Miércoles, 24 de Abril 2024
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Los misteriosos tepuys de Venezuela

En las remotas planicies de los Tepuys, las plantas nativas se han vuelto carnívoras

Por: EL INFORMADOR

Las esporas del hongo (Cordyceps lloydii) digieren las entrañas de la hormiga bala dejando su exo esqueleto intacto.  /

Las esporas del hongo (Cordyceps lloydii) digieren las entrañas de la hormiga bala dejando su exo esqueleto intacto. /

GUADALAJARA, JALISCO (01/SEP/2013).- Los Tepuys son unas enormes mesetas escabrosas en la selva venezolana, con cimas planas rodeadas de impresionantes paredes verticales de gran altura, que habiendo sido erosionadas durante millones de años, tajantemente se apartan de la selva tropical que les rodea, formando biológica y geológicamente unas auténticas “islas en el tiempo”,  pudiéndose considerar como “las galápagos de tierra firme”.  

Situadas al sur del Río Orinoco, casi frontera con Brasil y las Guayanas, son las montañas más antiguas en la superficie del planeta. Se han conservado así desde hace cuatro mil 500 millones de años cuando, durante el periodo Precámbrico aún se estaba formando la Tierra; y América del Sur todavía estaba unida al África en el enorme continente llamado Pangea.

Los imponentes movimientos telúricos que sucedieron en esos tiempos, hicieron que lentamente se separaran los dos continentes dejando al Océano Atlántico en el medio. Testimonio de ello son las montañas que se encuentran al oriente del Sahara: sin lugar a dudas hermanas de los Tepuys.

Estas tierras tan antiguas, siguen causando inquietudes entre los científicos, así como en los escritores como Conan Doyle (Creador de Sherlock Holmes) quien, después de oír las crónicas de Im Thurn sobre estos sitios, escribió su famoso “Mundo Perdido” del que se han hecho versiones sobrecogedoras, incluyendo una caricatura en la que relata de un simpático viejo, que en su ilusión por conocer estos lugares se deja llevar hasta ellos en su propia casa transportada por cientos de globos.

Nosotros en cambio, tendremos que tomar un vuelo hasta Caracas, otro a Ciudad Bolívar en el Orinoco, en donde rentaremos una avioneta para llegar a Canayma —precioso lugar entre la selva— y luego navegar por el Río Carrao unas cuatro horas en una canoa tripulada por un nativo pemón, quien remontará por el Río Churún hasta el Auyán Tepuy, donde está la catarata Kerepakupai Vena (la más alta del mundo con 979 metros de caída libre) también conocida como “Salto Ángel”, en honor a Jimmie Angel, el intrépido piloto que la dio a conocer al mundo cuando estrelló su avión en la cima sin más consecuencias que su dificultoso rescate.

En las remotas planicies de los Tepuys, siempre cubiertas de nubes y asoladas por lluvias, vientos y tormentas, al escasear la tierra vegetal, las plantas nativas se han vuelto carnívoras, o bien han aprendido a vivir milagrosamente entre musgos y líquenes tan solo de aire y agua. Asombrosas son algunas bromelias, resistentes al intenso sol ocasional y al frío y la humedad constantes. Igual que las tímidas orquídeas del tamaño de un alfiler, que ocasionalmente aparecen entre las Heliánphoras tatei quienes, con sus seductores conos adornados por un pétalo brillante, cautivan a los  insectos devorándolos al caer en sus entrañas. Un extraño mini sapito que ni nada ni salta (Oreophirynella quelchii), es otro ejemplo vivo de las extrañas especies que han sobrevivido sin cambios en las inhóspitas mesetas.

Desde luego que ahí nunca encontraremos fósiles de plantas ni animales, puesto que se formaron mucho antes que la vida apareciera en el planeta; aunque pese a esto -al igual que en los desiertos- se han descubierto en ellas más de 10 mil especies de plantas y animales únicas y diferentes.

 Aunque la impresionante escena de la foto de Brewer-Carias, de la Hormiga Bala (Paraponera clavata) siendo devorada por las esporas del hongo (Cordyceps lloydii) no sucede en las alturas sino en la selva baja, es un buen ejemplo de las cosas insólitas que ocurren en estos misteriosos Tepuys milenarios.

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