Viernes, 26 de Abril 2024
México | El carpintero afirmó que se trata de un mueble austero pues así le gusta al Pontífice

Artesano termina silla que usará el Papa en Chiapas

El carpintero afirmó que se trata de un mueble austero pues así le gusta al Pontífice

Por: SUN

La pieza posee el simbólico escudo de la Santa Sede que va adosado en la parte superior del respaldo. SUN / O. Gutiérrez

La pieza posee el simbólico escudo de la Santa Sede que va adosado en la parte superior del respaldo. SUN / O. Gutiérrez

SAN FERNANDO, CHIAPAS (04/FEB/2016).- “La silla es un regalo, una ofrenda de mi familia al Papa, es un mueble bastante austero porque al Pontífice no le gustan las ‘cosas rebuscadas’, y aun cuando queríamos para él una ‘sede’ más elegante, se nos reiteró que le gusta que ‘todo sea sencillo’”, afirma el carpintero y tallador Manuel Pergentino Sánchez López.

En la vivienda-taller del barrio Caipoquí (Balneario del jabalí), una “honda emoción” acompaña a Manuel Pergentino, satisfecho por la construcción de la silla que Francisco utilizará el próximo 15 de este mes, en su encuentro y mensaje a las familias en el estadio Víctor Manuel Reyna de Tuxtla Gutiérrez.

El carpintero tallador del Obispo de Roma necesitó diez días para elaborar el mueble que será parte de la liturgia y emblema de la visita papal en tierras chiapanecas. Concebir, crear y labrar la silla del Papa ha sido una labor no exenta de dificultades, llena de esmero y dedicación para cumplir “el privilegio” encomendado por la arquidiócesis regional, asegura Pergentino.

“La madera de cedro rosado la trajimos de las montañas de esta zona zoque, la seleccionamos por su dureza y consistencia para que el mueble vaya de acuerdo con la persona, con el acabado proporcionado y digno”, relata este devoto y responsable de la pastoral juvenil de la parroquia de este pueblo, distante a sólo 15 kilómetros de la capital chiapaneca.

Cuenta que enseguida realizó el trabajo más delicado y creativo: el simbólico escudo de la Santa Sede que va adosado en la parte superior del respaldo. Una labor “bastante complicada; parece sencillo, pero fijarlo en madera no es fácil. Un mal trazo y se desfigura, con una pieza que se eche a perder queda incompleta y pues no sirve”, reflexiona.

La silla posee una altura de metro y medio, 75 centímetros de ancho, cojines beige y barnizada en color natural, para “disfrute y dicha” del Papa. El añadido de la letra “M” en el cabezal, que simboliza el Año de la Misericordia, proclamado por Francisco, le fue instruido en la fase final de la obra por el arzobispo Fabio Martínez Castilla, durante una visita de verificación, el pasado domingo.

“La silla es la adecuada para el Papa, porque él es un hombre corpulento, un hombrón como decimos aquí”, resume.

Don Manuel Pergentino es un hombre casi de la tercera edad. En sus 35 años de palpar y dar forma a la madera no había tenido en sus manos un encargo tan importante ni trascendente como la creación del mueble, que denomina “la sede del Papa”.

De ahí que su trabajo, “dictado por El Vaticano”, lo realizó desde antes del alba hasta la caída de la noche, durante diez días, en medio de oraciones y ante una litografía de La Sagrada Familia, y en relieve la imagen de San José, carpintero, “mi jefe y patrón”, matiza.

Concebir y construir la silla de Jorge Mario Bergoglio es “un privilegio indigno”; sin embargo, “para alguien como yo que ama a Dios, que creemos en Cristo y que el Papa es su vicario, pues imagínese”, asegura este hijo de campesinos, con apenas segundo grado de primaria cursado, devoto, consagrado a la Iglesia, y actualmente un personaje en la localidad.

Manuel Pergentino ignora qué pasará con la silla de cedro rosáceo una vez que el Sumo Pontífice la utilice la tarde del 15 de febrero, por poco más de una hora, según estimaciones. Para el mueble existen dos opciones: “una, que el Papa la deje como regalo la Arquidiócesis, y también que ésta se la dé para que él se la lleve”, anticipa.

Por ahora, el mueble es un “regalo, una ofrenda personal y de mi familia para el Papa”, puntualiza el carpintero ebanista, cuya dedicada labor ya tuvo su primera recompensa de fe. El arzobispo Fabio le obsequió un rosario que recibió de manos del Pontífice en su reciente viaje a Roma.

 

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