Fumar te envejece

CIUDAD DE MÉXICO (17/OCT/2011).- Se les cumplió. Lo consiguieron. Querían verse más grandes y hoy lo son, aunque sus rostros son los de dos niños de 15 años, su edad pulmonar es de 25 años. Comenzaron a fumar desde los 11, como travesura y a escondidas, cuatro años después, de vez en cuando, sus madres dejan que sean ellos quienes les enciendan el cigarro.

Son hijos de padres fumadores y gracias a eso fumadores pasivos desde bebés, Alejandro y Valeria son estudiantes de primer año de bachillerato, consumidores frecuentes y parte de una cifra negra para las autoridades sanitarias del país, pues 8.6% de los mexicanos menores de 16 años fuman.

Lo hacen sin conciencia. Lo que hoy se resume en piel deshidratada, dientes amarillos, mal aliento y edad pulmonar mayor, en un futuro puede tener graves consecuencias que van desde un enfisema pulmonar hasta un cáncer o infarto que puede terminar con sus vidas prematuramente.

Las causas por las que un adolescente fuma son sociales. Más de la mitad de los fumadores muy jóvenes son hijos de padres fumadores, ellos fuman por presión social y ellas porque tienen la falsa creencia de que se ven más bonitas.

Alejandro reconoce que fuma para quedar bien con sus amigos y porque hacerlo “lo hace ver más grande”. Valeria cree que con un cigarrillo en la boca se ve más atractiva.

En un grave error

Ambos niegan que el cigarro pueda matarlos, enfermarlos, envejecerlos prematuramente o hacerlos adictos en un futuro. Declaraciones nada reveladores para los Centros de Integración Juvenil (CIJ), pues los adolescentes suelen tener baja percepción de los daños que el tabaco causa en sus cuerpos, según explica Juan David González, especialista en adicciones y subdirector de consulta externa en los CIJ.

Dice que los adolescentes están en un error por creer que el tabaco pasará por sus cuerpos sin dejar rastro. “Cuando llegan a tratamiento con nosotros ya es tarde, pues la edad pulmonar siempre es 10 ó 12 años mayor que la cronológica, situación que los pacientes desconocen hasta que les hacemos una medición de capacidad respiratoria mediante espirometría”, dice Juan David González.

Explica que el sector salud tiene un grave problema con esta población pues en los adultos un 20.6% fuma y en la población adolescente 8.6%, lo que resulta preocupante, pues 90% de los adultos adictos al cigarro comenzaron a fumar alrededor de los 14 años. “Además, el cigarro junto con el alcohol son las dos drogas legales que abren las puertas a otro tipo de sustancias en los jóvenes”, dice el especialista.

Agrega que cuando los jóvenes de 23 años llegan a un tratamiento contra alguna adicción a los CIJ llevan en promedio 10 años fumando lo que significa que su piel está deshidratada y luce más vieja que la de otro joven de la misma edad, los dientes manchados y lo más preocupante es que al tener pulmones desgastados son candidatos a sufrir consecuencias mortales por un consumo prolongado y frecuente.

“El 50% de aquellos que comienzan a fumar en la adolescencia y continúan haciéndolo durante la edad adulta, morirán por causas derivadas del hábito de fumar. Eliminar el hábito de fumar es la primera causa prevenible de muerte”.

Pero a ellos las enfermedades de pulmones les parecen asunto de ancianos. No creen que fumar diario y por lo menos unos cinco cigarros al día sea tan dañino. Las consecuencias han comenzado a aparecer en sus padres, pero ellos ven lejana la posibilidad de enfermar a consecuencia del tabaco.

La relación de Alejandro y Valeria con el cigarro comenzó desde muy jóvenes, Alejandro creció con dos padres fumadores y su destino fue marcado desde el vientre materno. “Mi mamá fuma tanto que dice que embarazada de mí a veces fumaba”; en casa de Valeria hay ceniceros llenos de colillas y humo de tabaco.

Su relación con el tabaco está llena de falsas creencias; ella como la mayoría de las adolescentes fumadoras, piensa que fumar la hace más atractiva y él que con un cigarro se siente más hombre, además los adolescentes en general creen que lo pueden dejar cuando así lo decidan.

La verdad es que según las estadísticas de los CIJ, sólo un 15% de los que iniciaron fumando en la adolescencia dejan de hacerlo en edad adulta, pues cuando los fumadores crecen tienen otras motivaciones para fumar, las mujeres lo hacen por aminorar síntomas de depresión y ansiedad y los hombres como estimulación para trabajar.

Encuentran en la nicotina placer, relajación al estrés y disminución de los síntomas comunes en los trastornos por ansiedad, pues favorece la liberación de algunos neurotransmisores a nivel cerebral como la dopamina y la norepinefrina que generan sensaciones de placer y alerta.

“Por eso es difícil de dejar sin un tratamiento adecuando”.

La mayoría de éstos adolescentes no se da cuenta que es adicto al cigarro. Piensa que fácilmente puede dejarlo y en el momento que quiera, pero cuando lo intenta, se percata que es extremadamente difícil.

Los especialistas en adicciones coinciden en que el tabaco es tan adictivo como la cocaína o la heroína. Recomiendan tomar tratamiento cuando después de intentar dejar de fumar por una semana no lo consiguen.

“En los Centros de Integración Juvenil tenemos dos tipos de tratamiento, uno de dos sesiones y otro de cuatro, donde generalmente medimos la edad pulmonar de los pacientes, una vez que les decimos el resultado, dos de cada diez dejan el cigarro conociendo ese simple dato, el resto se somete a un tratamiento contra la adicción al tabaco”, dice.

Asegura que la esperanza para los adolescentes es la información y que es necesario hacerlos conscientes de que en cada bocanada están envejeciendo prematuramente su cuerpo. 

Claves
Falsa percepción

1 Las causas por la que los jóvenes fuman son sociales. Generalmente lo hacen para sentirse más grandes o quedar bien con sus amigos.

2 Los jóvenes tienden a minimizar el daño que les hace el cigarro, de acuerdo con el experto en adicciones, Juan González.

3 Aunque los jóvenes piensan que pueden dejar el cigarro cuando ellos quieran, sin embargo sólo 15% lo logra.