Viernes, 19 de Abril 2024
Internacional | Giovanni Sartori desmenuza la coyuntura del Viejo Mundo

El bajo costo del trabajo es el origen de crisis europea

La izquierda y la derecha enfrentan la misma disyuntiva: cómo competir con la tecnología china o india, advierte el politólogo

Por: EL INFORMADOR

Giovanni Sartori sostiene que la “receta” alemana para paliar la crisis  sólo está dirigida a sanear la deuda de los estados. ESPECIAL  /

Giovanni Sartori sostiene que la “receta” alemana para paliar la crisis sólo está dirigida a sanear la deuda de los estados. ESPECIAL /

ROMA, ITALIA (28/MAY/2012).- Es uno de los últimos íconos de la politología italiana. Con más de 80 años, su lucidez y su entusiasmo por su trabajo son envidiables. Es Giovanni Sartori, ex profesor de las universidades de Yale y Stanford, en Estados Unidos, y Pisa, en Italia.

En entrevista, dice que no cree que ni los gobiernos de izquierda ni los de derecha europeos estén en condiciones de solucionar la actual crisis, porque son prisioneros del desequilibrio que plantea la globalización económica.

El profesor Sartori abrió las puertas de su casa para hablar no sólo de la política y la economía europeas, sino, de manera particular, del papel que juegan los partidos del Viejo Mundo en el marco de la crítica coyuntura que vive la Europa comunitaria, crisis que, en su opinión, tiene como sustrato el gran desarrollo tecnológico y el bajo costo del trabajo en los llamados países emergentes.

El fenómeno ha minado la competitividad del Viejo Continente y ha frenado su crecimiento económico, generando con ello desocupación y tensiones sociales que no parecen ser superadas con la polémica receta alemana que apunta, sobre todo, a la austeridad para reducir la pesada deuda económica de los países de la eurozona.

Lo sucedido en las elecciones de Wesfalia es una de las consecuencias de esta crisis, que castiga a todos los gobiernos por los sacrificios que impone.

—Salvo la francesa, las izquierdas europeas parecen vivir una crisis que algunos atribuyen a una ausencia de liderazgos y programas. ¿Qué nos puede decir al respecto?

—El triunfo de Francois Hollande en Francia marca un regreso de la izquierda y es posible que también en Alemania vuelva al poder, lo cual, por tratarse de países muy importantes en Europa, es una señal muy positiva.

En España y en Inglaterra perdió la izquierda, como consecuencia de la crisis económica, que siempre es imputada a los gobiernos, pero también de la alternancia, que es muy normal en toda democracia.

—Partiendo del hecho de que usted parece no considerar en crisis a las izquierdas, ¿cómo ve su futuro en el marco de la actual situación político-económica de la eurozona?

—Europa es diferente del resto del mundo por su unidad monetario-económica, no política, y si bien esto la condiciona muchísimo —no puede utilizar el importante instrumento de la devaluación, como las naciones independientes—, en mi opinión su gran problema es la globalización económica, toda vez que los países, con paridad tecnológica y con un bajo costo en el trabajo, mano de obra, le han creado un grave problema de desocupación y de competitividad, debido a los altos costos del trabajo en los países de la zona del euro.

—En este contexto ¿cuál es el futuro de la política europea?

-—Diría que el problema para la izquierda y la derecha europeas es el mismo. Ambas son prisioneras de este desequilibrio que hace imposible competir con países con alta tecnología, como China o India, por su costo de trabajo 10 veces más bajo que el europeo.

Lo anterior me hace pensar que aquel determinismo económico tan criticado en el marxismo, por hacer pasar a la política a un segundo término, no estaba tan errado.

Con una crisis económica sin precedentes, como la de ahora, y sin instrumentos eficaces para combatirla, la política, ya sea de derecha o de izquierda, se muestra impotente ante este fenómeno.

Hace años sugerí crear áreas de economías comunes, para así poder soportar mejor los contrastantes niveles del costo de trabajo, pero Europa eligió esta forma absurda que ha ensanchado este problema y, en particular, la desocupación.

—¿Pero era tan difícil prever que unir economías tan diversas crearía estos problemas?

—La Unión Europea se expandió tanto, hasta los países del Este, por la vanidad de los políticos. En mi opinión, el núcleo central debió seguir siendo pequeño y después, con el desarrollo de las economías en otros países, hacerlo crecer. Pero no fue así y hoy hierven en esta enorme olla muchas cosas que pudieron ser evitadas.

—Volviendo a la crisis, ¿cree usted que las propuestas de Hollande, que no son sólo de Francia, bastan para relanzar la política y la economía en Europa?

—En mi opinión, el vicio de origen a que me refería hace insuficientes sus propuestas y las de la derecha, porque parece muy difícil que puedan reducir la desocupación debido, en gran parte, al fuerte endeudamiento de la mayoría de los países, que lógicamente impide financiar un relanzamiento económico. Se necesita producir más, pero no hay dinero para estimular la producción.

Por ello, insisto, no creo que las propuestas de Hollande puedan resolver el problema, cuyo origen es otro y mucho más complejo, aunque la excepción es Alemania, un país en donde se trabaja seriamente y se cuenta con un buen entendimiento entre empresas y sindicatos.

—Pero Hollande propone una reducción de la presión fiscal para estimular la producción.

—En mi opinión, los economistas, también los que están detrás de Hollande, son un desastre, porque conocen poco y mal el mundo real. Se han dedicado a la economía financiera, bancaria, que genera mucho dinero, mientras que los economistas clásicos apuntaban siempre a la economía productiva, a la economía real.

El resultado de este cambio de la visión es la actual vorágine que vivimos. Una vez, hablando del costo del trabajo, un economista me dijo: ‘Pero los salarios deberán subir en los países emergentes’. Sí, es cierto, le contesté, pero debemos hacer las cuentas con los 700 millones de campesinos chinos.

-—¿Entre los líderes europeos existe alguno que sea capaz de ofrecer alternativas reales a política de la señora Merkel?

—Hasta el momento no he entendido bien el programa de los Piraten alemanes, pero el nombre de Piratas no me da mucha confianza.

En Italia, mientras tanto, tenemos a Pepe Grillo, un cómico que está recogiendo mucho consenso con su movimiento que, por no tener detrás ninguna organización o partido, yo defino “líquido”, se disuelve en las manos. Creo, no obstante esto, que Grillo podría gobernar bien una ciudad, pero las cosas cambiarían si llega al poder central, por no contar siquiera con un programa.

—Dejando de lado a estos movimientos, ¿usted ve en Europa a alguien capaz de proponer un programa alternativo al de Alemania?

—No, porque el problema no es de un líder inteligente y carismático, sino de una globalización de las economías productivas, que parece incontrolable y a la que no se puede dar marcha atrás.

El País


PERFIL

El profesor florentino


El profesor Giovanni Sartori nació en Florencia, Italia, en 1924. En 1946 obtuvo su licenciatura en Ciencias Sociales en la Universidad de Florencia.

Fundó la primera academia de Ciencia Política en Italia. Entre 1976 y 1994 dio clases en la Universidad de Columbia, donde impartió la cátedra Albert Schweitzer en Humanidades. Fue designado profesor emérito de la institución.

En 2005, Sartori ganó el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales. Sartori ha sido, además, un colaborador regular en el influyente diario italiano Corriere della Sera.

En 2007 recibió el doctorado Honoris Causa de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Entre sus principales libros destacan: Cómo hacer Ciencia Política; La democracia en 30 lecciones; ¿Qué es la democracia?; Homo Videns, la sociedad teledirigida y La sociedad multiétnica.

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