Viernes, 29 de Marzo 2024
Suplementos | Miles de personas comienzan a adoptar el modelo de ayuda comunitaria

Ricos con el Banco del Tiempo

Miles de personas alrededor del mundo se dieron cuenta que podían intercambiar favores por medio del bien más preciado de la humanidad: el tiempo

Por: EL INFORMADOR

Bancos del tiempo. Intercambiar servicios para ganar tiempo libre.  /

Bancos del tiempo. Intercambiar servicios para ganar tiempo libre. /

GUADALAJARA, JALISCO (04/NOV/2012).- Eduardo Aguilar, técnico en computación, repara el disco duro de Israel López. No pide nada a cambio. Mejor, el pago va en especie a Karen Soriano con un tratamiento completo: Israel es masajista profesional. Ya con el cuerpo relajado, ella tiene que retribuir el servicio. Por eso ayuda a Susana Ayón a pintar su cocina. Ella no es estilista, pero sabe lo suficiente como para cortarle el cabello a Daniel Dordelly, quien a su vez, paga a un tercero. Enseña inglés a las dos hijas de Cynthia González. Paralelamente, la madre hace un acuerdo con Jamileth Anaya: ella puede usar la lavadora de la casa mientras dé clases de yoga a la familia.

No son los únicos. Miles de personas alrededor del mundo comienzan a adoptar este modelo de ayuda comunitaria. Un pacto social firmado con el compromiso de cada uno. No lo sabían, pero eran millonarios. Se dieron cuenta que podían intercambiar favores por medio del bien más preciado de la humanidad: el tiempo.

“Nuestra moneda de cambio, nuestra moneda solidaria es el tiempo”, dice Daniel Dordelly, uno de los organizadores del Banco del tiempo en Guadalajara. Para él, esta iniciativa ciudadana es una alternativa económica que permite acercar los servicios a la gente. Y es que el dinero no vale aquí, lo que vale son las horas. Es un trueque entre habilidades, oficios y conocimientos. Por ejemplo, una hora de armonización de chakras por una hora de clase de portugués. Teñir el cabello equivaldría a limpiar una cámara fotográfica. 60 minutos para aportar algo a la comunidad.

Uno entra al Banco con cinco horas a favor. Cada hora ofrecida y recibida en servicios se suma y se resta al crédito inicial. Abrir una cuenta es fácil. No es necesario un comprobante de ingresos, identificación oficial ni acreditación de la mayoría de edad. Tampoco se cobran comisiones. Las principales cláusulas en los Bancos del tiempo son la inclusión y la igualdad. “Todos tenemos algo que dar”, se lee en la página web de TimeBanks, una organización estadounidense que promueve el intercambio de servicios y talentos. Como no hay dinero de por medio, nadie se queda fuera.

Haydee Castillo es costurera. Acaba de escuchar por la radio que hay un club de intercambio en Guadalajara y quiere inscribirse para suplir una debilidad: “En la cocina no doy una. Me podrían echar la mano”. Aprovechó su hora de descanso para pedir informes en la Feria de Economía Solidaria, instalada en el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH) de la Universidad de Guadalajara.

Ahí la recibe Eduardo Aguilar, fundador del Banco del tiempo en Guadalajara, y le explica cómo funciona el trueque de horas. Haydee le comenta que lo suyo es reparar ropa: “Nomás es eso lo que puedo aportar”. Pero lo que podría ser una limitante en el mundo laboral aquí es una trivialidad. En palabras de Daniel: “No hay un servicio que valga más que otro. Todos valen en función del tiempo que se le invierte en realizar cada uno”.

De esta manera, tareas generalmente subestimadas como la fontanería, el cuidado de personas y el trabajo doméstico se colocan al mismo nivel de aquellas vinculadas con la docencia, la formación y la gestión. Haydee puede irse tranquila a casa. Alguien le ayudará en la cocina.

“Yo que estudié cuatro años en la universidad, ¿por qué voy a estar intercambiando con esa señora que nomás sabe preparar frijoles?”, le preguntan los escépticos a Eduardo. Para él, la respuesta está en la funcionalidad de las tareas realizadas, es decir, valen en tanto que cubren las necesidades de ese momento.

Hora médico igual a hora nana

Hace más de 200 años el economista inglés Adam Smith ya había pensado en el problema. Para ilustrarlo recurrió a una conocida paradoja: si el agua es más vital que los diamantes, ¿por qué vale menos en el mercado? Sin embargo, un hombre en el desierto cambiaría inmediatamente una bolsa de diamantes por una cantimplora con agua. Esto significa que las cosas carecen de valor por sí mismas, pero no por su utilidad.

Eduardo ejemplifica la situación: “Yo puedo ser médico y dar mi hora de consulta carísima: 600, 700 pesos. Y va a haber una persona que sólo pueda cuidar a un niño (…). Pero a lo mejor el médico va a necesitar tanto que alguien le cuide a su niño que él pagaría lo que sea. Entonces realmente la hora de la persona que cuida el niño y la del médico carísimo valen igual”.

En algunos casos el trueque puede ser más “complicado”. Mariana Regla piensa que ciertos servicios sí deberían implicar una mayor retribución, ya sea por la especialización o porque el consumo de luz y el mantenimiento de equipo generan gastos extras que no se contemplan en el intercambio. Ella es fotógrafa profesional. Considera que cobrar dos mil pesos por una hora de su trabajo compensa el elevado costo de sus cámaras y lentes. Pero al mismo tiempo confiesa que es difícil que alguien le pague lo que cree justo.

Aun así, Mariana ofrece sus servicios en el Banco del tiempo: “Me ha costado trabajo esforzarme mentalmente a acceder a eso. Y dije bueno, qué tiene. Si lo sé hacer bien, y lo pongo a la disposición de la gente, finalmente voy a obtener cosas que no puedo pagar porque no me contratan”.

Antes de intercambiar tiempo, Eduardo intercambiaba dinero. Trabajaba en un banco, uno financiero. Tal vez de ahí provenga su resistencia monetaria. Aunque reconoce que el dinero es un “invento magnífico”, afirma que se ha corrompido por la especulación del mercado. Nunca se imaginó que años más tarde fundaría él mismo un banco poco convencional, uno que opera con una “moneda social”. Él prefiere el tiempo al dinero, porque “el tiempo no se acumula. No tiene inflación, no tiene deflación”.

Su primer contacto con este tipo de organizaciones fue por televisión. Un canal transmitía un reportaje del Banco del tiempo en Toluca. El único en aquel momento. Inspirado, decidió crear una versión tapatía. Pero no podía hacerlo solo. Por eso se asesoró con el grupo de Pamplona, España, e inauguró el Banco del tiempo Guadalajara en febrero de 2011.

Cuando inició eran 15 miembros. A la fecha, son 119 inversores de tiempo. Desde adolescentes hasta señoras de 60 años intercambian servicios como ayuda en mudanzas y clases de tejido. Unos pasean perros, otros enseñan catalán. Unos acompañan a eventos, otros más lavan tinacos y cisternas. De acuerdo con Eduardo, en México hay tres Bancos más: en Monterrey, Los Mochis y el Distrito Federal. Los dos últimos cuentan con financiamiento gubernamental.

En Europa el concepto del Banco del tiempo está más arraigado. España, por ejemplo, está agrupada en barrios alrededor de la península. Madrid, Bilbao, Gerona, Granada, Santander, Valladolid, Barcelona. Todas, con al menos una asociación. Los italianos formalizaron la Alianza Nazionalle delle Banche del Tiempo aprobada por el congreso constituyente en 2008. Es tal la organización del Système d’Echange Local en Francia, iniciado en 1994, que incluso las horas son intercambiables entre distintas ciudades.

Marcel Mauss, un sociólogo y antropólogo francés de principios del siglo XX, descubrió en distintas comunidades tradicionales de Oceanía y América del Norte que el intercambio entre sus miembros era más que una simple costumbre, era una obligación. “Negarse a dar, olvidarse de invitar así como negarse a recibir, equivale a declarar la guerra, significa rechazar la alianza y la comunión”, escribió en su obra Ensayo sobre el don. Y no sólo eso, porque al aceptar algo se generaba un compromiso: la responsabilidad de devolver.

Sentido de solidaridad y confianza

Es precisamente ahí donde reside el núcleo de esta red de tiempo. El sentido de solidaridad es lo que permite el flujo de intercambios. Daniel no lo concibe de otra manera: “Si se elimina la confianza, automáticamente el Banco del tiempo desaparece”. Saber que los servicios serán completos y de calidad es parte del acuerdo tácito que los inversores aceptan. Pero más que aceptar, confían. Más que un certificado oficial lo indispensable es la voluntad, la destreza, y desde luego, el tiempo.

En una ocasión, María Fernanda Oca tuvo dificultades con el intercambio de servicios. Al no coincidir en fechas y horas libres, el otro inversor se molestó por no poder recibir clases de piano: “Si no tienes tiempo, entonces ¿porqué estás en el Banco del tiempo?”. Así concluyó la negociación. Sin embargo, este inconveniente no la frustra. Ella es pianista y, aunque el cuidado de su bebé de ocho meses la ha mantenido alejada del proyecto últimamente, piensa tomar clases de acordeón para continuar con su formación musical.

El maestro de Historia del pensamiento económico en el ITESO, Yubal Sandoval, resume la idea detrás de las economías solidarias: “Se trata de cooperación no de abuso (...). No es qué obtienes tú, sino qué obtenemos todos con tenerte aquí adentro”. Los inversores de tiempo piensan que entre más personas inscritas haya, mayor será la oferta de servicios y por ende, habrá mayor bienestar. Es su manera de hacerle frente a un viejo principio capitalista: los recursos son escasos y las necesidades infinitas.

Ángel Ledesma es psicólogo organizacional. Acaba de mudarse, pero vivir solo y no saber cocinar es un problema. O compras la comida hecha, o aprendes a prepararla. Ángel optó por la segunda opción. Piensa que el proyecto es “una manera alternativa de solucionar una necesidad”. Él ofrece asesorías para entrevistas de trabajo, ayuda en elaboración de currículums y charlas psicológicas. Es un experto en recursos humanos.

El banco del tiempo no termina ahí. Con amigos nuevos y servicios, a lo que no estaba acostumbrado, para Ángel lo mejor viene después: “Sirve para enriquecerme con ideas diferentes”. Daniel, quien comparte techo con otros inversores de tiempo, siente que es la posibilidad de probar cosas nuevas: “Servicios que yo en mi vida había recibido (…). Que yo ni siquiera creía que iba a necesitar”.

“¿Hasta dónde me meto, tanto al Banco del tiempo y con el pago de horas? porque no me está dejando nada económicamente”, se pregunta Daniel Dordelly. En una sociedad moderna donde hasta el tiempo se ha convertido en un bien escaso, la presión monetaria es muy fuerte. Maestra en Filosofía en Ciencias Sociales, Yubal ve en el surgimiento de las economías alternativas “una forma de resistencia ideológica”. De igual manera para Eduardo es como si fuera un contrapeso al sistema: “Así la gente se empodera (…). No tiene que estar esperando si hay una crisis en Europa, porque es algo local”.

El arte de salir de la pobreza

En su tesis presentada en octubre de 2011, el Doctor en Estudios Científicos Sociales, Guillermo Díaz, analizó distintos proyectos de economías solidarias en México y Sudamérica. Según él, la actual crisis del capitalismo provoca que la población busque alternativas políticas, económicas y sociales.

Para demostrar la importancia de este tipo de prácticas “emergentes”, menciona el caso de Argentina en la década pasada. Ante el colapso del sistema financiero en 2001, el Gobierno impuso un tope semanal a las disposiciones de efectivo en las cuentas bancarias: el equivalente a dos mil 250 pesos mexicanos. En medio del caos, la gente construyó formas alternas de convivencia, o de “sobrevivencia”, diría Yubal Sandoval.

Manuela Fernández Mayo, de la Universidad de Cádiz, escribió para la revista Pueblos y Fronteras de la UNAM que alrededor de cinco mil clubes de intercambio se formaron en el país sudamericano, tanto de bienes como de servicios. Durante los años más duros de la crisis, hasta siete millones de argentinos vivieron del trueque. Así es como Platón concebía la economía: el arte de salir de la pobreza.

Si bien, Guillermo Díaz acepta que la mayoría de estos nodos desapareció con el reestablecimiento del sistema, “de manera coyuntural y durante cierto tiempo resolvieron las broncas de la gente”. El declive, como argumenta Fernández Mayo en su artículo, se debió a los problemas de organización que implicaba  una red tan grande de personas. A pesar de todo, el trueque argentino pasó a la historia pues “constituyó el fenómeno más grande a escala mundial”.

Diez años después parece como si la situación se repitiera. Esta vez, en otro país en crisis. De acuerdo con el diario argentino Clarín, los bancos del tiempo aumentan en España a causa del desempleo que afecta a casi 25% de la población. En la nota publicada, Josefina Altés, de la asociación Salud y Familia, dimensiona el auge: “En Barcelona se abría un banco del tiempo por año, pero en 2011 se abrieron tres y este año (2012) van a ser cuatro”.

Aun así las economías solidarias pueden tener límites. Yubal opina que “a nivel pequeño, a nivel local, claro que es una alternativa. A nivel global me parece un poco más difícil”. El reto se convierte en una quimera en una ciudad como Guadalajara, con sus problemas de movilidad, largas distancias y regiones aisladas. Para empezar, ¿cómo vincular a un inversor de Tonalá con uno de Tlajomulco?

Ya que concluya la licenciatura en Estudios Internacionales, Eduardo Aguilar dedicará más tiempo a la promoción de las economías solidarias en la ciudad. Un plan a futuro es la creación de centros barriales para que “la gente empiece a conocerse en su misma zona”. Por eso la inscripción al Banco tiene que ser presencial, pues para ellos es “fundamental recuperar el contacto social (que las redes sociales en internet no permiten)”, como señala su sitio web reddeeconomiasolidaria.blogspot.mx.

Catálogo de servicios en línea

No obstante, la expansión de este tipo de iniciativas se debe, en parte, a las nuevas tecnologías. Además del mensaje de “boca en boca”, internet es un medio de difusión vital para los bancos del tiempo alrededor del mundo. El catálogo de servicios está en línea, el pago de horas se realiza en una base de datos digital y es a través de Facebook en donde se realizan la mayoría de las negociaciones. Por ejemplo, en el grupo Red de economía solidaria (Guadalajara) alguien comentó: “Mi compu está muy mal y tengo que tenerla lista y eficiente para antes de que termine este mes. ¿Alguien que le sepa muy bien y me pueda mencionar sus horarios libres? Es una laptop”. Tal vez el mismo fundador del banco, Eduardo, sea el indicado.

Pero la verdadera batalla sucede en las mentes de los ciudadanos: “Necesitas un nivel de conciencia súper fuerte de todos los participantes”. Yubal explica que una alta dosis de moral y justicia es clave para el funcionamiento de las economías alternativas. Un requisito más para alcanzar el sueño anarquista de Ricardo Flores Magón: la emancipación económica, base de la verdadera libertad. Ellos ya firmaron un nuevo contrato social, uno donde el tiempo no es dinero.


LA INSTITUCIÓN


Banco del tiempo

Fundador: Eduardo Aguilar Hernández

Inicio: Febrero de 2011

Facebook: Red de economía solidaria (Guadalajara)

Página web: reddeeconomiasolidaria.blogspot.mx

Email: economiasolidariaenred@gmail.com

Miembros: 119 inversores de tiempo.

Servicios: Atención a personas; tareas domésticas; atención a animales; ocio y tiempo libre; arte y manualidades; cocina; formación y talleres; medio ambiente; informática; música y baile; idiomas; asesoramiento y tareas administrativas; deportes; cuidado del cuerpo y la salud y otros.

En México: Guadalajara, Monterrey, Toluca, Los Mochis, Distrito Federal

En el mundo: Canadá, Estados Unidos, Argentina, Chile, Inglaterra, España, Francia, Alemania, Italia, Portugal.

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