Martes, 16 de Abril 2024
Suplementos | Primera parte

La tinta digital

La historia sucedió en uno de tantos salones preparatorianos de una escuela privada

Por: EL INFORMADOR

por: Erika Marcela Zepeda Montañez
 

La escena que relataré sucedió en uno de tantos salones preparatorianos de una escuela privada de nuestra ciudad, la maestra terminó su clase de español y apuntó la tarea en el pizarrón. Los alumnos debían realizar una pequeña investigación sobre cierto autor latinoamericano mencionado en la clase que estaba por terminar.
Sólo quedaba guardar cuadernos y cerrar mochilas para salir corriendo al escuchar el timbre, pero nada de eso ocurrió. Los alumnos teclearon rápidamente el nombre del personaje literario en sus pantallas de iPod; y en un dos por tres ya tenían frente a ellos una breve biografía, listado de reconocimientos que recibió en vida, fragmentos de su obra y hasta fotos de la infancia. La tarea estaba terminada, sólo faltaba llegar a casa para conectar el aparato e imprimir.

Por supuesto que la maestra cambió de técnica desde ese momento, y sus tareas implicaban mucho más que mover algunos botones.... Pero eso ya no me corresponde contar.
Hace algunos años esta escena era imposible (sólo existente en novelas de ciencia ficción), el día de hoy es real y parte de una revolución tecnológica que en varias páginas de Internet ha sido calificada como “los libros digitales” o “la tinta digital”.

No es secreto que cada día es más alto el costo ecológico que pagamos por la producción en masa de libros. Una de las soluciones que ha tenido éxito, es la lectura ya no a través del delicioso olor del papel y del cambio de páginas, sino utilizando una pantalla (hoy no  necesariamente de la computadora).
Las opciones son variadas: desde el celular, el iPod y otros aparatos más especializados para la “lectura electrónica” (es el caso del Txtr (text reader), desarrollado y a punto de ser lanzado por la empresa alemana  Wizpac Ltd).

Imaginen las posibilidades: tan fácil como salir de casa con no demasiada carga en la bolsa, en la mochila o el maletín, subir al transporte público, sentarse en un lugar iluminado, sacar del bolsillo el celular u el artículo elegido y prepararse para leer los clásicos de todos los tiempos. ¿Qué tal un poco de Dostoyevski camino a clases, Calderón de la Barca para ir al super mercado o Rulfo  antes de visitar a la abuela? El usuario decide. ¡Adiós grandes bolsas repletas de libros gruesos y pesados!Después de esta breve capitulación de tecnología, me hago una pregunta, ¿es verdaderamente posible que estas tecnologías se conviertan en la nueva revolución educativa? De esto hablaremos en el próximo número.

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