Miércoles, 24 de Abril 2024
Suplementos | El milagro de la multiplicación de los panes tiene un significado: justicia social

Comparte tu pan

El milagro de la multiplicación de los panes tiene un profundo significado: justicia social, que nadie carezca de lo necesario

Por: EL INFORMADOR

Los cinco panes y dos pescados de un muchacho bastaron para alimentar a la multitud; Cristo pide acciones de corazón su plan salvífico.  /

Los cinco panes y dos pescados de un muchacho bastaron para alimentar a la multitud; Cristo pide acciones de corazón su plan salvífico. /

LA PALABRA DE DIOS

• PRIMERA LECTURA:

Isaías 55, 1-3

“Escuchen, sedientos todos, acudan por agua, aun los que no tienen dinero. Sellaré con ustedes una alianza perpetua”.

• SEGUNDA LECTURA:

San Pablo a los Romanos 8, 35. 37-39

“Estoy convencido de que nada podrá apartarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro”.

• EVANGELIO:

San Mateo 14, 13-21


“Tomando los cinco panes y los dos peces, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos y comieron todos hasta quedar satisfechos”.

Comparte tu pan

GUADALAJARA, JALISCO (03/AGO/2014).-
En este domingo décimo octavo ordinario del año, el evangelista San Mateo presenta una escena conmovedora de la vida de Cristo.

Él, con sus apóstoles, se había retirado a un lugar apartado, pero hasta allá lo siguió la multitud. La miró con sus ojos cargados de amor y le tuvo compasión. Más no compasión inútil, sino efectiva. Con su poder curó a los enfermos y dio de comer a más de cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños, y le bastaron cinco panes y dos pescados.

Los apóstoles tenían un pensamiento distinto al de su Maestro: “Despide a esa gente, para que se vaya a las aldeas y compre algo de comer”.

Jesús sabe qué va a hacer: Hará un milagro. Su poder divino será apreciado, gustado por todos. Todos “comieron hasta saciarse” de los cinco panes y dos peces del milagro. Pero antes, Jesús levantó sus ojos al cielo y pronunció la bendición. Un católico hizo un día este comentario: “Nada ha faltado en la mesa de mi familia, pero un día me vino una luz: en 40 años hemos almorzado, comido y cenado, y ni los míos ni yo hemos dado gracias a Dios por el alimento. Desde ese día ni una sola vez nos hemos sentado a la mesa, sin haber bendecido y dado gracias a Dios porque ha multiplicado los alimentos”. El cristiano, pues, siempre ha de reconocer que “El pan nuestro de cada día” está allí, sobre la mesa, por la bondad divina.

Al cristiano de ahora, del siglo XXI a ti, a mí, a todos, Cristo le manda que dé el pan a los demás; pan para el cuerpo, pan para el alma. El milagro de la multiplicación de los panes tiene un profundo significado: pan para todos; justicia social, para que nadie carezca de lo necesario, y ante todo la caridad, el amor.

Comparte tu pan con el hambriento, tus conocimientos, tu tiempo, tu alegría, tu fe, los bienes recibidos para provecho de todos. Hay una constante histórica: carencias de pan, salud, educación, de oportunidades para muchos. La pobreza es multiforme, aunque la más dolorosa es la de estómagos vacíos.

La codicia de poder y de capital, la ambición de las grandes potencias, el abuso del poder y del dinero, han propiciado la acumulación de bienes en minorías, y al mismo tiempo, mayorías carentes incluso de lo indispensable. La incultura, el desorden, los vicios, la pereza, son también causas inmediatas del hambre de hombres, familias y pueblos.

El hombre tiene un alma que salvar, y también un cuerpo que necesita alimento, agua, vestido, casa, cultura, salud y seguridad. “Denles ustedes de comer” es la voz de Cristo para despertar al cristiano, para sacarlo de su egoísmo y para que ponga sus ojos y su corazón en ayudar a los desposeídos.

José Rosario Ramírez M.

La exigencia: dar

La tradición evangélica presenta en los sinópticos dos relatos de la multiplicación de los panes. Se trata sin duda de un duplicado, seguramente muy antiguo, que presenta el mismo acontecimiento según dos tradiciones diferentes. La primera, más arcaica, de origen palestino, que es la que se encuentra en el Evangelio de hoy, parece situar el suceso en la orilla Occidental del lago y habla de 12 canastos, cifra de las tribus de Israel y de los apóstoles. La segunda, que procedería de ambientes cristianos de origen pagano, sitúa el acontecimiento en la orilla Oriental, pagana, del lago, y habla de siete canastos sobrantes, cifra de las naciones de Canaán, y de los diáconos helenistas.  

Esta acción de Jesús, de repartir gratuitamente alimento, es voluntariamente querida por él como una preparación del alimento escatológico por excelencia, la Eucaristía.

Cristo es una persona exigente. Exigente consigo mismo, pues nos quiere dar siempre lo mejor. Él busca la manera de hacerse presente en nuestras vidas y siempre encuentra la manera de hacerlo. Sin embargo, en su manera de actuar le gusta verse ayudado de las circunstancias pero especialmente de las personas. Quiso usar los cinco panes y dos peces de aquel muchacho para dar de comer a una multitud.

La donación de ese muchacho, de desprenderse de lo poco que tenía, fue suficiente para que Cristo hiciera un milagro de grandes dimensiones. Él nos pide poco para hacer mucho, pero quiere ese poco. Él no pide más de lo que puedes dar, y con ese poco poder realizar su plan salvífico. No sólo multiplica panes o peces, sino que lo que tú le ofrezcas tendrá recompensa pero hay que hacer las cosas sin ningún interés de por medio, siempre que sea de corazón.

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