Miércoles, 17 de Abril 2024
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La tuya en bicicleta: Cienfuegos

La perla del sur cubano

Por: EL INFORMADOR

GUADALAJARA, JALISCO (02/FEB/2014).- Hay una ciudad en el Centro-Sur de Cuba, con una bahía de aguas del Caribe, tan linda que la llaman “la perla der sur” y que yo conozco bien porque era donde vivía mi abuela y, desde niña, allí pasé vacaciones.

Cienfuegos fue fundada a inicios del siglo XIX por colonos franceses procedentes, en su mayoría, de Burdeos. De hecho, recuerdo bien que cuando estuve en la ciudad francesa recorrí en bici barrios que se me parecían muchísimo a ciertas calles cienfuegueras. Su nombre de fundación fue Colonia Fernandina de Jagua pero, unos años más tarde, el rey de España le concedió el título de Villa de Cienfuegos.

Aunque en la provincia donde se encuentra hay montañas, la ciudad es llana, de calles rectas, perfecta para andar en bici. El único problema es el calor que aprieta de mayo a octubre, pero basta no pedalear en las horas más calientes y entonces la brisa marítima puede hacer las cosas llevaderas.

Un día en bicicleta podría comenzar en el centro histórico que por su arquitectura ha sido declarado Monumento Nacional. Allí con quienes hay que tener más atención es con los peatones, porque las calles no son anchas y la gente cruza sin muchos miramientos. Una vez vistos los monumentos importantes, conviene salir del centro hacia la arteria principal, el Paseo del Prado, una calle de anchas aceras con soportales y columnatas, partida en dos por un amplio paseo arbolado que es el más largo de todo el país.

El Prado siempre está lleno de gente y ha visto crecer generaciones. Allí corren los niños y pasa el desfile del carnaval y los cienfuegueros se enamoran, conversan y descansan en sus bancos. Recorriéndolo en bici, la ciudad nos pasa por delante. Una vez terminado el paseo, la calle continúa y comienza un malecón con un muro donde la gente suele sentarse. Ese es un buen sitio para hacer una pausa, apoyar la bicicleta y contemplar de cerca, por primera vez, la bahía de Cienfuegos y las barcas que la atraviesan.

Estamos ya en el reparto Punta Gorda, una zona residencial situada frente a la bahía, que no es pequeña, pero al ser de las llamadas bahías de bolsa, permite ver perfectamente el otro lado. En Punta Gorda hay chalets y algunas antiguas casas de madera. Y andando en bici es normal que nos crucemos con coches de caballos que hacen el recorrido, ya sea para llevar de paseo a los turistas o como simple medio de transporte local.

Casi llegando al final hay un edificio que sorprende: el Palacio Valle, una imponente mansión de principios del siglo XX coronada por una terraza con tres torres y que en su construcción combina caprichosamente diferentes estilos, entre los que resalta el mudéjar y gótico. En ese punto, de ambos lados tenemos el mar, porque es una estrecha península. Sólo queda entonces pedalear hasta el fin de la calle. Hacer otra pausa en la Punta para llenar los pulmones de aire fresco y media vuelta.

En el municipio Santa Isabel de las Lajas, provincia de Cienfuegos, nació uno de los músicos cubanos más famosos de todos los tiempos: Beny Moré “el bárbaro del ritmo”. Hay una estatua suya en el Prado y tal parece que, mientras camina, el Beny va cantando. Y como a mí también me gusta cantar, sobre todo cuando voy en bicicleta, en mi viaje de regreso pedaleo despacito para no sudar demasiado, mientras canto aquello del Beny que decía: “Cienfuegos es la ciudad que más me gusta a mí”.

PASEO

Rodar y recrear la vista


En este sitio se puede disfrutar de edificios de arquitectura sobresaliente, ese paisaje fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2005. Otro deleite es ir en bici, o a pie, al Centro Cultural, una casa palaciega donde se realizan actividades extraescolares como danza y música para los estudiantes locales.

Además, encontrará el Castillo de Jagua, una fortaleza que en su momento fue construida para proteger a Cienfuegos de las amenazas de los piratas, y es conocida como una de las estructuras militares más importantes de Cuba. También se cuentan algunas otras cosas. Según una la leyenda, el Castillo es frecuentado por “la Dama de Azul”, un fantasma que lleva un vestido de brocado de ese color; ésta es una de las historias que aderezan las visitas.

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