Lunes, 06 de Mayo 2024
México | SERPENTINA POR IVABELLE ARROYO

Paulette y la tribu

Hay tres formas de relacionarse con el caso Paulette, la niña que fue reportada desaparecida y después apareció sin vida en su propia casa

Por: EL INFORMADOR

Hay tres formas de relacionarse con el caso Paulette, la niña que fue reportada desaparecida y después apareció sin vida en su propia casa: la primera es con fascinación por los actores y el desenlace; la segunda es con morbo e indignación por los datos sórdidos que salen un día sí y otro también, y la tercera es con desprecio. Esta última es la de quienes esgrimen la pregunta:

¿Cómo es posible que un país entero se vuelque completo a seguir la vida de una familia de clase media alta con una tragedia?

Y sí: mientras Estados Unidos y Rusia firman un tratado de desarme nuclear, mientras en Kirguistán mueren 100 personas en un golpe de Estado presidido por una mujer, mientras los diputados se asignan costosos seguros médicos porque no les gusta el IMSS que no son capaces de reformar, mientras el Presidente Felipe Calderón envía una de las iniciativas de ley más interesantes contra los monopolios en el país, la gente saliva por el siguiente capítulo de la historia Paulette.

¿Por qué? ¿Por qué es sórdido? ¿Porque se trata de una familia solvente? ¿Porque pasó en la región de Peña Nieto? ¿Porque se cree que no hay noticias en Semana Santa? ¿Porque la muerte siempre es seductora? ¿Porque Paulette era bonita? Me atrevo a sumar a las razones anteriores, una más, una que tiene que ver con el periodismo, con las historias, con el fuego y con la tribu.

El caso de Paulette tiene la peculiaridad de haber dejado el mundo del dato, de separarse del diagnóstico de violencia intrafamiliar, de la realidad dura de las cifras, y se convirtió en una historia para contar alrededor del fuego. Ante casos así, los periodistas se dan gusto y hacen lo que deberían hacer siempre: narrar la historia, convertirla en una novela. A ver: el caso no tiene ninguna arista que lo vuelva importante para el país.

Es una tragedia privada. No tuvo importancia pública al inicio y no la tiene ahora, pero está llena de virtudes literarias: se ha desnudado a los personajes, hay un misterio sin resolver, la psicología de la madre está al descubierto, el escenario está descrito con lujo de detalles, las vacaciones familiares han sido tema de vecinos televisados, las nanas han aportado misterios nuevos, la autoridad se resbala consigo misma (como en toda novela que se precie de serlo) y ya sólo falta el héroe que salga a decir que el asesino es el mayordomo.

No intento despreciar la historia, tampoco pretendo hacer burla del dolor privado. Intento ponerlo en su justa dimensión: Paulette continúa en los medios porque la tribu buscará siempre historias para escuchar alrededor del fuego.

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