Benito Taibo, una Persona normal

GUADALAJARA, JALISCO (28/NOV/2011).- Benito Taibo estuvo a punto de quedar vacunado contra la lectura, gracias a que en la secundaria le encargaban leer títulos que “a esa edad no entiendes y se vuelven como herramientas de castigo casi medievales”. Pero, “afortunadamente”, cuenta, le dio hepatitis y estuvo en cama por más de un mes. Su padre le dejaba junto a su cama un libro por semana. El primero fue El sabueso de los Baskerville, “de ahí me enamoré de Sherlock Holmes, luego de Mark Twain”,  y ahí aprendió a disfrutar de la lectura sin tener que hacer reportes escolares.

En su caso, fue como una tabla de salvación en medio del naufragio, como una forma de subirse a “esa bici que vuela y llega a donde quieras”. Por ello, Benito Taibo ha sido un férreo promotor de la lectura y decidió escribir Persona normal (editorial Destino), donde cuenta la historia de Sebastián, que a la vez puede ser una guía de lectura para jóvenes, “en la que les comparto los autores que me formaron y que son atemporales, como Dickens, José Emilio Pacheco, Conrad, William Golding...”.

Esos libros, justamente, son los que “te hacen ser una persona normal. Y en el título hay una trampa: no es un manual para sentirse normal, sino para ser un lector rebelde, que busque la fantasía”.

Antes de empezar la charla, el autor bromea con el fotógrafo, juguetea con las poses. Pide que se le hable de “tú” y prende un Camel.

Después de terminar Polvo, una novela histórica del niño Fidencio, Benito Taibo comenzó Persona normal, la cual concluyó en tres meses. “La escribí como lector para lectores, no como escritor para escritores. Me divertí muchísimo con este libro”.

En su opinión, el libro es un jardín que puedes llevar en el bolsillo; tabla de náufrago; nave espacial; paraguas para el sol y la lluvia; cama de clavos, escudo contra los malos...

Benito Taibo tiene especial interés en los jóvenes porque piensa que “cualquiera que lea El diario de Ana Frank, será incapaz de secuestrar a alguien (...) Si lee Los tres mosqueteros no arrojará cadáveres a una calle, y así me puedo seguir... porque insisto en el libro como un instrumento transformador”.