Jueves, 25 de Abril 2024
Suplementos | Temoaya, fue fundado el 22 de marzo de 1593 y conserva el encanto de las poblaciones del siglo pasado

Tapetes de Temoaya

Exuberancia y colorido de la flora y la fauna de la región

Por: EL INFORMADOR

TEMOAYA, ESTADO DE MÉXICO.- Temoaya es un pueblo de gran tradición artesanal. Se localiza a 22 kilómetros de Toluca.

Adquirió fama por sus tapetes de manufactura puramente indígena, una lujosa artesanía tejida con esmero similar al del arte textil persa.

La manufactura de ayates, fajas, chincuetes y sarapes, en telares rudimentarios de herencia prehispánica, constituyen una expresión auténtica del arte otomí que vino a enriquecerse con el bordado y deshilado, pero sobre todo con el anudado de los famosos "Tapetes Temoaya", que han sido catalogados entre los mejores del mundo por su incomparable calidad y diseños originales, que reflejan los orígenes de un pueblo lleno de historia, magia y tradiciones.

A través de piezas artesanales, conoceremos la mística y la cosmogonía de sus creadores, mediante el uso de una infinita variedad de formas y colores.

Temoaya, pueblo otomí, fue fundado el 22 de marzo de 1593 y conserva el encanto de las poblaciones del siglo pasado.

A 2 kilómetros del centro temoayense se encuentra la población de San Pedro Arriba, lugar que se enriquece con la introducción de una actividad en la que se conjugan la excepcional habilidad del artesano indígena, su gusto por la forma; el color, y la enorme riqueza de temas decorativos que se contienen en las artes populares de nuestro país: se trata de la elaboración de tapetes anudados a mano con lana importada..

Los tapetes anudados a mano deben de contar con ciertas características que nos hablan de la calidad de su manufactura, como lo son el número de nudos por unidad de superficie, la calidad de la lana importada, que es más resistente y cuenta con mayor suavidad y brillo, ya que es lana virgen, además de los diseños y el colorido de los mismos.

Temoaya, enclavada en las laderas otomíes, a 22 kilómetros al Norte de Toluca, en las suaves colinas que señorean el valle, preserva intactas sus  tradiciones. No sólo es el tapete anudado a mano, sino la rica tradición
artesanal textilera: la camisa de manta bordada, el enredo o chincuete de
lana negra, anudado con la faja de algodón; las enaguas bordadas, que las
mujeres esconden, recatadas, y el rebozo gris de lana o de algodón.

La elaboración de ayates es una actividad propia de las mujeres. El tejido de éstos varía según el uso, ya que para el trabajo son toscos y de
tejido abierto; en cambio, los que sirven de indumentaria a los hombres o los
que se usan para cargar chiquihuites, son de tejido más fino y, en ocasiones,
se combina con el ixtle y la hilaza para lograr un trabajo más delicado. De sus
tejidos de lana destacan los sarapes por su calidad.

Forma de elaboración

Fabricados a mano y secados parcialmente al sol, van  tomando forma en los telares fabricados para cada medida del tapete. Los certificados de autenticidad se rubrican también a mano para estos tapetes, cuyo costo se explica por los largos periodos de elaboración y la óptima calidad de los materiales que en ellos se emplean. Lanas teñidas cuidadosamente, resistentes al frote, a la luz y al lavado, garantizan un color brillante y un tacto mullido y suave que requieren el menor cuidado.

El diseño es copia de sus raíces indígenas, las imágenes que habrán de
reflejar una parte del arte popular mexicano. El equilibrio se logra en los
telares con el grueso de los hilos que forman el entramado, la altura del pelo
y el número de nudos, apretados rítmicamente por el golpeteo de los mazos
de dura madera.

En cada porción de tapete, en cada metro que surge del rudimentario
telar, hay plasmados 40 días de esfuerzo, dedicación y trabajo de una
tejedora nativa. El resultado es un tapete anudado a mano, 100 por ciento de
lana virgen, que puede ser uno de los diseños básicos en medidas diferentes
con una duración mínima de 50 años.

Con la mirada fija en lo profundo del valle, las tejedoras anudan 140 mil
veces el mismo nudo para cada metro de historia otomí. El tiempo deja de
tener valor cuando se funden los meses y los años en tapetes plenos de luces
y matices, que permanecen en vida después de la vida.

El anudado de estambre de lana se hace sobre una urdimbre de hilaza (algodón) previamente armada en un bastidor de madera, que según el proyecto puede ser grande o chico. El tejedor sigue un patrón sobre papel cuadriculado, a efecto de conocer en puntos cada línea y figura, anudando uno a uno cada hilo de estambre.

El nudo que queda en fleco o barba, se corta al nivel del grosor que se dé para el tapiz (un centímetro, 1.80, tres y hasta cinco centímetros), para seguir utilizando el hilo. Una vez concluido el tapete, se rasura, se lava con cepillo y jabón neutro y se pone a secar a la intemperie hasta dos semanas.

Los diseños


Se manejan más de 100 tonalidades de colores, se usan 44 diseños básicos con 145 variantes. Esta colección reúne diseños con base a figuras indígenas de diversas etnias prehispánicas.



Hilda Ortiz Vargas
hilortiz@informador.com.mx

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