Jueves, 18 de Abril 2024
Jalisco | Rebasado por la demanda.Pretende mejorar el servicio a los usuarios

Coordinación con municipios, vital para optimizar el transporte público

Ante el crecimiento de fraccionamientos en la periferia, piden que haya información para planeación conjunta

Por: EL INFORMADOR

Tlajomulco de Zúiñga. Vecinos del fraccionamiento Santa Fe se agolpan en la puerta del camión para poder llegar a sus destinos.  /

Tlajomulco de Zúiñga. Vecinos del fraccionamiento Santa Fe se agolpan en la puerta del camión para poder llegar a sus destinos. /

GUADALAJARA, JALISCO (18/NOV/2012).- Dado que hay zonas de la ciudad que, por el paso constante de camiones y unidades pesadas, se han convertido en verdaderas “zonas minadas”, las autoridades en reglamentación de transporte público buscan acercamiento con los ayuntamientos —específicamente, con las direcciones de Obras Públicas— para que éstos arreglen los caminos, las unidades puedan adentrarse más y más usuarios se vean beneficiados.

Sin embargo, esta colaboración sigue en el tintero. De acuerdo con Francisco Romero, director del Centro Estatal de Investigación para el Transporte (CEIT), se les ha pedido que compartan información cada vez que se apruebe un nuevo fraccionamiento, para planear cuántas personas lo habitarán, qué grado de demanda habrá y, con base en ello, determinar trayectos, rutas y cantidad de unidades.

“No hemos logrado tener esa vinculación (…) Nos ayudaría tener conocimiento y facilitar el otorgamiento a tiempo del servicio, y no como hoy sucede: sin conocimiento, mandar supervisión a la periferia”.

Refiere que durante la administración de Juan Sánchez Aldana (2007-2009), en Zapopan sí hubo acercamiento. En ese entonces, Vialidad solicitaba arreglar calles y avenidas en colonias para facilitar el ingreso del transporte público y las cuadrillas de Obras Públicas hacían lo propio. Hoy, esa costumbre no existe.

“Es un problema que nos vincula y nos hermana, y exige que estemos trabajando con las autoridades municipales; no podemos nosotros (solos)”, expone Francisco Romero.

Imposible, crecer rutas sin control

Un nuevo desarrollo habitacional no puede tener su ruta propia de camiones, pues ello atraería más problemas que beneficios; por ejemplo, duplicación del servicio, lo que, primero, afectaría una de por sí golpeada ciudad en materia de movilidad y, después, “impactaría en las tarifas”.

“Habilitar nuevas rutas repetiría los actuales servicios, por lo que se sobrepondrían las unidades (…) Vas a tener mayor oferta que demanda y el número de viajes será menor, lo que nos determina el costo del precio en la tarifa. Si nosotros sobreponemos un servicio en la periferia, vamos a tener que dividir entre dos”.

Entre tanto, el crecimiento poblacional sigue ganando terreno a la oferta del servicio. Y ante el ocaso de las administraciones estatales y federales en curso, las soluciones planteadas habrán de concretarse durante próximos gobiernos.

SABER MÁS
Zonas de conflicto


Los estudios del CEIT revelan diversos grados de atención a la problemática del paso de unidades del transporte público: se reconocen como zonas de alta, media y baja fragilidad.

Entre las zonas de más conflicto, con carencia de infraestructura en transporte público y que contemplan nuevos desarrollos, se encuentra la Zona Sur de la ciudad, en Tlajomulco de Zúñiga; la ona Norte, en La Coronilla y la Mesa Colorada (para lo cual se contempla la ampliación de la Línea 1 del Tren Ligero), y el Oriente, rumbo a Zapotlanejo. La solución para estas zonas, se reconoce, no llegará en el corto plazo.

Las zonas con problemas de conectividad que se han resuelto parcialmente se hallan dentro del “primer anillo” (kilómetros antes y después de Periférico), y entre éstas se encuentran espacios de alta densidad, sobre todo en el municipio de Tlaquepaque.

Las zonas de baja fragilidad son céntricas; ahí el transporte público es mayor al de otros puntos, debido a que ahí es donde converge un gran porcentaje de personas que acuden a trabajar.

CRÓNICA
"Baja uno y suben tres”


Pausado y ruidoso, abre las puertas en la entrada del Fraccionamiento Lomas del Salto. Comienza a subir la fila de pasajeros cada vez con menos fluidez. El camión se va llenando. Los que aún no suben, miran el reloj y se asoman por las puertas del vehículo en busca de un resquicio donde puedan viajar hasta el Centro de Guadalajara.

Se agolpó la escalera de adelante y van por la de atrás. Un grupo de chicas, hombres y mujeres piden a los de adentro compactarse “por favor, para alcanzar”, porque la desesperación les comienza a ganar. Ya son las siete de la mañana y hay que trabajar antes de las nueve.

Ni uno más. Aunque el camionero sigue detenido esperando a que el pasaje suba, ya no cabe otro. Cierra las puertas, empujando los cuerpos recargados allí, y se aleja dificultoso. Atrás quedan caras preocupadas, que no dejan de mirar el reloj. El tiempo avanza, pero ellos no.

Ahora, a esperar otro camión de la línea El Salto, la única que les da el servicio de transporte público en Agua Blanca y los fraccionamientos de la colonia, en los límites de Tonalá y El Salto.

Las voces coinciden. “Tenemos que esperarnos, no hay de otra; me ha tocado esperar hasta tres camiones porque van demasiado llenos; así ni me subo”. Es Cecilia Rodríguez, que se toma dos horas para considerar media de espera y una y media de trayecto.

Conocen el sistema y se adecuan a él, pero cuando hay que llegar más temprano sacan el as bajo la manga: caminan un kilómetro al fraccionamiento donde previamente hace parada el camión —proveniente de Juanacatlán— para agarrar lugar o cuando menos asegurar espacio de pie.

“Nosotros todavía la libramos, pero los del fraccionamiento siguiente no sé ni cómo le hagan”, dice Heriberto Vázquez, quien, en vista de que todos los días se juega su bono de puntualidad en el trabajo, ha optado por pedir prestado el coche de un familiar para llegar a tiempo o de plano alzar el pulgar en la calle.

A eso de las siete y ocho de la noche todos vienen de regreso: Guadalajara-Tonalá-El Salto. Ahí el problema es el mismo: una vez que el camión se llena, ya no hay paradas hasta después de la Penal, donde empieza a bajar la gente. “Pero baja uno y suben tres, es lo malo de las paradas”, sigue Heriberto, que junto a sus vecinos se pregunta por qué no hay más oferta de transporte público que los pueda regresar a sus casas, o por qué esa línea no da abasto a la creciente demanda en la periferia.

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