Miércoles, 24 de Abril 2024
Jalisco | Toman los cruceros. Forman parte del panorama cotidiano

Niños trabajadores, ejemplo de cultura callejera

El caso de la güerita de la Canaco es sólo uno de miles de pequeños que laboran en las calles de la ciudad

Por: EL INFORMADOR

Niños de todas las edades trabajan en los cruceros de la ciudad limpiando parabrisas o vendiendo chicles a cambio de unas monedas.  /

Niños de todas las edades trabajan en los cruceros de la ciudad limpiando parabrisas o vendiendo chicles a cambio de unas monedas. /

GUADALAJARA, JALISCO (16/DIC/2012).- Su verdadero nombre es Leslie, pero todos la conocieron como Alondra. Fue un fenómeno mediático y social, a causa de ser niña, de usar las calles como lugar de trabajo y por ser güerita con una madre de tez morena. Algunos tomaron por rareza la diferencia de piel entre su progenitora y ella, otros más tomaron a mal el que a su edad trabajara en las calles y las autoridades mediaron tras la ola de suposiciones, comentarios y especulaciones.

¿Será secuestrada?, ¿estarán explotándola?, ¿si no fuera blanca estarían tan preocupados por ella?, ¿por qué no reaccionaron igual ante los otros miles de niños en la misma situación?, ¿si hubiera sido un padre blanco con un hijo moreno ocasionaría el mismo impacto?, ¿será una muestra del racismo inconsciente de la sociedad?, ¿debimos haber intervenido?, ¿quiénes debieron intervenir?

El caso de Leslie expuso una inquietud de parte de la comunidad y las autoridades que desató éstas y un sinfín de preguntas más. La Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE), con apoyo del DIF Jalisco, atendieron el caso de Leslie a raíz de una denuncia pública para dar respuesta a alguna de ellas.

La averiguación previa, de la cual la PGJE nunca dio el número a este medio de comunicación ni aclaró quién la interpuso, se atendió en Asuntos en Agravio de Menores. Porque se especulaba un posible caso de secuestro infantil, decidieron tomar pruebas de ADN. Finalmente, los resultados dieron positivo.

En una entrevista que realizó Televisa Guadalajara, Esmeralda Ornelas, madre de la menor, declaró que "traían el argüende de que Leslie fue secuestrada, pero fue pura mentira porque era mía y no tenía nada que fuera güerita. No sé qué opinen las autoridades de este caso". Mientras resuelven si le será devuelta su hija, Esmeralda dijo que ha dejado la venta de chicles y que ahora se dedica a lavar platos. "Yo quiero que me den una segunda oportunidad para sacar adelante a mis dos niños".

El quinto visitador general de la Comisión Estatal de Derechos Humanos Jalisco (CEDHJ), Iván Vallejo, informó por su parte que, luego de que la madre emitiera una queja, esta institución comenzó una investigación sobre el caso a partir del 23 de octubre pasado. "Se dejó en clasificación pendiente, posteriormente se dictó admisión de la misma para que se entregaran informes de ley a las autoridades involucradas, que son la Casa Hogar Cabañas y la Procuraduría del Estado", informó.

Hasta el cierre de esta nota sólo respondió la casa hogar. "Se hizo el segundo requerimiento y (en la CEDHJ) contestaron que lograron identificar los servidores públicos que intervinieron y se les pidió el informe de ley. La petición se hizo el 3 de diciembre y tienen 15 días para contestar", agregó.

Además, indicó que es prematuro dar información respecto a si se encontraron irregularidades, ya que, precisamente, es el objetivo de la investigación. "Lo que sabemos es que el Hogar Cabañas recibió apoyo del DIF Jalisco para que se integraran a los programas de atención a la ciudadanía que se encuentra en vulnerabilidad, pero que la madre se negó a recibir las atenciones y servicios". La casa mantiene el depósito de la niña por orden de la Procuraduría.

El 19 de octubre, al momento de recoger a Leslie para realizar las investigaciones sobre presunta explotación y secuestro, las autoridades también se llevaron a su hermano de tres años de edad y su prima de 11. "Estamos esperando eso, que nos informen en base a qué actuaron", respondió el quinto visitador al cuestionársele cuáles eran los motivos de llevarse también a los otros dos menores.

Hasta el momento no hay una fecha probable para reintegrar a los niños a su familia. Durante los primeros días no se les permitía la visita de familiares, pero de acuerdo con Vallejo, "gracias a la intervención de la CEDHJ, la madre y la tía lograron tener contacto con sus hijos".

Discriminación racial

El caso de Leslie desató opiniones sobre el tono clasista y racial que pudo connotar el interés por su diferencia de tono de piel, ante la perspectiva estereotipada de que las personas morenas son las que se encuentran con mayor frecuencia en situación de calle. Esto refleja una incomodidad del colectivo social ante la tez y la raza.

De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Discriminación en México más reciente, publicada por el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED) en 2010, las mujeres del país se catalogan entre el tercer tono de piel más claro en una escala de nueve tonalidades, con un total de 32.5 por ciento.

Los hombres por igual, se clasifican en el tercero más claro, con un total de 20.7%, lo que denota que no es tan evidente como en el caso de las mujeres.

Ante la pregunta "¿Usted cree que en México se trata a las personas de forma distinta según su tono de piel o piensa que se les trata igual?", sólo cuatro de cada diez respondieron que se les trata distinto.

Explotación vs. trabajo infantil digno

Es parte de una cultura callejera. La necesidad y la pobreza se combaten con solidaridad y esfuerzo. A temprana edad aprendieron que en el capitalismo los bienes de consumo, las necesidades básicas, se obtienen a través de trabajo, sin saber todavía que es el orden social que los rige. Son niños que tuvieron que hacer de las calles sus oficinas o sus mercados, sus negocios o sus talleres, para aportar a la solvencia económica en su casa.

¿Son ellos víctimas de la explotación infantil? De acuerdo con el Movimiento de Apoyo a Menores Abandonados, MAMA A. C., institución que se encarga de defender, proteger y mejorar la vida de niños y niñas que viven y/o trabajan en la calle, a través de programas de promoción educativa y asistencia, para dar una respuesta se debe comprender el fenómeno de la explotación infantil.

"En la calle se pueden observar diferentes fenómenos: uno es la mendicidad, que no está cuantificada, que involucra a adultos, sobre todo mayores, y niños. También se ve trabajo, en el que se da el trabajo infantil; en algunos casos es explotado y otros, que son la mayoría, según los estudios de campo que hemos elaborado, son casos solidarios de los niños para con sus familias", comparte Rogelio "Mayro" Padilla Díaz, fundador y director de MAMA A. C.

Para descifrar la diferencia entre trabajo digno y explotado entre los infantes, el director de la institución explica: "Si trabajo, mis hermanos trabajan y mis padres trabajan, es porque en esta casa hay necesidad; si trabajo, mis hermanos trabajan y mis padres no lo hacen, es un caso de explotación". El primer caso, dice, muchos ciudadanos no lo saben entender, o lo confunden con el segundo.

Es un fenómeno que tiene que ver con pobreza, usos y costumbres, cuestiones culturales que desde chicos se les inculca "porque no hay de otra" y lo único que los padres pueden heredar es el fomento del trabajo. "Sí, por supuesto que en las calles hay casos de explotación infantil, pero no podemos hacer generalizaciones".

Un llamado a las autoridades

Si bien su intención es positiva, los niños que trabajan en las arterias de la urbe se encuentran en constante exposición ante peligros que pueden violentar sus derechos. Y de toda la población callejera, la comunidad indígena, las madres y los niños son los más vulnerables. No obstante, difícilmente se ha podido desarrollar alguna estrategia que sea lo suficientemente factible como para que se puedan atender las necesidades de este porcentaje de la población.

Las instancias gubernamentales que velan por los derechos de estos pequeños son varias, entre ellas la Comisión Estatal de Derechos Humanos Jalisco, las procuradurías a través de la coordinación de Asuntos en Agravio de Menores y algunas organizaciones civiles que ofrecen otras alternativas como instituciones privadas.

"Las autoridades no deben violar los derechos, sino asegurar que (los niños) no estén en condiciones de vulnerabilidad extrema. Si los niños se encuentran en una situación de explotación por los mismos padres, tendrán que resguardarlos para que se encuentren en mejores condiciones, pero no se le puede negar la relación con sus padres", declara la doctora María Antonia Chávez, profesora investigadora del Departamento de Desarrollo Social, del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH), de la Universidad de Guadalajara (UdeG).
Uno de los organismos públicos que se encarga de atender los casos que atenten contra los derechos de las poblaciones callejeras es el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF). Sus instancias en cada municipio cuentan con promotores infantiles, o trabajadores sociales, que localizan en diferentes puntos de las poblaciones, posibles casos que atender.

Su trabajo consiste en acercarse a las familias para platicar y ofrecerles a los niños los derechos de la infancia, para crecer en un ambiente sano. Cuando detectan que necesitan apoyo les piden su domicilio para hacer una visita y un estudio socioeconómico.

A través de un estudio socioeconómico buscan también capacitar a los padres en algún oficio para que tengan otras alternativas de ingresos. También otorgan becas para que los menores tengan acceso a la educación. Este año otorgaron tres mil 315 becas en las cuales destinaron un recurso de más de seis millones de pesos.

CRÓNICA

Expuestos a la discriminación


Cree que huele feo, que la gente piensa que no se baña, pero es tan limpio como cualquier otro. No ha sido necesario que la gente se lo diga, él lo siente, no sabe si por sus miradas, pero así piensa. "Me siento humillado". Entre el bullicio de la gente no falta quien le pregunte si tiene mamá o si va a la escuela. "No les quiero decir nada, pero ojalá reflexionaran y no pensaran cosas que no son".

Es Armando, tiene 11 años y se dedica al comercio, "vendo papas doradas en la Plaza de los Mariachis". Su mamá las fríe y él le ayuda a pelarlas, porque aprendió desde los tres años a hacerlo. Entre el ruido del tráfico y la polución de cada día sale a venderlas, desde los cinco años. "Empecé a hacerlo porque me gusta; tenía ganas de trabajar porque me aburría". Todos los días se va del Cerro del Cuatro al Centro Histórico, en autobús.

"Ahora ya no nos dejan vender papas donde siempre, pero a veces lo hacemos a escondidas en otros lugares. Y pues nos va igual, pero no hay como lo mismo en la comida". Ahora come sopa, antes les dejaba para comprarse algo preparado en el tianguis.

Va a la escuela, a sexto de primaria, entre compañeros que trabajan y los más, los que no lo hacen. Su hermana va en secundaria, otra apenas en el kínder y su papá es ayudante de albañil.
"Mi mamá no me deja que me vaya lejos; siempre estoy cerca de ella cuando trabajo, aunque en la calle no hay peligro". Uniformado para irse rápido a la escuela, platica esto porque dice tener amigos de su edad que también venden en las calles con los que se la lleva bien.

En cambio, en la escuela no es así: sus compañeros más jóvenes, de tercer año, le gritan "papero", pero no les hace caso. Se siente impotente, pero se aguanta, no le dice a sus papás, a sus maestros sí, "pero ni hacen nada".

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