Jueves, 25 de Abril 2024
Suplementos | Por: Eduardo Escoto

Chopin y su poesía melódica también se celebran

(Primera parte)

Por: EL INFORMADOR

El presente es un año particularmente marcado por las efemérides, muchas de las cuales han sido abordadas en este espacio debido a su importancia y una vez más vuelve a ser el caso, dada la conmemoración a nivel mundial de los 200 años del natalicio del polaco Federico Chopin, uno de los más grandes compositores que se pueden encontrar en el mundo de la literatura pianística, además de ser el más destacado músico en la historia de su país.

Precisamente en Guadalajara, la que será la décima tercera edición del Festival Cultural de Mayo (FCM) se unirá a los festejos en torno a Chopin, al incluir en su programa un ambicioso ciclo de 10 recitales en el que el pianista húngaro Gergely Boganyi interpretará de manera integral la obra para piano solo del genio polaco, obra que representa más del 95% de su producción total.
Fryderyk Franciszek (en polaco) o Frédéric François (en francés) Chopin nació en la aldea de Zelazowa-Wola, cercana a Varsovia, en 1810. La fecha exacta la determinan algunos autores como el 22 de febrero, mientras que otros lo hacen el 1 de marzo. Su padre Nicolás era un francés que había emigrado a aquella noble tierra con tan sólo 17 años.

Tanto Nicolás como su esposa Justina Krzyzanowska eran amantes de la música. Ella tocaba el piano y él la flauta y el violín. La familia Chopin se muda pronto a Varsovia y es ahí donde el pequeño Federico, con sólo seis años, comienza sus estudios musicales con el profesor Wojciech Żywny, con quien sus padres le enviaron después de un incidente en que la asustada criada de la casa le tomara por un fantasma cuando le encontró de noche tocando al piano una melodía que le había escuchado a su madre.
Sus progresos fueron dándose muy rápido e incluso su interés por la composición se desarrollaba al mismo tiempo que el estudio del instrumento. A los ocho años ya daba su primer concierto, en el que presentaba sus dotes para la improvisación, comenzando a ser llamado con regularidad en las casas y palacios de la aristocracia de aquella época.

En 1822 continuaba sus estudios musicales con el maestro Jósef Eisner, quien recientemente había fundado el Conservatorio de Varsovia y en el cual ocupaba el cargo de director.

En 1824, el joven Chopin pasa las vacaciones de verano en la campiña polaca, concretamente en el territorio de Dobrzyń. Aquel viaje le puso en contacto con el folclore de su país, conoció de primera mano las costumbres de aquellos campesinos y sobre todo su música, un hecho determinante para el papel que como compositor habría de desempeñar en la historia misma de la música.

Ya inscrito en el conservatorio se dedicó con gran esmero a sus estudios. En 1828 pudo viajar a París y conocer también Berlín; su temperamento romántico rige su vida y su trabajo como artista. Un año después escucha a Paganini en Varsovia. El virtuosismo del violinista italiano le impresiona a tal punto que siente la necesidad de plasmarlo en una composición: las variaciones Souvenir de Paganini (Recuerdo de Paganini), obra publicada póstumamente. El mismo año ofrece con gran éxito su primer recital en Viena y regresa a la capital polaca rodeado ya de un primer halo de gloria. Es entonces cuando se enamora platónicamente de la estudiante de canto Konstancja Gladkowska, quien le inspiraría una obra de admirable belleza como es el segundo movimiento (larghetto) de su Segundo concierto para piano.

Chopin parte a Viena en 1830 en lo que había proyectado como un largo viaje que le llevaría a Alemania, Italia y Francia. Sin saberlo, dejaba para siempre su amado país. A su llegada a la capital austriaca estalla en Varsovia el "levantamiento de noviembre", en el que el pueblo polaco se batía en armas buscando expulsar a los rusos. La inestable situación política le afectó como ciudadano de Polonia en el extranjero y sus planes se vieron trastocados, de manera que tuvo que dirigirse directamente a París, a donde pudo llegar en 1831.

El talento extraordinario de aquel hombre frágil, enfermizo y retraído se abrió paso en la llamada "ciudad de la luz", ganándose la amistad y la admiración de personajes de la talla de Franz Liszt, que se declaró enseguida admirador del sentido poético de la música de Chopin, una música en la que el lirismo en su más refinado sentido es la mayoría de las veces el elemento principal, en la que impera la delicadeza, pero en la que la bravura aparece cuando es necesario y, sobre todo, en la que el virtuosismo se encuentra siempre subordinado a la función expresiva, alejándose de la búsqueda de efectos vacíos en sí mismos que buscan impresionar vanamente.

Para 1832, apenas un año después de haberse establecido en París, su catálogo de composiciones ya era de considerable importancia e incluía entre otros trabajos sus dos conciertos para piano, los tres nocturnos Opus 9, una Gran Fantasía sobre Melodías Polacas, sus primeras series de mazurcas (Op. 7 y Op. 17) y los Estudios Op. 10 que terminó de escribir en la capital francesa.

Es notorio su interés por desarrollar su trabajo de composición teniendo como base o modelo formas musicales propias de su tierra. Así, las danzas tradicionales polacas como la mazurca y la polonesa se transforman en piezas de poesía musical que todo el mundo ha admirado desde entonces, convirtiendo en un presagio la letra de aquella canción que se cuenta que un coro de alumnos del Conservatorio de Varsovia dirigido por el maestro Elsner le cantó a su partida definitiva de Polonia: "Nacido sobre la tierra polaca / resplandezca tu genio por doquier".

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