No pensamos que sería tan grave

GUADALAJARA, JALISCO (05/OCT/2014).- Laureano usa un pico para hacer un cause que va desde la puerta de su tienda de abarrotes hasta la calle. La pala la usa igual que la escoba: acarrea agua desde el fondo de su casa y trata de empujarla con todas sus fuerzas para que el agua corra. Tres bomberos lo asisten y en menos de dos horas, la casa que tenía más de 20 centímetros de agua queda limpia.

El señor Laureano es un joven que se enamoró de una chavita de 17 años y tan pronto como pudo se casó con ella. Tiene 24 años. Un joven para las estadísticas poblacionales, pero un hombre hecho y derecho que tiene que mantener a seis personas: sus padres, sus hermanos y su esposa.

Trabaja en la Zona Centro de la ciudad. Cuando empezó a llover, a las tres y media de la mañana del martes pasado, él ya estaba preparándose para irse a laborar. Minutos antes de entrar al trabajo le avisaron que el agua se había metido a su casa y había hecho con su estéreo y televisión lo mismo que hace el aceite con el papel: los mojó, los estropeó y los dejó inservibles.

Palazo tras palazo, Laureano Cohetero Álvarez saca el agua de su casa, de su tienda, del cuarto donde vivía con su señora. Con sandalias blancas y con una sonrisa, confiesa “mira, mi jefe anda en friega ahorita en su jale. Yo tuve que pedir vacaciones para venir a hacer lo más posible. Mi gente anda ahorita en el albergue... yo quería usar mis vacaciones para echarme mis cervecitas en diciembre, pero ahora con esto ya no se va a poder...”

De las cuatro a las 10 de la mañana del martes fue la inundación. El agua dejó de correr y se estancó hasta ayer. Fue la lluvia más copiosa del temporal, según las versiones de la autoridad. Laureano nunca pensó que el agua que bajó del cielo iba a llegar hasta sus colchones, sus muebles y su mercancía. Pero no le quitamos más el tiempo, él quiere pasar rápido este trago amargo y regresar a trabajar el lunes, para comenzar de cero otra vez.