Segundo, porque Estados Unidos no tiene "un historial impecable en lo que se refiere a extradiciones".La información que obtiene Estados Unidos de los capos extraditados no es frecuentemente compartida con las autoridades mexicanas y en el pasado los barones de la droga se han convertido en testigos protegidos, "irritando" a los países que los extraditaron.Y en tercer lugar, porque el arresto de “El Chapo” ofrece a México la oportunidad de inspirar confianza en su sistema de justicia, apuntó “The Economist”, tras recordar que la captura del narco fue el resultado de un "buen trabajo" de la policía mexicana en el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto.El semanario elogió la estrategia del mandatario mexicano contra el crimen, que "ha superado todas las expectativas", y ahora puede demostrar lo mismo en el sistema penitenciario.En su artículo, “The Economist” hizo notar que el modo en que se anunció la detención del capo pareció mostrar una actitud de competencia más que de cooperación, ya que con el fin de destacar el papel jugado por sus propios agentes, la noticia fue filtrada por funcionarios estadounidenses a medios de su país antes de que sus captores mexicanos lo identificaran plenamente.