Viernes, 29 de Marzo 2024
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Durango: el de Tierra Adentro

Al transitar por el antiguo ''camino real'', el visitante encuentra maravillas arquitectónicas, bellezas naturales y el talento de artistas

Por: EL INFORMADOR

Historia. Aspecto de uno de los murales de Francisco Montoya, artista que plasmó su talento en la región.  /

Historia. Aspecto de uno de los murales de Francisco Montoya, artista que plasmó su talento en la región. /

GUADALAJARA, JALISCO (11/MAY/2014).- Desde antes de tiempos de la Colonia, ya existía un incierto “camino real” entre las poblaciones que comerciaban, sobre todo mercancías de origen mineral. Con la llegada de los conquistadores y su insaciable apetito por el oro y la plata, este intercambio tuvo mayor relevancia tanto en los lugares de donde se extraían los minerales como en los puntos en donde había interés por ellos; creándose así en el transcurso del tiempo, el legendario “Camino Real de Tierra Adentro” desde la Ciudad de México hasta Santa Fe.

Si bien ha sido catalogada por la UNESCO solo una porción de este camino como Patrimonio Cultural de la Humanidad “…por testimoniar un intercambio de valores humanos a lo largo de un periodo de tiempo o dentro de un área cultural del mundo…”  algunos otros lugares que no están especificados en esa fracción, son definitivamente incluidos en la famosa ruta: Durango es uno de ellos.

Al igual que Querétaro, Guanajuato, Zacatecas, Albuquerque etc., muchos pueblos, haciendas y mesones, que sería largo mencionar, son también parte vital del trayecto como puntos de descaso y de remuda.

Durango, con su enorme cerro que en épocas de la colonia fue despreciado por el tal Mercado —un español que tan solo buscaba oro— ha sido una gran fuente de riqueza durante muchas décadas, por estar casi completamente compuesto de minerales ricos ¡…en fierro! “Bien aiga” por el tal Mercado que lo único que le dejó fue su nombre.

Sin embargo, actualmente existen un par de enormes y riquísimas minas –estas si de oro— (Tayoltita y Metates) entre las montañas de la región, desgraciadamente explotadas por compañías canadienses quienes, si bien generan miles de empleos en el país, se llevan los materiales en bruto (igual que hicieron los conquistadores) con las consecuencias ecológicas de la destrucción de bosques y montañas, contaminando con sus desechos cuanto río y arroyo cercano existe. 

A los rescoldos que quedaron de aquellos tiempos en el centro histórico de la ciudad, no puedo ponerles peros. Bellos edificios —algunos recargados, otros afrancesados, barrocos y hasta churriguerescos, moda en esa época— lucen impecables, bien conservados y algunos convertidos en bellos y elegantes museos.

Justo también es mencionar el cuidado que se ha tenido en la regulación de anuncios y letreros comerciales; y en la limpieza y el cuidado de la ciudad. Así como … en la educación y concientización de la gente… del valor que esto tiene en la vida diaria, con la dicha de vivir en un lugar así.

De hecho, aquí han nacido importantes y variopintas personalidades de nuestro México surrealista. Podemos encontrar desde al imponente y controvertido Doroteo Arango, a quien la vida misma —después de incontables e inenarrables vicisitudes— con el nombre de Pancho Villa (el mexicano más conocido en el mundo entero) figuró cual quijotesco y despistado idealista entre los avatares de la Revolución Mexicana. Hasta algunas increíbles y destacadas figuras —en ocasiones poco conocidas— del mundo del arte, como pudiera ser Francisco Montoya, de quien en alguna ocasión Diego Rivera expresó… “En México solo habemos dos muralistas… Yo y Montoya”.

Los invaluables frescos que realizó en los muros de las Casas del Campesino —por orden y para respaldo de las dañinas demagogias de Lázaro Cárdenas— últimamente, con grandes trabajos y tecnología, fueron rescatados de los muros; y ahora delicadamente restaurados se encuentran exhibidos en el Museo de la Ciudad. Los nombres de Silvestre Revueltas y de Ricardo Castro (cuyo nombre lleva el teatro principal) “suenan más que bien” entre las notas de las joyas musicales que aportaron al mundo. La celebradísima Sensemayá del primero y el vals Capricho del segundo pudieran ser breves muestras de ello.

Durango de tierra adentro y del mundo entero.

vya@informador.com.mx

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