Perspectiva de género, tarea de Francisco: experta

GUADALAJARA, JALISCO (13/MAR/2013).- Puesto que en ocasiones la Iglesia no muestra aprecio por la crítica generada por los estudios de género, una tarea en la que tendrá que trabajar el nuevo Papa Francisco será la aceptación a esta postura, comenta Gabriela Sierra, especialista en Filosofía y Desarrollo Humano,  del ITESO (Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente).
 
De esta forma se abre la perspectiva para entender los roles del hombre y la mujer, y paralelamente se encuentran maneras de llegar a una transformación social al comprender, por ejemplo, que las familias ya no se integran como tradicionalmente se ha etiquetado.
 
La perspectiva de género a la que debe abrirse la Iglesia es un campo amplio, explica la especialista. Incluye el derecho a la concepción, que las mujeres decidan cómo y cuándo tener hijos, pero va más allá. También es preciso revisar la aceptación a la realización profesional femenina y derecho a votar y ser votadas.
 
Un primer paso desde la institución católica, comenta Sierra, es que se abra espacio a que las mujeres tengan una voz más importante en la Iglesia, puesto que hay quienes están preparadas y pueden incidir en la toma de decisiones, aunque no sea la dirigencia como tal, entre ellas, la experta destaca a la teóloga María Teresa Porcile.
 
Celibato podría ser opcional
 
Respecto a la condición de celibato que se pone a quienes se quieren dedicar de lleno a servir a la Iglesia Católica, ya sea como sacerdotes o monjas, Gabriela Sierra explica que este requisito debería ser opcional, dado que por naturaleza los humanos necesitan relacionarse afectivamente.
 
En este tema la Iglesia no ha tenido apertura a las relaciones humanas y más allá de eróticas, las necesidades son también de apoyo, explica la experta, y pone el ejemplo de buenos resultados en otras religiones donde se permite que los dirigentes tengan parejas y familias.
 
Un primer paso se daría con que el celibato se comience a cuestionar, dialogar la reprobación que se ha mostrado a las necesidades afectivas. Los cambios deberían ser paulatinos, incluso, por la disposición de la población para aceptar sacerdotes casados, comenta Sierra.
 
EL INFORMADOR / ALEJANDRA PEDROZA