha sido y es sostén de la vida en los demás ámbitos— el valor de la autoridad, ejerciéndola al estilo de Jesús, como un servicio; así como el de la obediencia, practicada también al estilo de Él, como una condición indispensable para vivir y llevar a buen término el plan de Dios.
La plataforma para lograrlo tendrá que ser, como todo lo relacionado con la vida cristiana, la fe. La fe en Dios, en su Palabra, en sus designios, en su plan de amor y salvación.

El Evangelio de este domingo nos recuerda cómo una parte fundamental de este plan es la delegación de la autoridad de Jesús en un hombre común y corriente pero elegido por Él, Simón Pedro, a quien encargó su Iglesia, y con él a quienes habrían de sucederlo hasta la consumación de los siglos, dándoles con ello las facultades de "atar en la tierra lo que se ataría en el Cielo, y desatar en la tierra lo que se desataría en el Cielo".

Francisco Javier Cruz Luna

DIME, ¿QUIÉN ES JESÚS?

Si nos pusiéramos a hacer una encuesta a cada una de las personas que encontramos por la calle, preguntándoles la opinión que tienen de sí mismos, nos sorprenderíamos, porque todos  y cada uno de los encuestados se darían una  buena calificación como personas excelentes, honradas, juiciosas y tal vez con algún defectillo, ampliamente disculpable…
Y no obstante, en el gran conjunto de nuestro mundo, nos podemos dar cuenta, sin mucha dificultad, que las noticias, las informaciones y el conjunto de la dinámica de nuestro mundo no es precisamente hermosa. y que hay algo que no funciona adecuadamente.

Entonces la pregunta tendría que ser diferente: ¿Qué lugar ocupa el Señor Jesús en su vida y en su corazón

La misma pregunta que un día hizo Jesús a sus discípulos y que Pedro contestó acertadamente reconociéndole como Hijo de Dios y Salvador… De la misma manera que los santos mártires reconocieron a Cristo viviente todavía como Rey supremo del mundo y de todo el universo. Ellos fueron capaces de dar la vida porque creyeron y vivieron a fondo  esta verdad.

Si en este presente todos cuanto deseamos lo mejor volviéramos a Cristo Jesús nuestra mirada para poner en Él el corazón y el alma, y vivir conforme a su enseñanza, asumir su mensaje que da vida y dejarnos conducir por su Palabra, sin duda nuestro mundo, en su conjunto, cambiaría, desde lo personal hasta lo colectivo… y hasta lo universal.

Por eso, en vez de preguntarnos ¿quién soy yo? Nos preguntaremos: ¿Quién es Jesús para mí? De la respuesta que demos dependerá todo lo demás.

ORACIÓN


Señor Jesucristo, Hijo de Dios Padre,
yo creo, yo sé que vives con Él
en compañía del Espíritu Santo
y que estás entre nosotros para darnos cada día
la bendición de tu gracia, la luz de tu Evangelio
y la alegría infinita de la salvación
que nos hace falta, que tanto necesitamos.
Hoy queremos pedirte
que te hagas presente nuevamente
en nuestro mundo tan agitado y tan sufrido,
porque hoy más que nunca necesitamos
de tu gracia y de tu amor que salva,
que da vida y que es desde ahora,
en este nuestro presente,  plenitud de  felicidad.

Temas

Lee También

Recibe las últimas noticias en tu e-mail

Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día

Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones