Martes, 07 de Mayo 2024
Jalisco | Dentro del templo también se localizaron indicios de varias pinturas murales hechas unas sobre otras

Hallazgo en Templo de Santa Mónica

En la restauración del edificio encuentran labrado de piedra original, murales, medallas, monedas y estatuas de gran valor histórico y cultural

Por: EL INFORMADOR

GUADALAJARA, JALISCO.- Lo que empezó como la restauración de la fachada del Templo de Santa Mónica, uno de los máximos exponentes del barroco salomónico en Guadalajara, terminó con el descubrimiento del labrado de piedra original en al menos dos de sus muros.

Hasta ahora, se piensa que dichos muros fueron recubiertos con losas de cantera y relleno de arena, para dar firmeza a la estructura de la construcción que data de principios del siglo XVIII.

Mientras trabajaban en la corrección de la pendiente de desagüe en uno de los muros del santuario, los encargados de la restauración dieron con el hallazgo en el exterior del edificio, ubicado en la calle Santa Mónica esquina con Reforma, en el Centro Histórico de Guadalajara.

En el relleno de arena, que separa el antiguo muro original de las lozas de cantera actuales, también estaban diversos objetos como medallas, monedas, crucifijos, estatuas, utensilios de barro, así como una caja que contenía otras piezas de valor arqueológico que están actualmente en restauración. Dentro del templo, en algunas de sus paredes, también se encontraron indicios de varias pinturas murales hechas unas sobre otras.

Algunos de los involucrados con la restauración creen posible que los contrafuertes de la fachada también pudieron haber sido recubiertos. Por lo pronto, sólo ha sido posible remover alrededor de 1.2 metros del recubrimiento, debido a que el Templo de Santa Mónica presenta varios problemas estructurales que van desde su cimentación hasta humedades.

Desde 2006, la organización civil Adopte una Obra de Arte, en colaboración con autoridades de los distintos órdenes de Gobierno, trabaja en la restauración exterior e interior del inmueble.

Aunque se han ejercidoalrededor de cinco de los ocho millones de pesos (MDP) del presupuesto original, es incierto el tiempo, el costo y los alcances que pudiera tener la restauración integral, que considera la rehabilitación de un espacio para exposiciones de arte en la parte posterior de sus instalaciones.

El Templo de Santa Mónica se desmoronaba a pedazos


El primer intento por restaurar el Templo de Santa Mónica se dio en 1983, pero fue pospuesto en varias ocasiones hasta que en 2006, la asociación civil Adopta una Obra de Arte, tomó las riendas de la restauración.

“Estuvimos gestionando los recursos donde logramos poner en un mismo plano los intereses del Conaculta (Consejo Nacional para la Cultura y las Artes), del  INAH (Instituto Nacional de Antropología e Historia), de la Secretaría de Cultura con los de Adopta una Obra de Arte”, explica María Irma Iturbide Robles, presidenta estatal de dicha asociación.

“Es un proyecto de restauración integral, porque el estado del edifico era tan grave que hemos tenido que empezar desde la recimentación. Entonces lo primero que hicimos fue hacer un estudio estructural para ver en qué condiciones estaba el templo, con el propósito de saber cuáles eran las tareas que teníamos que llevar a cabo”.

Entre otros problemas, el estudio estructural reveló que la cimentación era insuficiente para la altura del edificio, por lo que se procedió a colocar una retícula de concreto para dar estabilidad a los muros.

Otro estudio hecho en todas las líneas de agua potable y de drenaje, tanto de las instalaciones del templo como de la XV Zona Militar, que contó con la participación del Sistema Intermunicipal de Agua Potable y Alcantarillado (SIAPA), reveló que la humedad existente en los muros ponía en riesgo la totalidad del edificio.

“Descubrimos que muchas de las líneas de drenaje sanitario y pluvial de la XV Zona Militar, como fue un edificio que se construyó a finales de 1800, estaban hechas con tubería de barro. Entonces, este barro se estuvo fracturando y se minaba mucha agua por estas grietas, que desafortunadamente iban a parar a los muros del templo”. 

Además, agrega la presidenta, la humedad de los muros también se debe a que el edificio de la XV Zona Militar está construido alrededor de metro y medio por encima del nivel del templo, por lo que se procedió a la construcción de canales para el flujo de aire.  

En el piso del templo se colocó una cuadrícula de concreto con varillaje, con el propósito de controlar la humedad, para así restablecer la duela de madera.

No obstante, según el arquitecto Salvador de Alba Martínez, el problema de humedad del templo también proviene del exterior, debido a que la calle Santa Mónica, entre Reforma y San Felipe, no cuenta con drenaje, además de que la altura del pavimento ha ido en aumento, dejando el acceso al templo al mismo nivel de la calle:

“Hicimos una cala en la calle Santa Mónica, y está el empedrado original 60 centímetros abajo del nivel actual del asfalto (…) de tal suerte que si tu vas en un día lluvioso, te vas a encontrar que está a nivel todo: banqueta, calle y la entrada al templo. La molduración de la fachada está oculta alrededor de 50 centímetros en un punto, de tal manera que no se aprecia la fachada en su proporción original, porque el soclo de ese muro está bajo el suelo”.        

Por lo pronto, se han reparado las bóvedas que se encontraban agrietadas, se colocó ladrillo de azotea recubierto con impermeabilizante especial autorizado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

Restauración profunda
 
Con respecto a las pinturas detectadas mediante cala, que datan del origen del templo, los restauradores aún esperan el peritaje del INAH, para proceder con la restauración de la decoración interior.

El primer trabajo de rehabilitación del exterior del templo consistió en la restauración de la estatua del San Cristóbal de cantera, que se encuentra en la esquina Norte del templo en su cruce con la calle Reforma.

Actualmente se trabaja en la restauración de los muros donde se localizan las puestas del templo, así como en
las losas de cantera que cubren las paredes originales.

La restauración de la fachada se lleva a cabo con cal, arena y baba de nopal, que eran los materiales disponibles de la época.

Para Karla Jáuregui Arreola, restauradora especializada en materiales pétreos, el avance de las obras ha ido revelando muchos elementos que no están descritos en la documentación oficial del templo, porque mucha de ésta se quemó.

“Una de las cosas que sufrió en general el conjunto fue destrucción de muchas cosas y modificación. Lo que menos está modificado tal vez es la fachada, pero inclusive ahí estamos encontrado cosas que no están descritas en ningún libro, como los elementos decorativos. Desde el punto de vista de la investigación es muy importante; son cosas nuevas que estamos aportando a la historia del templo”.       

Rigoberto Sánchez Becerra, técnico residente de la obra, platica su experiencia: “Me fascinan los templos antiguos; al ir explorado la fachada área por área, me he encontrado vestigios que hablan de una época, como marcas o huellas de perdigones, que también hemos encontrado incrustados, pintura mural, decoraciones”.

Dentro de un sillar de uno de los muros, abunda el técnico, también se encontró una “caja del tiempo”, que contenía medallas así como algunos papeles con letras poco perceptibles, debido al avanzado deterioro que presentaban:

“Estaba depositada la ofrenda con un tapón de la misma cantera, con su revoque de mortero. Entonces quien hizo la donación o quien hizo la caja del tiempo posiblemente puso este sillar para que cuando fuera encontrado, se supiera quién fue el donante de la cantera”.

En el retablo lateral Poniente se encuentra una pintura del siglo XVI, que es la imagen de la Virgen del Rosario, un regalo de Carlos V para la ciudad de Guadalajara.   

Barroco salomónico


Según el padre Rafael Uribe Pérez, coordinador de la Comisión Diocesana de Arte Sacro de la Arquidiócesis de Guadalajara, este templo es el máximo representante del barroco salomónico en la ciudad:   
“Considero que el Templo de Santa Mónica es muy valioso, como no tenemos otro. Es de lo poco que existe en la ciudad de este estilo, de un barroco salomónico, que tiene como una de sus características las columnas helicoidales (…) Hay muchas otras fachadas que son más modestas, es decir, el Templo de San Francisco tiene algo, Aranzazú parece que hay algo. Allá en Zapopan, la torre también un poco, pero lo que hay aquí en Santa Mónica es grandioso”. 

Obras posteriores

Después de la restauración vendrá el acondicionamiento de la parte posterior del edificio, donde se encuentra el coro alto, que será destinada a la exhibición de las piezas que se han encontrado durante este tiempo.  

TELÓN DE FONDO

La historia


Según el ecónomo de la Arquidiócesis de Guadalajara, Juan González González, el Templo de Santa Mónica fue construido por el padre Feliciano Pimentel entre 1719 y 1720. Formaba parte del convento de las monjas agustinas recoletas de clausura, hasta que fue expropiado por el Estado en el tiempo de la Reforma.

Por medio de una subasta pública, el abogado Dionisio Rodríguez adquirió el convento y lo prestó al Seminario Diocesano de Guadalajara, cuyo edificio también había sido expropiado por las Leyes de Reforma (1859-1860).

Más adelante, el Seminario Diocesano compró el convento de las agustinas recoletas, y lo demolió para construir un edificio de tipo art nouveau, diseñado por arquitectos franceses a principios del siglo XX.

No obstante, poco tiempo antes de la Guerra Cristera, el gobernador Guadalupe Zuno volvió a expropiar el convento mientras aún se encontraba en construcción.

Posteriormente, las nuevas instalaciones del convento pasaron a manos del Ejército Mexicano, donde se estableció la XV Zona Militar que opera en ese lugar  hasta nuestros días.

Desde su construcción, el Templo de Santa Mónica se abrió a todos los fieles, motivo de la construcción de sus dos accesos laterales.

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