Martes, 23 de Abril 2024
Suplementos | Revisa la guía rápida para comprar el ’’calzado ideal’’

Dime cómo caminas y te diré cuánto sufres

Los ves en un aparador o catálogo. No te importa la altura del tacón. Estás dispuesta a pagar por ese doloroso capricho

Por: EL INFORMADOR

¡Auch!. Recuerda que para el uso diario, la altura del tacón no debe superar los cuatro centímetros.  /

¡Auch!. Recuerda que para el uso diario, la altura del tacón no debe superar los cuatro centímetros. /

GUADALAJARA, JALISCO (07/MAY/2014).- Obsesionarse por usar un calzado que va en contra de la naturaleza de los pies y del peso corporal puede significar una deformación irreversible, que a lo largo de la vida cobrará una incómoda factura a cada paso que das.

¿Cuántas veces has comprado un zapato con la esperanza de que en el trascurrir de los días deje de apretar tormentosamente tus dedos? ¿Esperas que tus talones y las plantas de los pies se acostumbren a estar casi de puntitas? Seguramente en alguna fiesta, en el antro, en una reunión o junta laboral, has querido con urgencia botar tu calzado, sin importar el protocolo o las normas de etiqueta.

Lamentamos decírtelo, pero la culpa no es del zapato, sino de quien lo porta, ya que no visualizó las inclemencias físicas que el nuevo calzado traería consigo, como pequeñas ampollas, uñas enterradas y hasta los monstruosos juanetes, y todo por seleccionar erróneamente el calzado.

Aunque la calidad y el diseño es un buen augurio para creer que caminarás sobre nubes —y más cuando ves su alto costo o la marca de los tacones—, lo cierto es que nada asegura lo confortable que éstos puedan ser, sino hasta que tus talones, tobillos, plantas, dedos y uñas entren en contacto con los tacones y se pongan a prueba en ligeras caminatas. Para muestra están los juanetes de la actriz Cameron Díaz o de Paris Hilton, así como las venas saltadas de Madonna.

Si bien deberían existir zapatos que tengan incluidos un par de curitas —o almohadillas preventivas— que eviten pequeños despellejamientos o rozaduras en los primeros días de uso, es importante que sepas que el calzado nuevo no se estrena de inmediato en momentos de larga duración. Antes hay que realizar una serie de calificadores que indicarán cuándo están listos para usarlos en una boda y así sacarle brillo a la pista durante el baile. Si al tercer uso el zapato no se ajusta, nunca lo hará.

El talón de Aquiles


Caminar corvado, arrastrar los pies, el no doblar bien las rodillas, la dirección de los tobillos y el vestir calcetines demasiado gruesos, son factores que involuntariamente modifican el andar, y con ello, el desgaste natural del calzado. De nada sirve el portar zapatos de descanso, como las sandalias, tennis o alpargatas, si el movimiento corporal es incorrecto y dispar al peso, altura y morfología de la persona.

Antes de comprar un calzado pregúntate qué tan indispensable es en tu guardarropa, en qué momentos lo usarás y si no cuentas con un modelo similar.
Existen zapatos que no lastiman, pero que sí provocan cansancio cuando estás demasiado tiempo de pie o caminas por suelos no aptos para mantener una estabilidad adecuada, especialmente si se trata de calles empedradas o banquetas descuidadas —como las que abundan en esta ciudad—. Es por ello que analizar cada una de las partes del calzado es tan elemental, como pensar si nuestra piel es sudorosa al contacto de los materiales plásticos o curtidos de los forros internos, pues también pueden desembocar malestares que culminan en infecciones entre las comisuras de los dedos, como el terrible pie de atleta.

Entre las afecciones más comunes destacan los callos en los laterales de los dedos meñiques y gordos, así como en el tercio anterior de la planta —en donde recae el mayor peso del peso al caminar—, que no son más que el resultado de una rozadura leve de varios años y que nunca se atendió.
Otra parte demasiado sensible es la parte superior del talón, que por lo general es la primera en manifestar que el zapato no ajusta a la perfección. Suele desgarrarse ligeramente —al punto de pequeños sangrados— por la curvatura trasera del calzado, en especial si se trata de mocasines o balerinas totalmente planas.

No obstante, las uñas enterradas son las reinas del sufrimiento. Aunque se generan por un mal corte y limado, los zapatos demasiado ajustados —que no dejan un libre movimiento a los dedos ni una distancia de un centímetro al tope— tienden a generar fricción en las puntas de las uñas, aún más cuando el calzado es de punta almendra o un poco triangular. Más allá de hundirla, la ausencia de respiración genera infecciones, como pus, hongos o encarnamientos que requieren intervención médica o de una podóloga.

Revisa la guía rápida para comprar el ’’calzado ideal’’.

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