Viernes, 29 de Marzo 2024
Jalisco | POR GUADALUPE MORFÍN

Hidalgo en Tlajomulco

Festejo libertades que no acabamos de aquilatar y que aún son parcelas que es preciso cultivar para que no se achaten en su ejercicio

Por: EL INFORMADOR

Guadalupe Morfín.  /

Guadalupe Morfín. /

Un 6 de diciembre, en Guadalajara, el cura Hidalgo abolió la esclavitud. Ese Hidalgo me gusta, como el pintado por J. Clemente Orozco en la escalinata del Palacio de Gobierno. No me gusta el que los días siguientes ajustició a 300 españoles que no acataron ipso facto el decreto de abolición. Por esa gesta libertaria la gaceta de la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Jalisco se llamó “6 de Diciembre”. Por el espíritu de libertad que significa esa fecha para toda América.

Yo sí conmemoro estos días, y quisiera festejar más. Festejo libertades que no acabamos de aquilatar y que aún son parcelas que es preciso cultivar para que no se achaten en su ejercicio: de expresión, de creencias, libertades cívicas, derechos políticos. Conmemoro sacrificios de quienes sobre todo con sus actividades pacíficas y cotidianas, en estos 200 años, y también antes, como los jesuitas expulsados de la colonia española, abonaron a las libertades que hoy gozamos, y a la lenta construcción de instituciones que nos permiten decir que somos civilizados.

El Bicentenario puede darnos un ánimo de refundación vigoroso. Hemos tenido instituciones que han arrancado fuerte pero se han desgastado o sobreviven enmohecidas; otras requieren más respaldo y acompañamiento, público y social. Y poderes legislativos valientes, que nombren a quienes las dirigen, con criterios de integridad. Necesitamos que brillen y funcionen para lo que fueron hechas. Es conveniente seguirlas de cerca, no se llenen de plagas o se empantanen, por corrupción o por traición a los principios que las crearon, o decaigan por desaliento.

Pero sobre todo celebro que haya ciudadanos y ciudadanas que se hacen cargo de que los valores de nuestra convivencia, bicentenarios o recién estrenados, sigan animando, insuflando un sentido de comunidad. Sin eso no hay Nación. Ese debe ser el espíritu de la fiesta.

Preguntémonos qué haría Hidalgo hoy con niñas esclavas, de 14 años, como las encontradas esta semana en Tlajomulco, Jalisco, desnudas y drogadas, como ha documentado la prensa local. Los detenidos en flagrancia (luego inexplicablemente puestos en libertad por la Procuraduría de Justicia) las ofrecieron a los policías, para impedir que éstos actuaran según su deber. El mismo Evangelio que el cura libertario aprendió en buen latín, se paseaba hace tres años por la Casa Jalisco para inspirar al gabinete actual del Ejecutivo, según cuentan. En el texto bíblico, la frase más dura de un tal Jesús está dirigida a quienes escandalizan a las y los pequeños. Más les valdría atarse una piedra de molino al cuello y tirarse al mar, dice el usualmente sereno maestro de Galilea (Mateo 18, 5-6, Marcos 9, 42, Lucas 17, 2). Ahí tiene el gobernador una tarea de coherencia. Y el procurador una lección para sus subordinados y su institución: leer el artículo 1º de la Convención de la ONU sobre los derechos del niño, que dice que lo es todo ser humano menor de 18 años. Y aplicar el artículo 142 J del Código Penal del Estado sobre la trata de personas.

Hay que ver a las víctimas, ver su niñez, su historia personal, su desamparo, su vulnerabilidad, la droga con que las mantienen en la inconsciencia (delito federal), y actuar de oficio, como lo marca la ley. Y, sí, quisiera festejar más la erradicación de todas las esclavitudes, sobre todo éstas que tienen a pederastas impunes.

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