Jueves, 25 de Abril 2024
Suplementos | Martin Carrillo, el venado azul de los wixárikas

El personaje: médico y autoridad tradicional

Es el área de Hemato-Oncología Pediátrica del Hospital Civil de Guadalajara

Por: EL INFORMADOR

Es el área de Hemato-Oncología Pediátrica del Hospital Civil de Guadalajara. Ahí está don Martín Carrillo Torres, silencioso, como la sangre blanca  (mejor conocida como leucemia) que recorre el interior de su hija Jessi, sentada a su lado en la sala de espera. “Todavía no nos toca, pero si quiere, mientras platicamos”, dice con una mueca de la que se escapa una sonrisa y que promete compartir algunas memorias de su comunidad San Sebastián Teponahuaxtlán (Mezquitic, Jalisco).
Hace poco más de dos años, a don Martín se le encontraba comúnmente en su tierra, atendiendo sus responsabilidades como máxima autoridad del Consejo de Ancianos (kawitero) y con la piel ligeramente más dorada por las labores agrícolas. Pero la historia cambió de rumbo cuando un insecto inyectó veneno en el pie de su pequeña de ocho años, que la hizo alucinar y acariciar la frontera con la muerte. “Yo traté de curarla –relata-, pero vi que iba mal y mal y se la tuvieron que llevar a la ciudad. Su pie se puso muy malito y ahí fue cuando descubrieron lo que tenía”, de tal suerte que, desde ese momento, tienen que bajar de la sierra cada mes para acudir a las consultas y a las sesiones de quimioterapia.  
“Ha sido muy difícil estar viniendo y atender todo lo de la comunidad”, comparte antes de iniciar la entrevista y cuenta que –a pesar de ser tan joven- fue elegido para encabezar el Consejo de Ancianos porque conoce la historia de su pueblo. “Mi papá era el kawitero, porque siempre buscó que la comunidad estuviera bien. Él me contaba todo y siempre me interesé en captar lo que los ancianos decían. Entonces, me aprendí la historia de mi pueblo y por eso me pidieron que ocupara su lugar”.

¿Cuáles son los cargos que ha tenido en San Sebastián?
Dos o tres años fui tesorero de Bienes Comunales. Tres años fui comisario municipal. Después, fui tupil (policía). De ahí descansé otros tres años y me propusieron como segundo gobernador tradicional; descansé cinco años y fui primer gobernador tradicional por tres años. Luego, representantes de 16 localidades se reunieron para elegir al nuevo kawitero, porque mi papá ya no veía y no podía colaborar. Y me pidieron a mí y yo les dije que no podía. En fin, me dijeron: “Votamos por ti porque has contado la historia del pueblo y cómo nacieron los universos, la tierra, el sol, el fuego, la lluvia, los dioses. Ritualmente tú has servido a las localidades, te vamos a proponer”. “No señores -les dije-, es duro para mí, este trabajo es muy difícil”. Y me respondieron: “No señor, usted va a ser, no vas a estar tu solo, te vamos a acompañar”. Y así sí acepté y ahora ya tengo siete años prestando mis servicios.

Pero usted es muy joven para estar en el Consejo de Ancianos, ¿cuántos años tiene?
Yo soy nacido en 1956, que hoy tal parece ando en 52 años, algo así.

¿Cuál ha sido su labor en la comunidad?
He sido todo tipo de sirviente de la comunidad y pues se me hace difícil porque tengo que traer a mi hija con los médicos, pero así he prestado mi servicio. Aparte he apoyado a los marakate (sabios wixárika), a los médicos tradicionales y he orientado lo necesario para defender el territorio comunal.  
 
A usted lo eligieron como kawitero porque conoce la historia de la comunidad, ¿Nos la puede contar?
La historia nació en el mar, en España, en el otro lado del norte, de allá vinieron todos los dioses. Allá nacieron como flor, como personajes invertidos, como víboras de cascabel, como si fueran camaleones, una víbora pintita de la espalda. Cada dios apartó sus comunidades y el camaleón de color pinto se invirtió en un niño pequeño para servir a la comunidad Wautia  (San Sebastián Teponahuaxtlán). Está invertido como un maíz de colores morado, colorado, azul, blanco y amarillo, y traía todo tipo de semillas de vida de pescados, de charales... las traía todas en su corazón.
Los dioses que nacieron en México en un principio son Wiexu, nuestra Madre Tierra; nuestra Madre Dios es Señora Esperanza; la Señora Belén es Ku-tushame; la Virgen María es la víbora negra... Ellos y otros salieron pactando a dónde se iban a ir. Entonces, se colocaron, uno en Guadalajara, otro en Santa Catarina, en San Sebastián y así; ya que se completaron, los dioses se fueron como semillas en el universo y aparecieron al sur, al norte, al oriente y al poniente y se fueron como nubes, como algodones en el viento. Y hablaban con el viento mágico y mandaban sus mensajes con las palomas. El palomito mensajero kasatruz fue a comunicar a nuestra tierra que se llamaría Wautia, en wixárika, y en español se llamaría San Sebastián (por el santo patrón Xebastián) y Teponahuastlán porque era de gente huichola.
Luego dijeron que el centro sería el cerro quemado (Real de Catorce), porque ahí nació el fuego. Ahí en su centro querido colocaron sus benditas aguas para todo el mundo. La otra bendición que se dejó ahí, donde nacieron todas las flores de nuestro tatarabuelo, del hermano mayor (el venado azul), fue la flor que se invirtió en jícuri (peyote), y colocaron el tecomatito del tejuino. De ahí todos nacieron, como espiga de maíz de colores y crecieron como pintura, por eso habemos unos morenos, otros güeros. Entonces, el sol y el fuego hicieron los acuerdos de dónde se iban a colocar, dónde iban a estar en los cuatro puntos cardinales, y luego todos se unieron en la seca para que hubiera temporal, y decidieron que en este tiempo, en el mes de mayo, cuando se unen las nubes, se juntarían para que nos amen, nos quieran y nos den vida y luz y agua. Y hasta ahí, yo creo que así pasó el nacimiento del mundo cuando todavía no estábamos nosotros.

¿Con qué dioses tiene más relación?
Yo a todos hago ofrendas, a los cuatro puntos cardinales, porque hay dioses universo y dioses de los templos. También está Jesucristo, el hijo de la señora Esperanza y San José, él hizo muchas cosas del mundo, que la camioneta, que la calle, la comunidad... y nos apartó a donde vivir, cómo ser, como sostener a la familia. Pero mis favoritos son todos los dioses del templo, Jesús y el dios Íku, que quiere decir bebé invertido en maíz de color.

¿Cuántos dioses son?
Cinco hombres y cinco mujeres, en el sur y el norte. Acá es muy distinto, es al mar, son más de 10 hombres y 10 mujeres, acá arriba, donde sale el sol. Pero nada más cuento los que se unen en el centro (en Real de Catorce).

¿En el centro todos se encuentran?
Sí, ahí todo el tiempo están, pero cuando estás en peregrinación (camino a Wirikuta), se te pueden mostrar y dicen qué es lo que viene, qué van a hacer, qué es lo que quieres y cómo ellos pueden apoyarte.

¿A usted quién le contó la historia?
La historia la aprendí de mi abuela. A mi abuelo lo mataron en la Revolución y mi papá quedá solo con mamá, por eso le tocó contar toda la historia del mundo. Además acompañé a otros kawiteros y aprendí muchas cosas por ahí.

Como kawitero, ¿qué es lo que hace?
Más que nada pues trabajar para que no se pierda la cultura, para que no se pierda la etnia, para que en las escuelas no pierdan el idioma, que no se pierdan las fiestas, la crianza y para guíar a todas las personas, porque en algunas partes han perdido su idioma, vestuario y todo lo que es de interés de la vida wixárika.  
Y ya se había perdido un poquito y lo estamos recuperando. Tal parece que hace 10 años ya no se tomaba en cuenta al Consejo de Ancianos, pero un Comisariado de Bienes Comunales dijo que no quería que pasara, que se acordaran de sus tatarabuelos y que sepan que no somos mestizos, somos wixáritari, huicholes, y por eso no lo íban a dejar perder, así que se recuperó la tradición.

¿Cuál es la lucha para que no se pierda su cultura?
Pues hemos dado la historia para que los niños no la pierdan, que no olviden su idioma, vestuario y que nosotros nos hemos sostenido de maíz. Que los jóvenes, aunque sean licenciados o maestros, no olviden los templos, la cacería, la peregrinación, que no pierdan los 21 ceremoniales que tenemos y que presten servicio a la comunidad.
Y yo en la comunidad soy del Consejo de Ancianos, soy jicarero y mareadomo.

¿Cuál es su función como jicarero?
La tradición del jicarero es en la siembra. Ahorita ya sembraron, pero ellos son los responsables de cumplir la manda de la milpa. Se hacen comisiones para unir algunas monedas que se den como caridad del mundo, o maíz para hacer tejuino, para ofrecer los alimentos en temporal. Y ya que se reúne todo, el maíz se saca a tostar para hacer el tejuino, de ahí se van a la cacería y a los cinco días, si cazan el venado, la costumbre es hacer fiesta para ofrecer los alimentos a los dioses de los universos y se trae el agua bendita para bendecir el temporal. Ya que se cumple todo, se hace cambio de vara y se eligen a nuevas autoridades cada año. A mí me toca cuidar ahí cinco años, protegiendo y vigilando más que nada.

¿Y en la peregrinación?
Se hace en enero o febrero, los comisariados y los jicareros lo hacen, yo represento a Jesucristo. En los jicareros los dioses son diferentes, en total son 30.

¿Cuál es la mayor lucha que ha tenido que enfrentar en su comunidad?
Principalmente en el Puente de Camotlán, con los invasores que ha ido en desventaja. Aunque hay ventajas con el gobierno federal, pero todavía no se ha concluido el juicio. No recuerdo cuántas hectáreas, pero es muchísimo. Hemos sido molestados y no sabemos cuándo se termine.


¿Cuál es el papel del consejo de ancianos?
Nos reunimos cada mes, vemos todos los asuntos de la comunidad, y si hay algo de mucha importancia, nos reunimos pronto.

¿Con los cargos, cómo le hace para venir a Guadalajara a que atiendan a Jessi?
Pues hemos llegado a acuerdo para poder defender a mi familia, pero siempre tengo que llegar a tiempo para las mandas del temporal y así. Tengo que apoyar a mis cinco hijos y a la comunidad. Pero es muy difícil porque tuve que dejar la siembra y ahora vamos a ver qué nos dice el doctor, cómo va Jessi y si tiene que quedarse más días (para la quimioterapia).
Y aquí en Guadalajara recibo apoyo de Ajagi (Asociación Jalisciense de Apoyo a Grupos Indígenas) a veces para el transporte, y en el albergue Dulce Camino, nos dejan dormir, han sido muy amables, pero pueden darnos  de comer, ahí está lo difícil. A veces vendo artesanías afuera del Parque Agua Azul, pero solo dejan los sábados y, pues, no siempre hay la venta. A mí me gusta compartirme con mi comunidad, mi familia, con ustedes, con los doctores; me gusta compartirme y prestar mi servicio... pero ahora necesito apoyo para traslado y alimentos.

¿En el vestuario demuestra sus cargos?
Sí, es como una credencial, es como si fuera gafete o algo así, esta pluma es para limpiar y para protegernos. El bordado significa el hermano mayor del venado. Es lo mismo en la mujer, con la venada azul. Pero este es vestuario de todos, es mi identificación que soy wixárika. Y bueno, como jicarero utilizo la flecha, la jícara y el maíz de color, a veces te toca azul, morado.


Destacado: Para apoyo alimenticio a don Martín Carrillo Torres, comunicarse a los teléfonos de la Asociación Jalisciense de Apoyo a Grupos Indígenas:
38 25 68 86 y 38 26 61 03.

por: alejandra guillén

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