Viernes, 26 de Abril 2024
Jalisco | Una vida dedicada a la medicina

La tecnología ayuda, pero hay que ''oler al paciente''

Tras 42 años de trayectoria, el doctor José Parra resalta la importancia de mantener un contacto constante con el enfermo

Por: EL INFORMADOR

El doctor José Parra Carrillo fue uno de los galardonados en el marco del Día del Médico. ESPECIAL  /

El doctor José Parra Carrillo fue uno de los galardonados en el marco del Día del Médico. ESPECIAL /

GUADALAJARA, JALISCO (25/OCT/2010).- Su pasión por la medicina llena su vida completamente. Y aunque la carrera lo cela más que su propia familia, el reconocimiento y la gratitud de sus pacientes son el mejor pago.

El doctor José Parra Carrillo, con 42 años de trayectoria médica, es nefrólogo con sub especialidad en hipertensión arterial, el único con esa preparación en todo el país.

Asegura que el reto actual del médico es tratar al paciente como humano, y no como un número más. Tomar la tecnología como una herramienta, y no utilizarla como la única manera de diagnosticar a un paciente.

En el marco del Día del Médico, que se celebró el 23 de octubre, el médico recibió en el Teatro Degollado, junto a otros 45 galenos, el reconocimiento “Dr. Valentín Gómez Farías”, de manos del secretario de Salud, Alfonso Petersen Farah, y otras autoridades médicas estatales.

A continuación, se presenta una charla con el médico, en la que dejó en claro el amor que le tiene a su carrera y las experiencias que le ha dejado el atender a pacientes con una de las más “sufridas” enfermedades: la insuficiencia renal

—¿Cómo llegó a ser médico?
Es una cosa especial mi caso, yo nunca supe quién decidió que yo iba a ser médico, no sé si alguien lo sugirió en algún momento de mi niñez; el hecho es que yo adopté esa decisión. La única vez que me hice la pregunta: ¿en verdad quieres ser médico?, fue cuando hice la solicitud de ingreso a la universidad… mi respuesta fue: sí.

—¿Qué es para usted la medicina?
No es sólo una profesión, sino una forma de vida. No es mejor ni peor que otras profesiones, pero es diferente, ya que se tiene que dedicar tiempo completo; es más celosa que la esposa. Para ser médico se tiene que capacitar toda la vida, porque todo cambia. El 90% de lo que se cree que es la verdad, en 20 años es falso en la medicina. No se puede ser médico en “ratitos”, es de toda la vida.

—¿Todavía hay vocación y ética en los jóvenes médicos?
La vocación es importante, significa que se esté contento haciendo las cosas, que se vaya a ver a los pacientes con gusto, sin flojera. En la actualidad, los muchachos tienen un severo problema: la medicina es de contacto, verle los ojos al paciente, y eso implica que el paciente es un humano; pero con la influencia de la tecnología se quiere hacer todo a través del internet, que sí apoya, pero se debe aprender a “oler al paciente”.

—¿Cómo se hace el mejor diagnóstico?
Una enfermedad se puede saber con el olor de un paciente; al verlo, se puede ver si tiene el aspecto clínico característico de determinada enfermedad. Se debe palpar, oír con el estetoscopio el pulmón, el corazón; pero la tecnología ha ido desplazando ese aspecto clínico del médico, y en esa separación se apoyan más en la tecnología, pero no es así. Quizá un electrocardiograma dará más información, pero ese paciente dice: “fui con el doctor, me mandó a tomar un estudio y ni siquiera me oyó, ni me tocó”.

—¿Ha sido difícil la adaptación a la tecnología en su labor diaria?
El reto que tenemos los médicos es que debemos usar la tecnología, aprender a entenderla, pero aplicarla correctamente, sin perder de vista que lo más importante es el paciente; que la tecnología ayude para que se tenga un mejor diagnóstico, tratamiento y rehabilitación, pero sin perder ese contacto con la gente. Cuando el paciente llega y el doctor está con la computadora y sólo le pregunta cómo está, la persona no se siente atendida.

—¿Cuál es el reto del médico actual?

Que el paciente sienta que lo escuchas, que te interesa lo que está diciendo, tener calidad humana y que la tecnología no lo abrume. Que el paciente no se transforme en un número más, porque deposita su confianza absoluta con el médico y se siente indefenso ante el médico por su alta vulnerabilidad. Si le recetas veneno, eso se va a tomar; si le recetas algo que le haga bien, eso se va a tomar, porque cree en ti. Entonces, el médico debe responder a esa confianza con la mayor decencia y respeto; pero implica saber que es “doña Juana” o “doña María”, que tienen problemas personales, no la paciente del cáncer, o de la presión alta.

—¿Por qué escoger la nefrología (ciencia que estudia la función renal) como especialidad?
Siempre se tiene una figura a quien seguir. Yo tuve como maestro en la Clínica 45 del Instituto Mexicano del Seguro Social al médico Carlos Palomera Velázquez, que era el único nefrólogo del país;  me impactó mucho su labor, por eso me hice nefrólogo.

—¿Y la sub especialidad en hipertensión?
Se comenzó a ver que los enfermos de los riñones tenían la presión alta, por lo que después de nefrología hice la sub especialidad en hipertensión arterial en Nueva York, donde había un grupo líder en el mundo por su manejo de la hipertensión. Hizo que cuando yo regresara a México, fuera el único que tenía esta preparación, lo que me abrió puertas en congresos y convenciones.

—La diabetes e hipertensión, muchas veces terminan en insuficiencia renal crónica, ¿cómo se afronta este problema actualmente?
El problema más importante en el diabético, que lo lleva a la muerte, no es la insuficiencia renal crónica; los pacientes que llegan a diálisis son los sobrevivientes. El 80% de los diabéticos se mueren de infartos o embolias, y los que no se mueren de eso son los que llegan a diálisis peritoneal, que es menor a 10%. Si se tiene la diabetes y no se tiene hipertensión, se tiene una probabilidad de llegar a insuficiencia renal, pero si se agrega hipertensión, son siete veces de posibilidades.

—¿Cómo afronta la imagen de un paciente con diálisis peritoneal?
Es como la agonía y el éxtasis. La agonía es cuando el nefrólogo ve cómo se va muriendo lentamente el paciente, que hagas lo que hagas se va deteriorando, se consume, se prolonga la calidad de vida, pero sigue el deterioro; es desgastante mentalmente, porque no se puede excluir de la sensación de que el paciente se está muriendo… el paciente transfiere su angustia. El éxtasis es trasplantar al paciente. Cuando se le pone un riñón y funciona, después de que se estaba muriendo, empieza todo a desaparecer, y de ser una vida miserable, ya viven una vida normal. Pero sólo 2 ó 3% de quienes deberían llegar a un trasplante, llegan a un trasplante. Entonces tenemos mucha agonía y muy poco éxtasis.

—¿Cuál es la mejor experiencia que le ha dado su profesión?
La mejor, que afortunadamente se repite, es el agradecimiento del paciente cuando siente que se hizo lo correcto; nada se iguala a la gratitud. Y se siente maravilloso cuando un paciente, y eso lo veo en los Hospitales Civiles, que tenemos pacientes muy humildes, y de repente te dicen: “doctor, ayer cocí elotes y le traje dos”.

—¿Y la peor?
Que se te mueran. Que ves que haces todo lo posible y de repente te sientes absolutamente impotente ante el deterioro del paciente, porque por más que hagas, no tiene remedio.

—¿Qué me dice de su reconocimiento por el Día del Médico?
Este reconocimiento es un honor, porque en el trabajo, como dijera el filósofo José Ortega Gasset: “Yo soy yo, y mis circunstancias”.  El yo es el esfuerzo; yo le digo a mis alumnos que todo mundo llegamos a la meta que nos proponemos si estamos dispuestos a pagar el precio, pero el precio va a ser menos tiempo para la familia, para el descanso, para la diversión; más tiempo para el estudio, para el trabajo. Si se está dispuesto a eso, se logra llegar.

Perfil

José Zacarías Parra Carrillo

Nació en Etzatlán, Jalisco, el 20 de julio de 1944, pero creció en un pueblo llamado Amatlán de Cañas, en Nayarit.

Se recibió en 1968 de la Facultad de Medicina de la Universidad de Guadalajara.

Especialista en nefrología, con sub especialidad en hipertensión.

Ha ocupado diferentes cargos, como director del Nuevo Hospital Civil “Dr. Juan I. Menchaca” y del Hospital General de Occidente.

Tiene 35 años de docencia.

Actualmente es jefe del departamento de Clínicas Médicas del Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS).

Director del Instituto de Investigación Cardiovascular del Nuevo Hospital Civil.

Fue presidente de la Sociedad Latinoamericana de la Hipertensión.

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