Pasó de ambulante a abarrotera y no le teme a la formalidad

GUADALAJARA, JALISCO (09/JUN/2016).- Con trapo en mano para combatir el polvo, Nora María Quezada Hernández le da la última “manita de gato” a su negocio de abarrotes. Alimentos enlatados, frascos de condimentos y productos de limpieza ya adornan los anaqueles.

Ya tiene dos carteras de blanquillos para quien quiera desayunar, agua y refrescos para los que tengan sed y galletas para los que quieran matar el hambre entre comidas. Además, ofrece bebidas frías a todos los tapatíos acalorados que transiten por General Salazar a espaldas del Hospicio Cabañas.

Nora María fue vendedora ambulante en el Centro Histórico, pero migró a la formalidad por necesidad: tras los operativos para retirar el ambulantaje, su familia se quedó sin ingresos.

“Nos retiramos voluntariamente cuando el Ayuntamiento dijo que ya no iba a permitir que nos instaláramos. No nos gustan los problemas”, comentó la ahora microempresaria.

Nora inició los trámites correspondientes cuando el Ayuntamiento anunció que abriría espacios para ambulantes en el Centro, pero no alcanzó un lugar. Le ofrecieron otras opciones como irse a la Explanada 18 de Marzo o al Parque Morelos, mas las rechazó por motivos de salud.

“Luego me hablaron de Pedro Loza para decirme que tenían opciones para nosotros y le dije a mi esposo que fuéramos, no perdíamos nada. Cuando fuimos, nos hablaron del Programa Emprende”, explicó la comerciante. “Pero tenía desconfianza y estaba desesperada. Decidí ir porque pensé que no tenía nada que perder’’.

El programa les ofreció apoyo para iniciar un negocio, con la condición de tener el proyecto. Nora María elaboró el de una tienda de abarrotes y le otorgaron un apoyo de 67 mil pesos. Asegura no tenerle miedo a la formalidad.

“No es más difícil que ser comerciante en la calle, porque ahí en cualquier momento te pueden quitar y puedes perderlo todo. Ya con mi tienda le puedo dar de comer a mi hijo, pagar sus estudios porque quiere ser médico forense”.