Centro tapatío, la zona más insegura

GUADALAJARA, JALISCO (23/JUL/2012).- Si el Centro Histórico se viera en el espejo, seguro se volvería esquizofrénico. Como esos personajes de aventura, el Centro de Guadalajara es uno de día y otro de noche. Su identidad se transforma, y sus calles llenas, sus comercios abiertos y sus puntos de encuentro se transforman rápidamente en calles vacías, casas abandonadas, comercios denegados y cuadras oscuras y peligrosas.

El Centro, como zona de coincidencia, desaparece rápidamente. Y es que cinco de las 10 colonias con mayor índice delictivo de la ciudad forman parte del polígono de este territorio de Guadalajara: las colonias Centro, San Juan de Dios, Santa Teresita, El Santuario y Capilla de Jesús.

Para los habitantes del Centro no es extraño que las primeras cuadras de la ciudad presenten los índices más altos de criminalidad: desde robos a comercios hasta asalto a transeúntes. María Eduviges, que vive cerca de la intersección de Libertad y Federalismo, entiende que la vida se hace de día, la noche es para meterse. “Yo jugué de niña en estas mismas calles, ahora qué esperanza ver a alguien en las noches”. Esta historia de la vida cotidiana se entrelaza con rejas y candados; puertas altas y portones infranqueables, en la seguridad ningún gasto es demasiado. Incluso aquellas estampas provincianas de puertas abiertas y sillas al exterior se han borrado, ahora las protecciones no son nunca lo suficientemente impenetrables.

Para el especialista en temas de seguridad Guillermo Zepeda Lecuona, del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), la inseguridad en el Centro Histórico está vinculada con la falta de densidad poblacional, el abandono en términos de hábitat urbano. “Es una zona que se ha vuelto comercial, con pocas casas habitación, lo que hace que sea un espacio altamente vulnerable a la inseguridad”. Las calles vacías y una vida nocturna poco atractiva son condimentos que hacen del Centro un área “de paso” que no logra captar nueva población. Así, un proyecto de combate a la inseguridad tiene que contemplar, forzosamente, la recuperación de espacios habitacionales.

Para el investigador, la desconfianza policial y la falta de vínculos entre ciudadanía y uniformados son dos problemas que pueden ser abordados a través de una policía de proximidad: “La confianza en los policías es muy baja, a alto nivel se encuentra por debajo de 10%; una policía de proximidad podría atender este grave déficit y construir relaciones con los comerciantes”.