Jueves, 28 de Marzo 2024
Suplementos | Encontrar a Dios dota a la vida de un sentido que trasciende la temporalidad humana

Quien hace el bien en el tiempo, recibirá la recompensa en la eternidad

Encontrar a Dios, comprender su mensaje, dota a la vida de un sentido que trasciende la temporalidad humana

Por: EL INFORMADOR

Rembrandt, 'La parábola del tesoro escondido', 1630.  /

Rembrandt, 'La parábola del tesoro escondido', 1630. /

LA PALABRA DE DIOS

• PRIMERA LECTURA:

Primer libro de los Reyes 3, 5. 7-12

“Da a tu siervo un corazón dócil para gobernar a tu pueblo, para discernir el mal del bien”.

• SEGUNDA LECTURA:

San Pablo a los Romanos 8, 28-30

“Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien”.

• EVANGELIO:

San Mateo 13, 44-52


“El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo”.

GUADALAJARA, JALISCO (27/JUL/2014).- La imaginación, más veloz que cualquier otro vehículo, lleva en este domingo al cristiano hasta la ribera del Lago Tiberíades.

Cristo está sentado en la barca de Pedro. La multitud, procedente de numerosos lugares, no tiene prisa; sentada en la arena, la gente escucha la sabiduría divina que sale de los labios del Maestro.

Todos los hombres en todos los tiempos con el pretexto de ser previsores, de asegurarse para un futuro, tienen la tendencia de atesorar.

Para ganar el sustento diario y satisfacer el complejo y variado conjunto de necesidades, el hombre moderno se afana continuamente.

Ese empeño en ocasiones se torna vicio, actitud enfermiza de tener y más tener, sin un límite, sin saciarse.

Tal pasión es el pecado capital llamado codicia.

Cristo invita a ir en busca de otro tesoro, escondido éste, porque no está en los bienes materiales, sino en la verdadera sabiduría de atesorar para la vida eterna.

El Reino de los Cielos se parece a ese tesoro; quien lo encuentra ya no se deja arrastrar por ilusiones pasajeras, pues ha encontrado una verdadera jerarquía de valores.

En este siglo XXI, la Iglesia, nacida misionera, debe continuar su empeño de dar a conocer a Cristo. Muchos hombres encontrarán en Cristo el verdadero sentido de la historia, la razón para vivir y la dirección para enfilar sus pasos, porque Cristo es el Camino, la Verdad y la Vida.

¿Quién de los seres humanos no es mortal? Y molesta pensar en que llegará ese final en el tiempo, y que será el momento de rendir cuentas de los talentos, muchos o no tantos, administrados por quien los recibió.

En la civilización —no cultura— moderna, se han ingeniado para diluir y ocultar la realidad más importante de la vida, que es el final de ella. Por más que quieran engañar, llegará con precisión exacta la hora final de cada uno.

Quien hace el bien en el tiempo, recibirá la recompensa en la eternidad.

José Rosario Ramírez M.

El que busca encuentra


Rembrandt, el maestro holandés de la pintura y el grabado del siglo XVII, se caracterizó en varias de sus obras por tocar la temática bíblica, entre las que destaca por su arte gráfico y la difusión que se le ha dado a la misma la de “El regreso del hijo pródigo”, pero tiene también una representación del evangelio de San Mateo, poco o casi no utilizada en el mundo de la pintura. "La parábola del tesoro escondido".

La pintura al puro estilo de Rembrandt, está cargada de detalles. Altamente expresiva en el rostro de su único personaje, aquel que encuentra el tesoro en el campo, y está ataviado a la usanza de la época del holandés y no conforme a la del texto bíblico.

La imagen nos permite entender porqué en algunos sectores Rembrandt ha sido considerado “uno de los grandes profetas de la civilización”, ya que sus obras eran la cercanía al evangelio. La presencia y porte del protagonista nos da la total sensación de búsqueda, no es el hombre que encontró por suerte, es el que está en condición de búsqueda, el que sabe que puede haber algo más; y ante la sorpresa de lo encontrado, la mirada vigilante en su entorno deseando no ser descubierto.

Es la viva imagen del gozo del que encuentra algo que buscaba pero ha superado sus expectativas, es la comprensión máxima de la parábola proclamada por Jesús a sus contemporáneos del tesoro escondido que nos hace entender qué es el Reino de los Cielos: es aquello que nos da la certeza de dejarlo todo, por aquello que se nos ha dado; es considerar en nada lo que antes era nuestro todo; es encontrar a Dios y saberlo nuestro; es poseerlo todo y no necesitar nada; es ver como el hombre que representa Rembrandt, la ciudad a lo lejos con sus comodidades y lujos, y no añorarla, porque ahora hemos encontrado lo que siempre ha sido nuestro: el Reino de los Cielos.

Descubrir, entender y comprender el reino

Afortunadamente ya han pasado los tiempos y se han superado esas prácticas -aunque todavía quedan grupos y personas que lo hacen- en los que los católicos defendíamos nuestra religión, como dice el dicho: a "capa y espada", y se tenía un celo tal, que ante cualquier ataque a nuestra fe, a nuestras instituciones, a nuestras costumbres, a nuestra jerarquía, etc., respondíamos de inmediato de manera intolerante y falta de caridad, incluso con violencia.

Ello fue posible gracias a la evolución del pensamiento teológico de la Iglesia, el cual, en el momento histórico culmen que fue el Concilio Vaticano II, rectificó y reconoció que sí hay salvación fuera de la misma, y que, aunque ésta es la Iglesia verdadera, pues fue la que fundó Jesucristo, y Él ha permanecido con ella y en ella, a pesar de todas las fallas, errores, traiciones, etc., sí existen otros caminos de salvación, todos ellos gracias a los méritos del mismo Jesucristo.

No obstante, existen aún muchos resabios de ese tipo de religiosidad, así como una gran ignorancia, entre muchos creyentes, que desconocen la Palabra de Dios y la doctrina de la Iglesia, lo que provoca que éstos confundan al cristianismo, el cual es una forma, un estilo de vida, enseñado con su palabra y su vida por Jesús, con una simple religión o con una ideología, y como consecuencia, así lo viven.

Y quien vive con esta creencia corre muchos riesgos: desde el extremo de que a pesar de que se diga y se reconozca cristiano, viva en un ateísmo práctico, hasta otro extremo, que puede ser el fanatismo, lo cual está en la frontera de la violencia para imponer sus formas de pensar; o bien el llamado fariseísmo, por el cual se guía y actúa basado en la ley fría e inhumana; o el comercialismo, utilizando la religión para sus fines e intereses mezquinos; también un cristianismo llamado a últimas fechas "light", es decir, ligero, fácil, cómodo, sin sacrificio, sin cruz; o un cristianismo exclusivista.

Jesús no vino a enseñar una religión conformada por ritos, normas y leyes rígidas y humanas, sino a predicar, con la vida y la palabra, el advenimiento del Reino de Dios, tan esperado por siglos; y la clave de su seguimiento estriba en descubrir, entender y comprender en qué consiste este Reino, lo cual no se podrá lograr con la simple inteligencia humana -ya que como Él mismo lo afirmó 'Su Reino no es de este mundo', es decir, no se identifica con los criterios y los valores terrenales, intrascendentes- sino a través de una experiencia de vida, como lo deja entender el mismo Jesús en las parábolas del Reino, una de las cuales nos es recordada por el pasaje evangélico de este domingo: El Reino es como ese tesoro que para adquirirlo hay que vender todo lo que se tiene: Quien vive esta experiencia de desprenderse de todo hasta de sí mismo, para hacer suyo ese Reino, que no es otra cosa que la persona misma de Jesús, habrá encontrado entonces la esencia del cristianismo y podrá vivirlo con conciencia y con autenticidad, quien no, difícilmente podrá decir, con verdad, que es cristiano.

Francisco Javier Cruz Luna

En el equipo de Jesús


Cuando hablamos de los que formaron equipo viene enseguida a la mente aquel muchacho alegre, idealista, trabajador: Luis Padilla Gómez.

Éste fue uno de los mártires que, como tantos otros, creyó que con medios pacíficos podrían lograrse ciertos elementos de presión que redundarían en la libertad religiosa que el pueblo anhelaba, pero sucedió lo contrario.

Hoy por hoy, seguimos en la misma opción: o con Cristo o contra Cristo. Lo que pasa es que no hemos entendido ni poquito el Mensaje de Jesús.

Cuando Él hablaba de las imágenes con las que comparaba el Reino de Dios, las decía también para las generaciones del futuro.

Un Tesoro escondido que podemos encontrar; una perla valiosa que vale la pena conseguir; una red que saca abundante pesca… y nosotros ¿Con qué comparamos el Reino de Dios? ¿Qué nos dice en nuestro hoy, en nuestro presente, pertenecer al grupo de Jesús?

Es lamentablemente cierto que en ocasiones somos precisamente los que nos llamamos cristianos, católicos, o seguidores del Señor Jesús y de su Evangelio los que peor propaganda le hacemos, los que hacemos quedar mal a su Iglesia. Los que vemos un fallo en una persona, y generalizamos: “todos”

No obstante, la principal preocupación debiera ser encontrar el tesoro que no se acaba y que dura una eternidad, adquirir la perla valiosa y recoger en el corazón la abundancia de gracia que el Señor Jesús nos ofrece cada día si queremos echar la red en su nombre.

Esa tendría que ser nuestra gran preocupación, pertenecer al equipo de Jesús, no hacerlo quedar mal, ni divulgar lo que no.

El ejemplo de los que han sido fieles a la Iglesia de Cristo es lo que nos anima mientras vamos transitando por esta tierra, ya que esperamos encontrarnos reunidos un día en torno a Él para siempre.

Oración


Señor Jesús,
yo quiero estar contigo
a través de la vida,
aún en medio de aflicciones
o contratiempos,
a pesar de que a veces
no entiendo tu proyecto,
y saboteo tus planes.

Perdóname, Señor
y ayúdame a volver al buen camino,
donde encontraré tesoros
y abundancia de gracia
y de dones sin límite ni fin.

María Belén Sánchez, fsp

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