Las entrañas de avenida Vallarta y el tráfico vehicular

GUADALAJARA, JALISCO (23/JUL/2012).- La retroexcavadora hunde sus siete garras metálicas y rasga el lomo de avenida Vallarta. Con un golpe seco, provoca una pequeña y espesa nube de humo que se retuerce en un palmo y desaparece en el aire frío de la mañana. Un hombre moreno de bigote acicalado manipula la máquina sobre orugas que se mueve lenta y amenazante como un cangrejo gigante por los carriles centrales de la vía.

Mientras excava, carga, eleva y gira los pesados y cuadrados trozos de concreto entreverados con tierra virgen, el hombre mastica con tranquilidad un taco de frijoles que se empuja con un refresco tibio. Los trabajadores que lo observan con distancia preventiva también desayunan a escondidas del patrón. No saben a qué hora les permitirán comer.

La poderosa cuchara que bien podría levantar cinco toneladas con la facilidad que un adulto alza a un cachorro, arranca las aceras amarillas de los carriles interiores de la avenida como si se tratara del betún de un pastel recién hecho. A un costado, junto a los montones de concreto removido, uno que otro transeúnte evita el puente alzado en la calle Independencia. Una mujer de cabello negro  salta con dificultad los despojos de la avenida, hunde los tenis rojos en la tierra húmeda. Al llegar a las costas de la calle, mientras se sacude la tierra de los zapatos, echa una ojeada de refilón al corpulento río de automóviles que se estira con pesadez y avanza a trompicones sobre una de las laterales de la vía. La mujer cruza la calle con la impunidad que otorga tener a un tránsito coqueto al lado que es observado por sus jefes.

Dentro del multicolor gusano de automóviles, conduciendo una camioneta gris de doble cabina se encuentra César Collazo. César descansa los antebrazos en el volante de su vehículo con aire de paciente fatiga. Empleado de una agencia de coches, considera que la construcción de los túneles Independencia , en Santa María del Pueblito y el de Avenida Central en Ciudad Granja son necesarios pero las autoridades no avisaron con tiempo. En un recorrido En el que tardaba alrededor de 20 minutos, estima que se estirará a más del doble.

El director Operativo de la Secretaría de Vialidad y Transporte, Felipe Prado Trejo, dijo que conforme vayan pasando los días, los automovilistas conocerán las rutas alternas que son Avenida Guadalupe, Inglaterra, Naciones Unidas además de Federalismo-Colón para ir al Periférico; Avenida Aviación para dirigirse a Zapopan o la zona del Bajío y de esa manera se evitarán los conflictos viales.

Recién motilado, caminando por la acera con paso tranquilo, Juan Ricardo López, vecino de Ciudad Granja dice que las autoridades sí avisaron por medio de los medios de comunicación. Consultor en imagen corporativa y mercadotecnia, tiene inquietudes, pues no sabe sí van a quitar el semáforo de "Funeral Colonias". Afirma que las obras son una oportunidad para que, durante cuatro meses, las personas hagan un esfuerzo y se trasladen en transporte público. Juan Ricardo es congruente con lo que dice, hoy dejó el auto en la cochera. Ve el tráfico fluido aunque la prueba será "cuando los niños entren a la escuela".

Aunque ligeros, los congestionamientos que se llevan a cabo en la salida del puente Rafael Sanzio hasta la Avenida Las Palmas nos enseñan el sentido estricto de la desesperación: ahorrarnos la molestia de hablar. Un señor que conduce una vieja y ajada camioneta amarilla es reconvenido por un elemento de vialidad que se quita el ronco silbato de la boca para hablarle fuerte. Traiciona la regla: el lenguaje de conductores y tránsitos en esta mañana es predominantemente no verbal: muecas y manos: ya sea para agilizar, insultar o preguntar.

Arranques. Frenazos. Silbatos. Cuando la circulación no se detiene y los elementos de vialidad únicamente detienen el tráfico para dejar cruzar la calle a un caminante, Martín se dice que no terminara de vender todos los periódicos. Mira el lento discurrir de los autos que pasan a unos metros de él y espera que alguno se detenga con la urgencia de leer el diario. Nada. Ni lo miran a pesar de su uniforme rojo vivo. Resignado, Martín se recarga en uno de los postes y deja la mercancía sobre el pasto. Hoy no terminará a las 12.

Frente a Martín está uno de los 35 tránsitos que trabajaran por turno para agilizar la circulación. De panza prominente y casco que le provoca un ligero sudor en la frente, se nota enojado. "¡Ándale!", le dice a un conductor que le pregunta por qué quitaron uno de los retornos. "Está a 300 metros, es para evitar accidentes", concluye la frase sin bajar la voz y el conductor acelera en silencio.

Apenas van unas dos horas del punto álgido del congestionamientos y algunos conductores ya imaginan lo que se vendrá cuando vuelva el periodo escolar. O las autoridades se dan prisa o los automovilistas toman las rutas alternas, porque este río, en el cauce de las horas pico no cabe, se ensancha, parece desbordarse...

EL INFORMADOR / GONZALO JÁUREGUI